capítulo: #7 conociendonos un poco más

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Me levanté del sillón y me acerqué a la pequeña… ¿cantina?... que tenía una pequeña lámpara que apenas y alumbraba… En serio viejo, estaba comenzando a creer que era, no sé… una especie de criatura de la noche, ¡o qué sé yo!
- ¿Le das alcohol a tus invitados que son menores de edad? -
- No. Sólo lo utilizo para cuando quiero calmarlos… - Mi ceja seductora volvió al juego.
- ¿Me quieres calmar a mí? -
- Por supuesto, eres muy molesto -
- Ah, ¿si? -
- Sí -
- ¡¿Soy molesto?! -
- Mucho. De hecho, lo estás siendo en este mismo instante -
- ¡Uuuh! Soy molesto ¿eh? Bien, disculpe señor ‘Soy demasiado maduro y serio, virginal y no rompo ni un plato’ pero así soy… no hay manera de cambiarme, no cambiaré… por nadie ni por nada, así me lo rogaran - Escupí lo más molestamente que pude decir, estaban comenzando a entrarme unas enormes ganas de agarrarlo del cuello y estrujarlo hasta que todo su preciado aire se terminara y que no quedara ningún signo de…
- No te estoy rogando - Me dijo y mis pensamientos asesinos desaparecieron. - Y no quiero cambiarte - Dijo más tranquilo y dándole un sorbo a su vodka que se había servido en un pequeño vaso -No necesitan que te cambien algo, así estás bien - Oí como soltó una pequeña risita. - ¿Vas a querer o no? -

Mis ojos quedaron abiertos un par de segundos y me boca ligeramente entreabierta. Creo que hasta me dio un tic en el ojo izquierdo. Últimamente ya no sabía nada y ese era un ejemplo claro, no sabía lo que me pasaba… eran varias cosas a la vez… raro, muy raro. Y antes de que pudiera reaccionar o decir algo más ya tenía un pequeño vaso con algún líquido enfrente de mí.
- No me respondiste, supuse que tu silencio era un Sí - Con la poca luz noté que se recargó en el bar y se llevó el vaso de nuevo a sus labios - Sí, de nada -
- Oh, gracias - Dije por fin reaccionando.
- Tendré que dejarte de dar golpes en la cabeza… eso te está afectando notoriamente -
-Oh, ¿en serio? - Pregunté sarcásticamente.
- Sí - Dijo seco y sin ninguna expresión en particular.

Después de eso el silenció reinó por un par se minutos. Tenía la ligera sensación de la presencia de su vista sobre mí. Tomé el vaso con mi mano temblorosa y la llevé a mi boca, dando un ligero trago pero… bueno ¿qué querían? Nunca había tomado de eso y fue espantoso, escupí un poco sobre la madera de la cantina y mi ataque de tos no tardó en aparecer.

- ¡Hey! - Exclamó - Tú vas a limpiar! - Dijo en tono molesto y después escuché otra risita.
Me aclaré la garganta y después de un momento para reponerme me atreví a preguntar sobre la duda que tenía.
- ¿Por qué lo dijiste? -
- Porque es verdad… tú vas a limpiar si escupes en mi cantina - Reí.
- No, eso no -
- Entonces, ¿Qué?-
- Que no querías cambiarme - Le dije con un temblor en la voz, que estoy seguro que él notó.
- Oh, eso - ¿Qué? ¿Esperaba algo más? - Sí, eso -
- Bueno, no lo sé, porque... supongo que es la verdad -
- ¿Supones? Un artista no debe suponer, debe estar en… -
- Sí, sí, lo sé - Me interrumpió. Yo por supuesto, sonreí triunfante. - Está bien. Estoy en total acuerdo con esto -

Mis ojos ya no mostraron ninguna emoción y mi lengua trataba de olvidarse de aquél desagradable sabor de lo que fuera que me había dado a tomar.
- ¿En verdad? -
- ¿Lo dudas? -
- Sólo es difícil de creer -
- Los milagros existen - Me dijo sarcástico.
Reí por su ocurrencia.

Pasaron cerca de cuarenta minutos… miserables cuarenta minutos… hablamos de todo, de nada, de la vida, de la poesía, de su poesía, de su arte, de mi vida... menos de la de él bajo sus reproches de que eso no me incumbía. Acepté el hecho de que descubrí que no era un mal sujeto, acepté el hecho de que en verdad me empezaba a agradar, el hecho de que era un ser humano y no una criatura de la noche, acepté el hecho de que eso fue una platica ‘normal y amena’, como gente común y corriente… más corriente que común… acepté el hecho de que yo le agradaba y sólo quería ayudarme, eso es lo que me dijo él. Acepté el hecho de que me hacia sentir bien, me hacía reír, cambiar mis emociones radicalmente, que eso era aterradoramente genial; acepté el hecho de que comenzaba a colarse por entre mis poros y mi cabeza; acepté el hecho de que algo comenzaba a cambiar dentro de mí, mis pensamientos sobre él y mis actitudes con él. Hasta acepté el terrorífico hecho de que… comenzaba a enamorarme de él. ¿Eso era posible?

En un momento, en el que de verdad creí volverme loco por lo que había descubierto, él rió… pero debo confesar que me dio un poco de pavor, su risa fue como insinuante, terrorífica... pero reconozco que le gustó a mi parte masoquista.

- ¿Quieres que te diga un secreto? Uno muy grande, por cierto. Es una obsesión que he tenido desde que llegué aquí - Lo que dijo se me hizo muy raro 'Desde que llegué aquí'.
Fruncí mi entrecejo.
- Cla-claro - Dejó el vaso, vacío, sobre la barra de la cantina y se acercó mucho más a mí, mucho más…
- ¿De verdad? ¡Te vas a asustar! - Bufó, como si intentara hacerme enojar o algo parecido.
- ¿C-cómo lo sabes? - Le respondí tragando duro. De verdad que me estaba poniendo muy nervioso y últimamente eso pasaba seguido... ¡Idiota por hacerme sentir eso!
- No lo sé, es una intuición -
- Pruébame -Le respondí seguro de mi mismo, removiéndome un poco en mi lugar para alejarme un poco de él, aunque no funcionó del todo.
- Me gustan los hombres - Me soltó, sin más preámbulos.

Evidentemente mis ojos se abrieron de par en par y mi respiración se incrementó y mucho más obvio fue, porque inmediatamente él se alejó de mí y lo vi acercarse a la ventana con paso lento y su espalda recta. Vi como su cuerpo se movió en un suspiro largo y pausado. Parpadeé un poco tratando de asimilar lo que me había dicho; aunque no lo sé, lo tomé como una burla hacia mi por lo que había pasado con Billie... Suspiré y conseguí todos los huevos para acercarme también hacia él y hablarle.
- ¿Es una broma? -
- ¿Me ves riendo, niño? -
Por su tono de voz y como lo había ducho, tuve que aceptar otra cosa... que estaba diciéndome la verdad.
- ¿E-ese es tu gran obsesión? - Se quedó inmóvil frente a la ventana.
- No, ese es mi secreto. No te he dicho mi obsesión -
- ¿Cuál es esa? - Quise saber, indagar más en el tema… No debí hacerlo.
- ¿Esa si la quieres saber? y ¿no te asustas?”
- ¿Cuál es? - Pregunté de nuevo. Había algo en él y en todo el ambiente que me hacía querer saber más, de todo, de él, de su vida, de sus secretos y ‘obsesiones’, había algo en mí que quería que dijera que yo era una de ellas…

Me asusté a mí mismo por ese comentario mental.

Se volteó hacia un lado, hacia mi lado, y aspiró… aspiró mi aroma, como si quisiera comprobar de donde provenía algún y horripilante olor. Pero no dije nada. Y pensándolo mejor, eso hacía cada vez que estaba cerca de él, o él de mí, pero yo nunca decía nada.

Oí un pequeño gruñido... satisfactorio de su parte y habló por fin.
- ¿En verdad, de verdad quieres saber? - Rodé mis ojos.
- Sí -

Caminó hasta la puerta de su apartamento, lo vi dudar por varios segundos, como si se estuviera obligando mentalmente a hacer algo que su ‘devil side’ no quisiera hacer.
- ¿Seguro? - Volvió a preguntar.
- ¡Qué sí, carajo! - Lo escuché emitir una risita.

Pocos segundos después se escuchó un ‘clic’ y en ese entonces todo, para mí, se tornó extraño y diferente, mis ojos se cerraron rápida y repentinamente, un destello muy fuerte de luz había llegado a ellos, toda mi mente se puso en blanco y mis ojos no podían abrirse, era casi imposible… después de unos momentos de confusión, de no saber lo que había pasado, mis ojos me respondieron y los abrí lentamente, aún tratando de acostumbrarlos al repentino cambio, los cerraba y abría en repetidas ocasiones, fue cuando por fin caí en la cuenta de lo que había pasado… él había prendido, por primera vez, las luces de su departamento.

ExtrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora