Youtubers (Rubius y Tú)

Capítulo 21

Tú

Es increíble como la vida puede dar vuelta en un instante. Antes de ir a aquella fiesta de Alex, yo era feliz. Tenía a una de mis mejores amigas a mi lado, no tenía necesidad de pelear ni sufrir por nadie y no olvidemos de mencionar el temor que conservaba porque me vieran llorar.

Todo eso tenía, y por conocer a Rubius se esfumaron.

Es otra razón más para odiarlo. Ya es una larga lista. Lo odio principalmente por haber hecho sufrir a Jannie en sus tiempos, por cabrearme tanto, por ser tan irritable e insoportable, porque su sonrisa es la más linda del mundo, porque siempre acabo perdida en sus bonitos ojos, porque su voz es tan malditamente sensual, porque... ¿qué mierda estoy diciendo? ¿Ven? Es otra razón más para odiarlo: hace que piense tonterías.

Tomo un taxi y voy hacia mi piso, el cual había extrañado mucho cuando fui a Los Ángeles. Tomo una larga y relajante ducha y voy a dormir sin comer nada. Estos días con todo lo que ha pasado no me da tiempo para preocuparme de mi ausente apetito.

(...)

El insistente golpeteo en mi puerta me despierta. Cojo mis pantuflas, lavo un poco mi cara y recojo mi cabello en una coleta.

—¡Ya va! —grito, ya que detrás de la puerta siguen insistiendo en que abriera.

Arrastrando las pantuflas por el suelo, abro la puerta y me encuentro con Yuya y una cara horrorizada de su parte.

—Yuya ¿pasó algo? ¿Por qué traes esa cara?

No responde. Simplemente se mete a mi casa con la mirada perdida. Cierro la puerta y volteo a verla. Ella se encuentra sentada en mi sofá y yo imito su acción.

—Willy me besó —dice y tapa su cara con sus manos.

—¡¿Qué?!

—Lo que oyes.

—Cuéntamelo todo ya.

—Estaba saliendo del funeral y de repente aparece él y me pidió para salir. Le dije que sí pero que antes teníamos que ir a cambiarnos nuestra ropa deprimente. Luego de eso fuimos a mi hotel, él encontró un brasier mío y comenzó a correr por toda la casa hasta que se lo quité y de la nada me besó. Ni siquiera pude preverlo —explica sin tantos detalles la verdad.

—Espera ¿qué? ¿Tu sostén? —comienzo a descojonarme.

—¡____! ¡No es gracioso.

—Lo siento, lo siento —dejo de reír —.Y tú ¿le seguiste el beso?

Se queda en silencio y luego asiente.

—No sé por qué lo hice lo juro.

—¿Te gusta él?

—¿Qué? ¡No! Sabes que me gusta Samuel.

—¿Entonces por qué le seguiste el beso?

—Yo... Agh no lo sé. No ayudas _____ —comienza a morder sus uñas.

Cabe aclarar que sus uñas son como sus hijas. Tiene que estar en un estado completo de ansiedad para que comience a morderlas.

—¿Entonces por qué vienes aquí? Sabes que soy pésima dando consejos.

—Porque aunque des pésimos consejos, sabes siempre cómo actuar. Anda, haz algo.

—Esto no se trata de mí, se trata de tí.

—Lo sé pero podría ocurrirte algo, no sé, habla con Willy o algo —suspiro.

—Está bien, lo haré.