2. "El autobús noctámbulo."

161 10 0
                                    

Los siguientes días pasaron tan rápido que parecía que volaban, y el día que debían partir con Albert llegó.

—¡Apúrense, niñas!

—¡Espera cinco minutos!

Todo estaba listo, pero les faltaba enviarle a Harry su regalo de cumpleaños. Después de todo, era 31 de julio.

Ambas habían ahorrado y le habían comprado un amuleto en forma de snitch. Maddie envolvió el amuleto y Noa le escribió una carta:

Para que siempre la halles:
Feliz cumpleaños, Harry. Esperamos que te alegres. Éste es un amuleto que pedimos que nos llevaran a comprar. Tuvimos que convencer a Albert de que nos llevara al Callejón Diagon y que acceda fue una gran suerte, ya que estaba muy ocupado. Esa misma suerte queremos que tengas tú. Te deseamos lo mejor en tu día, y esperamos verte pronto. Con cariño,
Maddie y Noa.

—¡Vamos, que es tarde!

Noa le dio a Emily la carta con el regalo y ésta salió volando.
Maddie tomó su baúl, la jaula de Krocky, su bowtruckle, y bajó las escaleras, seguida por su gata Allison. Noa tomó su baúl, la jaula de Emily, y bajó las escaleras tras Maddie, tan cargada que tropezó.

Demetria las miraba con disgusto, pero con un destello se tristeza en sus ojos.

—Cuídense —fue lo único que dijo.

Albert abrió la puerta de la casa y, acto seguido, la del auto. En el maletero, Maddie y Noa colocaron los baúles, y luego se subieron al asiento trasero, con Krocky y su jaula, la jaula de Emily y Allison.

—¿Tengo que dejarlas en una calle en específico?

—No —repuso Maddie—. Debes dejarnos en cualquier calle, pero debes irte. Te enviaremos una carta cuando estemos a salvo.

Albert dudó, pero luego asintió y encendió el motor. Mientras el conducía, el auto tenía un silencio fantasmal. Se detuvo en una calle cercana pero en la que nunca habían estado. Les abrió la puerta del auto y entre los tres bajaron los baúles y las mascotas.

—Supongo que las veré el próximo año..

—Sí...

Y sin decir nada más, se dieron un triple cálido abrazo que duró algunos minutos, y finalmente Albert se subió al auto y desapareció de la vista.

—¿Tú conoces esta calle? —preguntó Maddie.

—No he estado aquí antes —respondió Noa—. ¿Y tú?

—No. ¿Sabes como volver a casa?

—No lo sé. Creo que estamos en la avenida Magnolia. Es de Little Whigning. Y no querría volver en todo caso.

—Creo que estamos bien —dijo Maddie—. Esas fueron las indicaciones de Ced, ¿no?

Pero después de estar 10 minutos solo en la oscura calle, las sobrecogío una nueva emoción: el pánico. De cualquier manera que lo mirara, nunca se habían encontrado en peor apuro. Estaban a punto de enviarle una carta a Albert para que viniese por ellas, pero recordaron que Emily se había ido.

Un extraño cosquilleo en la nuca les provocaba la sensación de que las estaban vigilando, pero la calle parecía desierta.

Sonó un estruendo y ambas se taparon los ojos con las manos, para protegerlos de una repentina luz cegadora...

Un segundo más tarde, un vehículo de ruedas enormes y grandes faros delanteros frenó con un chirrido exactamente en frente de ellas. Era un autobús de dos plantas, pintado de morado, que había salido de la nada.

Pequeñas Black y el Prisionero de Azkaban [TERMINADA] [Libro III] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora