Capítulo trece. Sin ataduras.

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Bueno, lo primero del todo: Lo siento. Sé que tenía que haber publicado ayer pero no tuve tiempo. Literalmente no llegué a mi casa hasta por la noche, tuve un par de cursos y talleres, había dormido poco y... se me pasó. Lo siento muchísimo. Pero ya es jueves y os traigo el capítulo. Es algo cortito porque hace de preliminares al capítulo 14, que es el más importante de todos. Espero que lo entendáis. Mejor me callo y os dejo leer :)

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"Now I'm feeling you, breathing slow. Cause baby we are just reckless kids, trying to find an island in the flood. Just turn the lights down low"


Una cena de más de seis platos. ¡Una cena de más de seis platos! Violet había probado previamente parte del menú, pero nadie le había mencionado que la cena iba a ser tan abundante. Cuando llegaron al postre, Violet no podía tomar ni una cucharada más. Se echó hacia atrás en su asiento y esperó con paciencia al resto de comensales, que no parecían tan afectados por la comida.

Médéric había optado por sentarse a su lado y, gracias a él, Violet había disfrutado de una de las noches más divertidas en Ángeles. El príncipe soltaba cualquier idea que se le viniera a la mente, sin siquiera pensar en qué significaba o sus consecuencias, tan solo lo soltaba. Por ejemplo: El segundo plato, presentado por Philippa como una deconstrucción de un plato tradicional de Illéa (carne de vacuno, patatas asadas y salsa de zanahoria). Lo primero que dijo Médéric al verlo fue:

—¿Deconstrucción? ¿Lo han destrozado y lo han vuelto a montar?

Aquello provocó las risas de las seleccionadas, que pensaban que bromeaba. Pero después de soltar distintas frases similares, Violet se dio cuenta de que realmente lo decía sin pensar.

Tras la cena, llegó el baile. La familia de Sauveterre fue conducida al salón de baile, donde todo estaba decorado de una forma preciosa. De un modo u otro, Abby había conseguido imponerse a las propuestas de Emily. Había sillas en las esquinas para sentarse, no más de cinco mesas provistas de bebida y comida y una luz amarilla, casi blanca, que daba a la sala un aspecto celestial. Habían invitado a los mejores violinistas de Illéa y a varios artistas conocidos internacionalmente. Se turnarían en el escenario mientras el resto de los presentes bailaba.

Violet no tardó en verse acompañada. Había tratado de esconderse detrás de un centro de mesa florar enorme para no tener que bailar, pero Justin la conocía demasiado bien. Violet aceptó bailar con él antes de que el príncipe pudiera hacer cualquier estupidez que atrajera la atención de los demás. Cogió su mano y caminaron al centro de la pista. Como de costumbre, Justin pidió permiso con la mirada a Violet antes de colocar sus manos en su cintura. La seleccionada le rodeó el cuello con las manos y le miró a sus profundos ojos castaños.

Los músicos colocaron las cerdas enceradas de sus arcos en las cuerdas de los violines y las hicieron vibrar. ¿Había un sonido mejor?

—Has hecho un gran trabajo—comenzó Justin—. Ya sabes, con lo de la alianza.

Violet se encogió de hombros:

—Me pareció una buena idea, nada más. Además, como le he dicho a tu padre, aseguro la paz de mi país.

—¿Qué haría Illéa sin ti?—bromeó Justin.

—Lo mismo que hasta ahora.

—Me corrijo: ¿Qué haría yo sin ti?

Violet se ruborizó y bajó la mirada.

—No digas tonterías, Justin.

El príncipe la observó mientras ella estaba distraída. Tenía ese algo que la hacía tan única, tanto dentro como fuera. No era extremadamente preciosa, tampoco tenía la belleza común de las revistas. Solo contaba con detalles que atraerían a cualquiera: ojos grises, un pelo negro brillante, una forma de hablar tan atípica, un porte, unas manías tan deliciosas...

Doble Elección (Orígenes de la Selección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora