CAPITULO 5

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—¡Hey! —salude a la Madre María quien ahora apoyaba su taza de café sobre la mesa.

—Se dice buenas tardes Madre ¿Cómo ha estado su día? —la voz de mi Madre ahora era reprochable, no hice caso y sonreí sin hacer notar mi incomodidad.

—Buenas tardes Madre ¿Cómo ha estado su día? —pregunte mientras comía un trozo de manzana que antes había agarrado del frutero. La mujer de túnica simplemente sonrió con calidez para luego asentir.

—Bien gracias a Dios hija —su sonrisa era más que adorable —¿Por qué no te he visto estos días en la capilla? La catequesis de los niños menores ya casi finaliza, creí que darías las charlas definitivas como todos los años.

Mire a mi Madre quien ahora me observaba sonriendo ampliamente. Sé que lo que está pensando, no quiero hacerlo... Al menos esperaba deshacerme de aquella responsabilidad por este año. Pero ya veo que eso será imposible.

—Claro que iré —hable sin estar del todo convencida —Es solo que aún estoy escribiendo mi discurso... Sabe que eso toma tiempo ¿No es así Madre?

Ella asintió para luego ver a la morena mujer enfrente que ahora me observaba amenazante.

—Muy bien Jade —dijo para levantarse esta vez rápidamente, la madre es de edad avanzada, y la conozco desde que tengo memoria. Creo que los años ya la están afectando, lo supe por su expresión justo después de haber hecho la acción anterior —Fue un placer verte Norma... Y a ti también Jade nena.

Sonreí para acercarme un poco a ella, Mama dice que hay que respetar el espacio personal de todo el mundo.

—Siempre es un placer verla Madre —dice mi Mama esta vez besando su mejilla —Usted sabe que puede venir cuando le plazca.

—Lo sé, y te agradezco mucho tu apoyo en la parroquia Norma —Se acercó a mí para luego darme un beso en la frente, sonreí —Te veré esta semana entonces.

—Así será —Mi madre contesto para luego mirarme fríamente —Puntualmente.

Y con esa mirada supe que no estaba a discusión.

****

—¡Jeen! —sus brazos se enredaron alrededor de mi cintura, reí para luego abrazar su cuello. Me encantan sus abrazos, más que los de cualquier persona.

—Pensé que irías a Florida con tu hermanita ayer —hable tratando de asimilar su presencia. Y pensar que estaba preocupada por no poder verla todo el fin de semana —¿Qué paso?

—Mi Padre vino de visita ayer en la mañana, quise llamarte pero no contestaste tu teléfono —hizo un puchero, sonreí de pura admiración —¡Hasta llame a Leigh! —Rio —Dijo que no te había visto desde el viernes... ¿Te enojaste con ella? La note bastante afligida.

Fruncí el ceño mientras pensaba una razón para eso anterior ¿Dije algo que le molesto acaso?

—No que yo sepa —conteste tomándola de la mano —Pero vamos... Deberíamos visitarla.

Y no es como si viviera lejos. Es el próximo vecindario... Bueno, por algo somos las mejores amigas.

—Bien —dijo sin dejar de sonreír. Y es lo que más amo de Camila, jamás la veras triste o de mal humor.

Caminamos por la acera, la luz del atardecer era un poco molesta. Pero lo recompensaba la hermosa vista del cielo anaranjado. Mire hacia el concreto pensando en aquella chica rubia, no puedo dejar de hacerlo y la única pregunta que tengo es ¿La conozco de alguna parte? Puedo asegurar aquello sin embargo no puedo recordar el escenario ni cuando lo hice.

DEAR GOD - Jerrie ThirlwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora