Las personas felices lloran.
Las personas tristes ríen.
Sara Urinov lo aprendió de la peor manera. Antes de la guerra mágica su mundo giraba alrededor de una relación invisible: un amor marcado por los prejuicios, la ignorancia y el manchado nombre de Slytherin. Ella, una orgullosa serpiente de 17 años que llevaba su riso cabello negro bien desordenado todos los días, creía firmemente que su casa era una de excelencia inigualable y corazones fuertes pero nobles. Sin embargo, sabía que no todos estaban de acuerdo con ella. Por ejemplo, los gemelos Weasley.
Al menos uno de ellos.
George era un chico encantador: su brillante cabello naranja hacía juego con sus pecas, tantas que daban ganas de contarlas; sus pestañas largas y envidiables; sus ojos tan profundos como el océano y vivos como el sol; su sonrisa. Su sonrisa era indescriptible. Para Sara su único defecto era su gemelo, Fred, que hablaba y regaba rumores falsos sobre los Slytherins, quizás no con maldad, pero sí con ignorancia. Le frustraba ocultar la relación que tanto le costó forjar porque George no quería pelearse con Fred.
Sara tenía un temperamento fuerte. Creía que los Slytherins eran tan valientes, fuertes, inteligentes y nobles como los demás estudiantes de Hogwarts y lo defendía con todas sus fuerzas, pero también era consiente de lo difícil que era cambiar el modo de pensar de una persona que creció pensando que todos los integrantes de un grupo de personas siguen unas características predeterminadas. Por eso, cuando George Weasley le admitió que estaba enamorado de ella pero no quería decirle a su hermano hasta que encontrara la mejor forma de hacerlo lo respetó.
No estaba de acuerdo, pero no podía obligarlo a anunciar por ahí que estaban juntos. Ella lo quería por como era, no para presumir que tenía a George Weasley entre sus garras.
Cuando los meses pasaron y la situación continuó igual, sin embargo, le molestó. Le molestó que le coquetearan. Le molestó que lo tocaran. Le molestó que él se dejara. Quería gritar que George era su novio, el suyo, pero no podía. Era como tener una venda invisible y Sara jamás se quedaba callada cuando algo le molestaba.
Terminó con él. A ambos les dolió, pero era lo mejor. Al menos en ese momento. George se marchitó lentamente, quedándose sin ese brillo tan característico, y su sonrisa, esa que tanto Sara amaba, pareció perderse. Perderse en un pasado lleno de felicidad y silencio, un silencio asfixiante y abrasador, y deseó volver a callarse con tal de recuperarlo. Lo deseó con tanta fuerza que la guerra mágica explotó de un momento para otro, obligando a todas las casas a unirse contra un mal mayor: Voldemort. Y ambos marchar al frente, juntos, y Sara volvió a verlo sonreír al menos por cinco minutos.
Cuando la terrible muerte de Fred los tocó George volvió a marchitarse, pero esta vez tenía un hombro en el que llorar. Sara estaba para él. En las buenas y en las malas, siempre.
George no sabía que amaba tanto a Sara hasta ese momento. Cuando más la necesitaba, sin importar que no estaban juntos, ella lo apoyó como si así fuera, sin importarle lo que sus amigos pensaran. Ella lo apoyaría hasta el final. Y George supo que no podía dejarla ir nunca más, que un simple título no podía detener su felicidad, así que decidió amarla por siempre, hasta que estuvieran viejos y no se recordaran ni a ellos mismo, e incluso allí seguiría amándola. Porque ella era su Sara, era su mejor amiga, su confidente, su hombro en el que llorar.
Su luz en la oscuridad.(Proud of this one ❤)
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One-Shots de Harry Potter (Terminada)
Fanfiction¿Quieres un One-Shot con algún personaje del mundo mágico? ¡Llegaste al lugar correcto! Dime tu nombre y con quién quieres el One-Shot, el resto déjamelo a mí.