Capítulo I

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Era una tarde soleada en la mansión Andley, en una de las habitaciones se encontraba Candy, semi inconsciente y con apenas algunos destellos de su vida pasada, unos ojos azules forman parte de ellos, un dulce recuerdo solamente, ese porte digno de un inglés, era lo único que tenia presente desde aquel breve encuentro. Se levantaba muy temprano, sin reconocer el lugar, hacía un viento ligero afuera cuando avanzo hacia el balcón, coloco sus manos sobre la baranda estirándose para respirar el aire limpio de la mañana, sintió una ganas enormes de sentirse más cerca del amanecer así que se subió a la baranda y de pronto un ruido en la puerta la sacó de su breve aspiración.

Dorothy había tocado segundos antes, mirando hacia la cama con dosel rosado y dirigiendo la mirada a la figura que se encontraba asomada sobre la baranda del balcón. Los jardineros de la Mansión Andley en Escocia ya comenzaban sus labores sin percatarse de la situación que recién comenzaba a suceder.

- No señorita Candy, no lo haga, por favor - le pidió Dorothy.

- ¿Candy? ¿Quién es Candy? ¿Por qué me llama de esa forma?- pregunto extrañada. No entendía exactamente el por qué le llamaba de esa manera.

De pronto, los recuerdos se agolparon en su mente, al ver a Dorothy sabía que le era conocida; de pronto parecía perder el sentido, se agarraba la cabeza con ambas manos y parecía que cometería la más grande tontería. Uno de los jardineros corrió hacia la biblioteca, ahí se encontraba George revisando unos papeles con su brazo libre el cual se lesionó cuando buscaba torpemente a Clint, la fuerza con la cual el mar jalaba el trasatlántico hizo que su brazo se quedase atorado entre una baranda, un mueble de la salita de estar de sus camarotes y Clint.

- Sr. Johnson, venga rápido es la Señorita Candy, parece que quiere saltar del balcón - decía apresurándolo.

- ¿Qué estás diciendo? Vamos no perdamos tiempo, llama a Dorothy que vaya con ella -despierta al Sr. William. -George le pedía a John vehementemente -.

- No se preocupe, Dorothy está con la señorita. Enseguida lo haré Sr. Johnson - le dijo John a George introduciéndose directamente a la Mansión.

Todos desde el jardín veían la escena, al parecer Candy no percibía el peligro en el que se encontraba. Un solo paso en falso y los presentes vivirían una tragedia.

Dentro de la mansión todo se había vuelto un caos y apenas eran las 6:30 de la mañana, John el jardinero había entrado a la mansión y corrió a grandes zancadas las gradas de la amplia escalera que se dividía en dos en el primer piso, giró a la derecha donde se encontraba la habitación del joven William, no sabe cuán rápido lo hizo, pero en unos segundos ya estaba frente a su habitación.

Toc, toc.

- Adelante - pidió William.

- Perdón que se le interrumpa, pero... - dijo John torpemente.

- No hay problema John, ¿pasa algo? - inquirió William.

- Es la Señorita Candy...parece que se quiere tirar del balcón, señor - afirmó John, mostrando una actitud de pesar.

No tardó demasiado en reaccionar, se levantó rápidamente y corrió hasta la habitación de Candy, mientras Dorothy no sabía qué decir y Candy no toleraba que se le acercara y mucho menos que la abrazara, sólo un paso en falso y podría caer al vacío; George rápidamente reunió a los trabajadores y pusieron manos a la obra, trajeron una manta dura y resistente para cualquier eventualidad. William llegó tan rápido como pudo a su habitación, el piso estaba frío, Dorothy se encontraba a una distancia no muy grande de Candy y ella parecía estar sufriendo quizás una severa crisis debido a la amnesia que sufría desde hace unas semanas.

Memorias de un amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora