CAPITULO 30

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La sangre hizo a Alexa dar un respingo en su lugar de puro desagrado. Aquella habitación ahora apestaba, y no sabía que era peor. Tener que soportarlo, o tener que limpiarlo.

Cómo pudo camino hasta quedar enfrente de aquel chico lastimado y moribundo. Jed le miro aterrado y completamente dependiente. Su mirada se dirigió hasta el pequeño contenedor con agua y una esponja que tenía la chica entre sus manos.

-No te atrevas a tocarlo -la voz grave del chico a sus espaldas le hizo elevar los ojos al cielo. Una pequeña risita burlona se le escapa, mientras humedece la esponja en el agua para luego empezar a limpiar la sangre seca sobre la baldosa.

-No estás en posición de pedirme nada -juega un poco, sin mirarle de frente. Sabía que debía estar sufriendo como el demonio al ver a su pequeño hermano triturado más allá de su imaginación, sin embargo eso para Alexa no era suficiente.

No lo suficiente como para que ella se sintiera satisfecha.

Prometió no lastimarle hasta que el idiota de su hermano muriera justo enfrente de sus ojos de forma lenta y jodidamente cruda. Quería que se lastimara por si mismo, de impotencia y ira por no poder ayudarle. Su mirada cristalizada y suplicante le hacía volar en el aire de puro gusto.

-Eres una maldita.

Una sonrisa se estiró en sus labios haciéndole gruñir por lo bajo.

Tomo la esponja una vez más para sumergirla en el agua, la escurrió y su mirada se elevo hasta quedar enfrente del chico con la mirada perdida y nostálgica.

-Quieres saber algo Jed? -dice con divertida -Siempre fuiste quién menos me disgustó...

La mirada del chico acongojado se centra en la suya haciéndola reír aparentemente divertida por la situación.

-Solo déjalo -escucho decir con voz pastosa a Kelly a sus espaldas. Pero ella no se inmutó, no estaba dispuesta a cumplir sus peticiones, debía hacerle pagar.

-Quise comprender porque te comportabas de aquella forma Morgan -poso la esponja en su rostro moviéndola con una delicadeza que le extraño en exceso al chico temeroso -Sabia que tu hermano era un enfermo... Pero tú -se queja para hacer una mueca de dolor -Tu tenías potencial... Tu eras -Alexa suspira y lo mira con detención.

Sus ojos examinan el rostro destrozado de su víctima, en aquel momento lucía miserable. Pedido y completamente resignado, ya no peleaba ni luchaba por ser liberado. Ya no le interesaba que que la chica morena y psicópata se alejara de el, muy por el contrario. Solo quería tenerla en su campo de visión.

Al menos de esa forma evitaría ser sorprendido.

-Lamento tanto que fueras tú quien pagará por tantos errores -dice dejándose llevar por el color avellana de sus ojos dolorosos y levemente cerrados gracias a los hematomas y contusiones.

-Aléjate del el, Alexa -advierte su hermano una vez más está vez de forma desafiante.

Jed no dijo nada, no porque no quisiera, si no porque no podía. Ya no podía siquiera tratar de suspirar sin sentir el crujir de sus costillas contra su pecho. El dolor eceguecedor que le producía siquiera tratar de mover su meñique le tenía en una especie de estado vegetal.

La castaña se levanta de su posición anterior para encontrarse con la imagen de sus víctimas amordazadas frente a sus ojos. Sonrió para si misma sintiéndose en verdad poderosa.

Pues eso era ahora.

Ella es quien tiene el poder.

-Vamos Alexa -dice tratando de conciliar -No es lo que quieres, eres una chica lista -habla de forma pausada pero puedo reconocer el pavor en su voz entrecortada.

DEAR GOD - Jerrie ThirlwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora