14. "El padrino"

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Las niñas, Ron y Hermione se pasaron el fin de semana acompañando a Harry en la enfermería, pero lo visitó gente sin parar; todos con la intención de infun­dirle ánimos. Hagrid le envió unas flores llenas de tijeretas y que parecían coles amarillas, y Ginny Weasley, sonrojada, apareció con una tarjeta de saludo que ella misma había he­cho y que cantaba con voz estridente salvo cuando se cerra­ba y se metía debajo del frutero.

—Todavía está enamorada de ti —bromeó Ron.

—Ni que lo digas —reía Maddie.

El equipo de Gryffindor volvió a visitarlo el domingo por la mañana, esta vez con Wood, que aseguró a Harry con voz de ultratumba que no lo culpaba en absoluto. Maddie se tapaba la boca para no reírse ante la falta de disimulo de Wood. Las mellizas, Ron y Hermio­ne no se iban hasta que llegaba la noche. Pero nada de cuan­to dijera o hiciese nadie podía aliviar a Harry, por lo que Maddie y Noa decidieron preguntarle a solas.
Una vez que Hermione y Ron se fueron a la cama el domingo, Maddie y Noa se escabullieron en la enfermería.

—¿Noa? —preguntó Harry—. ¿Ron?

—¿Tan poco femenina soy?

—Lo siento, Mads —rió Harry—. No podía verlas. ¿Qué hacen aquí?

—Teníamos que preguntarte algo —dijo Noa.

—Sí —acotó Maddie y luego hizo una pausa:—. ¿Qué cosa?

—¡Mads!

—¿Qué?

—¡Es importante!

—¡Lo sé, pero no lo recuerdo!

Noa suspiró.

—No te has relajado en todo el fin de semana, Harry —explicó—, y creo que sabemos por qué.

—Cierto —recordó Maddie—. Hermione y Ron piensan que son los dementores, pero...

—Nosotras creemos que tal vez tú también viste al perro negro, al Grim —repuso Noa—. Lo viste en el campo y por eso te resbalaste, ¿no? Yo también lo vi.

—Lo vimos por primera vez cuando nos subimos al Autobús Noctámbulo —agregó Maddie.

Harry las miró atónito.

—Yo también lo vi ese día, y lo vi en el campo de Quidditch —explicó—. Por eso me resbalé y... bueno, me caí por los dementores, supongo...

—Harry —murmuró Maddie—. ¿Qué te sucede con los dementores? ¿Qué ves? ¿Qué oyes?

Harry no respondió, estuvieron en silencio unos segundos.

—Oigo a mi madre..

—¿Qué?

—La oigo intentando protegerme cuando Voldemort quería matarme —susurró—. Y lo oigo a él... A Voldemort. Oigo su risa malvada y fría. Es repugnante. Por eso me desmayé.

—Eso es terrible Harr... —empezó a decir Noa.

—¿Qué hacen aquí? —exclamó Madame Pomfrey irrumpiendo en la enfermería —. ¡Váyanse a la cama! ¡El muchacho necesita descansar!

Pequeñas Black y el Prisionero de Azkaban [TERMINADA] [Libro III] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora