Capítulo: #12 Y ahora que te encontré, lo daría todo por ti.

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Nos separamos, me tomó de la mano y me condujo hasta el sillón.

Él se sentó e hizo que me sentara en su regazo, quedando frente a frente, mis piernas alrededor de su cintura... no sé que fue lo que me hizo seguirle la corriente pero para ese entonces mi estado ya no era lo más sano y estaba perdido en el deseo y la tentación... aunque una parte de mi, muy en el fondo, me decía que era muy pronto...

Él tomó con cuidado mi rostro y lo llevó hasta el suyo, me comenzó a besar lentamente al principio pero después fue subiendo y se volvió salvaje y necesitado. Llevó sus manos hasta mi cintura y caderas y comenzó a frotar, de repente metía sus manos debajo de mi camiseta y acariciaba cada extensión de mi piel cálida que le quedaba disponible... sus manos estaban algo frías, pero eso no me importó... al fin y al cabo estaba con él...

Yo llevé mis manos a su nuca y comencé a revolver su cabello... el beso seguía intensamente y de vez en cuando nos separábamos sólo una micra de segundo para poder respirar... Él comenzó a mover lentamente sus caderas, cosa que note porque 'cierta cosa' rozó mi 'cierta cosa'... sus movimientos seguían e iban acelerando; lo cual me dio un poco de miedo... miedo por lo que iba a pasar y miedo de decirle que se detuviera, estaba comenzando a ponerme nervioso y deseaba parar pero a la vez mi subconsciente me ordenaba que continuara...

En cierto tiempo a él lo escuché gemir en mi oído y a decir verdad me excitó demasiado y ya no podía más... le seguí el juego...

De la nada comencé a mover también mis caderas, lentamente y después fui más rápido, aceleré conforme sus gemidos me lo pedían... sentía su bulto rozar mi erección... su respiración aún más agitada en mi boca y él con sus movimientos erráticos...

Sus manos comenzaron a subir por debajo de mi camiseta, hasta que llegó a mis pezones y los acarició un poco con ternura. Para cuando me di cuenta mi camiseta ya estaba en el suelo, muy lejos de ahí; y sus manos seguían recorriendo mi espalda y mi estómago... los movimientos de ambas caderas seguían... y mi miedo aumentaba...

¿Qué me iba a decir si le decía que ya no quería?

El simple hecho de pensarlo hacia que viejos recuerdos llegaran a mi cabeza... y eso no me agradaba nada...

En un punto detuve mis movimientos y gemí un poco... pero no lo suficientemente alto... él lo hizo de nuevo... y su bulto crecía y endurecía cada vez más, rozando frenéticamente con mi pene... y en mí entraba el miedo cada vez más...

Me detuve completamente y me separé del beso. Gerard me miró un poco, pude ver su rostro, sus ojos verdes semiabiertos brillando, su boca ligeramente abierta y sus labios ensalivados, sus mejillas encendidas al cien y su respiración entrecortada y al ver mi cara de súplica que probablemente yo tenía, se separó un poco más y entonces sus movimientos cesaron completamente... esperó un poco, yo aún lo miraba y él hizo lo mismo, sólo que con un deje de desconcierto.

Nos quedamos mirándonos por un momento... nuestras vistas se fundieron, reaccioné al ver su cara de confusión... pero no pude decir nada coherente.

- ¿Q-qué pasó? - Fue él quien preguntó, aún con dificultad en su voz y su respiración aún no se normalizaba.
- No, lo siento... es que yo... Perdón - Dije al momento que bajaba mi mirada para no tener que verlo a los ojos que (yo lo sentía era así) eran de reproche. Después de un momento me bajé de su regazo y me senté al lado de él en el sillón, recargando mi brazo en el del sillón y hundiendo mi rostro- ¡Perdón! -
- ¿Frankie? ¿Qué pasó? - Sentí su mano sobre mi hombro y después que lo apretaba un poco.
- No lo sé. Lo siento, lo siento mucho - Dije casi al borde del llanto. Sí, suena algo idiota, pero realmente me sentía un estúpido y tonto con él... detener algo que yo empecé... y saber que él lo deseaba. - ¡Soy un idiota! -
Puso una mano en mi barbilla e hizo que volteara a verlo, él me sonrió lo más dulcemente que pudo.
- No Frank, no lo eres... Tal vez fui yo quien...-
- No, es que no lo entiendes... Te dejé con las ganas ¿no? - Dije como niño chiquito. Él soltó una risita leve y me besó fugazmente en los labios.
- A decir verdad, sí, pero yo no voy a hacer nada que tú no quieras... así hayas empezado tú, eso no importa, sé lo difícil que es eso - Dicho eso me volvió a besar. - ¡Oh! ¿Te he dicho lo lindo que te ves cuando estás preocupado? -

Yo opté por sonrojarme un poco, bueno fue reacción natural de mi cuerpo. Lo miré con una sonrisa y él me sonrió de vuelta. Después de un rato el se recargó en el respaldo del sillón y llevo el dorso de su mano a sus ojos, la otra mano la tenía sobre su abdomen... se veía tan hermoso...

- ¿Gee? -
- ¿Mgh? -
- En verdad lo siento mucho - Apartó sólo un poco su mano de sus ojos y me miró.
- Ya, no te preocupes Frankie ¿bien?- Extendió su otra mano, invitándome a recostarme sobre su estómago, y así lo hice.

No me importaba lo que me había dicho, yo me sentía realmente mal con él... así que busqué alguna forma de recompensarlo... hacer algo para no dejarlo así...

- Él... a veces me obligaba - Solté de repente pero con sinceridad.

Gee inmediatamente abrió los ojos y me miró.

- ¿Qué? ¿Quién? - Le sostuve la mirada un par de momentos, pero no pude más así que la bajé, aún pensando si había hecho bien en contarle eso o no. - ¿Billie Joe? - Me preguntó con cierta preocupación en su voz pero yo no le respondí, ni aún con su mirada penetrante sobre mí. - Contéstame, Frank -

Levanté un poco mi cabeza para al fin, enfrentarlo, enfrentar su mirada helada y entonces asentí dos veces. Volví a bajar mi mirada muerto de la vergüenza ¿Qué iba a decir?
Podía sentir su mirada sobre mí.

- ¿Cómo que te obligaba? - Suspiré, pero no dije nada, no podía decir nada... era un tanto complicado para mí, volver a recordar cierto episodios de mi vida que en verdad quisiera no recordar... tal vez no fueron lo más traumantes, pero siempre te deja algo... - ¿Frank? - Suspiré de nuevo.
- Bueno, pues... así. Él a veces... bueno, me amenazaba para tener algo con él -
- ¿Te obligó a tener sexo? - Me preguntó, muy preocupado por cierto.
- Bueno, no, nunca tuvimos, pero... - Me detuve, en verdad no quería seguir, me sentía un estúpido. -¿Sabes? Quisiera ya no hablar de eso... ¿si? - Lo volteé a ver y aún me miraba como preguntándome como estaba. - Estoy bien, Gee. En verdad - Le sonreí lo más actuadamente que pude y al parecer funcionó... un poco.
- ¿Seguro? - Yo asentí aún con mi sonrisa. - Quiero que sepas que puedes confiar en mí... para lo que sea, no importa que, no importa las circunstancias - Reí por lo gracioso que ahora se veía con su cara de preocupación.
- Sí - Fue lo que le dije.
- Pero, ¿seguro que no te hizo daño o algo así? -
- Seguro... Sólo fueron presiones, no pasaron de ahí, yo nunca cedí - Le aclare... lo miré a los ojos y el me sonrió, le sonreí... mi mirada se perdió en la de él... era tan... relajante; pero fue entonces que mis ojos se abrieron al máximo por lo que había descubierto.

- ¿Qué pasa, Frankie? -
- Yo... yo nunca te dije como se llamaba - Él me miró sorprendido y nervioso, trató de ocultarlo pero fue demasiado tarde porque lo había notado
- claro que sí, me lo dijiste la otra vez - titubeo
- No -
- Frankie, acuérdate - Me miró con cara de suplica.
- Yo, yo no lo recuerdo - Y él sonrió burlonamente.
-Tú nunca recuerdas nada, es por eso -Me abrazó y revolvió cariñosamente mi cabello, me atrajo hacia él, me besó en los labios y me acurrucó junto a su cuerpo calientito.
- La próxima vez que te vallas a desmayar o algo parecido avísame para poner un colchón - Me dijo después de un rato, con una risita mientras examinaba mi brazo izquierdo y el moretón que tenía.

Él se enderezó un poco, me alcanzó mi playera, me la puse y me volví a acurrucar con él.

El tiempo pasaba... pasó. Él sólo acariciaba mi cabello en la mitad del silencio cómodo que nos envolvía. Nuestras respiraciones calmadas y yo con una sonrisa de bobo que no podía con ella y mentalmente me preguntaba si él también sonreía.

El sueño poco a poco se apoderaba de mi y yo ya estaba más adormilado que nada, pero no fue impedimento para que riera de lo que había pensado en ese momento.

- ¿De qué te ríes? - Me preguntó.
- De que esto es raro - Contesté.
- ¿Raro? -
- Sí ya sabes... hace unos días te me hacías un viejo amargado, sin chiste,  encerrado y ahora que te conozco... ¡woo!, no lo sé... fue raro, rápido, inesperado... pero bueno - Dije lentamente, ya que poco a poco me vencía más el sueño, más con las caricias que él me proporcionaba. Bostecé y escuché un simple 'Sí,' de parte de él antes de caer dormido.

ExtrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora