8. "No hay mal que por bien no venga"

119 7 5
                                    

Unos días después, Maddie decidió ir a visitar a Hagrid una vez más. En parte, para darle todo el apoyo posible después de lo sucedido. Y, obviamente, también para pedirle cochinillas para Krocky, el bowtruckle que Hagrid le había regalado en primer curso. Hacía mucho tiempo que Krocky no respiraba aire fresco, así que decidió llevárselo con ella en una jaula cubierta por una manta, ya que tales mascotas no estaban permitidas en Hogwarts.
Las clases de aquél día ya habían terminado. Había algunas personas practicando en el campo de Quidditch. Rápida y cautelosamente, Maddie llegó a la cabaña de Hagrid, con Krocky en su jaula.
Tocó la puerta de la cabaña. Hagrid, que parecía estar animado, le abrió la puerta y pareció alegrado de verla.

—Oh, hola Maddie —dijo Hagrid—. Qué agradable verte por aquí. Pasa. ¿Quieres una taza de té?

—Está bien —respondió Maddie con una sonrisa. Cerró la puerta y se sentó en una de las sillas de Hagrid—. Quería pasar el rato con Krocky y quise pasar a verte.

—Oh, no había visto a Krocky —rió Hagrid—. ¿Cómo está? ¿Ha crecido? Lo has traído escondido, ¿no? ¿Alguien lo ha visto?

—No, no te preocupes —murmuró Maddie quitando la manta—. Está más grande, ¿no?

—Sí, se nota que lo has cuidado bien —dijo Hagrid con una sonrisa—. Estoy orgulloso de ti.

—Tuve al mejor maestro en crianza de bowtruckles —respondió Maddie guiñándole un ojo—. ¿Y tú? ¿Cómo estás?

—Mejor —dijo Hagrid, encogiéndose de hombros—. No me han despedido. No aún.

—No digas eso, Hagrid —lo tranquilizó Maddie—. No van a despedirte. Eres la persona más capacitada para el puesto. Malfoy siempre quiere estropear todo. No es tu culpa. Fue una clase excelente.

—Gracias —sonrió Hagrid—, me alegra saber que eso es lo que piensas.

El agua ya había hervido, por lo que Hagrid sirvió dos tazas de té.

—A propósito —murmuró—, hiciste un gran trabajo montando a Feaship. Lo digo en serio. Harry parecía mortificado, tú lo dominaste brillantemente para ser tu primera vez.

—Gracias, Hagrid. Me encantaría volver a hacerlo.

—Cuando quieras —dijo Hagrid—. La manada es grande. Puedes venir a verme y te llevaré a montarlos. Si desarrollas tu técnica, tal vez en un futuro puedas poseer uno.

—¡Eso sería fantástico! ¿Se puede? Quiero decir... ¿Está permitido?

—Sí, pero debes tener un permiso —la advertió Hagrid—. Y no se puede utilizarlos como transporte. ¿Quieres otra taza de té?

—No, gracias, Hagrid —dijo Maddie—. Enseguida anochecerá, quiero jugar un rato con Krocky. Ya no puedo pasar mucho tiempo con él. Volveré luego, se le acabaron las cochinillas.

—Está bien —respondió Hagrid—. Gracias por tu visita. Me ha venido muy bien.

—Regresaré —dijo Maddie.

Con Krocky en su jaula cubierta, atravesó el campo de Quidditch y se dirigió al Lago Negro. Dejó la jaula en unos arbustos y dejó libre a Krocky. A orillas del lago, se dispuso a juguetear con el bowtruckle. Le arrojaba gotitas de agua, lo perseguía con una hoja y le daba caricias. Al cabo de unos minutos, apareció alguien inesperado: Draco Malfoy.

—Pero miren a quien tenemos aquí...

—Malfoy —gruñó Maddie—. ¿Que haces aquí? ¿Ya han descubierto que sólo eres un dramático que exagera para que despidan a Hagrid?

Pequeñas Black y el Prisionero de Azkaban [TERMINADA] [Libro III] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora