One-Shots de Harry Potter (Terminada)

Siempre (Draco Malfoy)

@Vicku_Malfoy_Simpson

La torre de astronomía era más que solo una torre.

Podías crear mil universos distintos solo mirando las estrellas. Podías llorar a mares o reír por nada sin que nadie te interrumpiera. Claro, a menos que yo estuviera ahí.

Solo hace falta la hora perfecta: las doce. Donde las estrellas estaban en su punto más brillante y las constelaciones hacían un espectáculo. Simplemente increíble.

Un ruido proveniente de la entrada me hizo palidecer. Estaba sobre el barandal con la cabeza recostada en el muro. ¿Cómo escapaba de esta sin hacer ruido?

Pero entonces, un sollozo me hizo fruncir el ceño. No parecía un sollozo de chica, y créanme, sé de eso. Es más, nunca había escuchado un sollozo tan roto como ese.

La puerta fue azotada con fuerza y casi me caigo del susto. Procuré escondereme lo mejor que pude, pero ¡vamos, es una barandilla, no hay mucho que pueda hacer!

La silueta de un chico se asomó por mi campo de visión. Se recostó de la barandilla al lado derecho de la mía, y suspiró. Cuando pude enfocar la vista, casi caigo de nuevo.

- ¿Malfoy? -pregunté, con la esperanza de que estuviera equivocada.

Vi como se sorprendió y secó sus lágrimas lo más disimuladamente que pudo, pero no dio resultado. Con la tenue luz que brindaba la luna se veían las huellas que dejaron sus marcas de dolor.

- ¿Roldan? ¿Qué haces tú aquí? -preguntó con molestia.

Digamos que no había hablado mucho con Draco, pero estaba enterada de todo lo que pasaba en su vida. Mis padres son mortífagos y me cuentan todo, pero evitaban a toda costa mencionarme en sus reuniones. No querían que siguiera su camino.

-Eso debería preguntar yo -reí débilmente-. No sueles venir aquí a esta hora, ¿alguna razón en especial?-pregunté evitando el contacto visual y mencionar que lo había visto llorar.

-Bueno, la torre de astronomía no te pertenece, puedo venir cuando se me venga en gana.

Alcé los brazos en señal de paz.

-No hay por qué ser agresivo. Solo quiero ayudar.

-No hay nadie que me pueda ayudar -susurró causando que me estremeciera.

Lo observé fijamente y noté lo frágil que se encontraba en ese momento. Me levanté y, tras unos pasos silenciosos, me arrodillé junto a él, para que no me evitara. Sabía como era, e intentaría escapar de mis preguntas. Así, solo podía o responder, o caer por el vacío a su lado izquierdo.

Entonces, sus ojos se posaron en los míos. Grises, muy grises, pero hermosos ojos, debía admitirlo. Pero escondían mucho, eso también lo notaba.

Sonreí de forma hipócrita y reí cínicamente. Clavé mis ojos en la luna.

- ¿Por qué? -le pregunté.

Frunció el ceño.

- ¿Por qué tú? -aclaré la pregunta y noté como mis ojos se cristalizaban.

Abrió los ojos como platos. Observó nervioso la situación. Lo entendía, realmente.

- ¿Sabes? Hay muchos mortífagos, y muchos quieren serlo. Tantas personas en el mundo. Lo sé, porque los he escuchado, los he sentido... Los he visto -se me nubló la vista-. Tantos... Y de tantas personas te escogieron a ti -lo miré a los ojos-. ¿Por qué? Solo quiero que me respondan eso. ¿Por qué?

Sorprendentemente, sonrió. Tomó mis manos y una lágrima se escapó de su ojo izquierdo.

-Quería castigar a mi padre, ¿quién mejor que yo?