Capítulo IX

491 48 3
                                    

De camino a la mansión, William no imaginaba qué pasaba por la cabeza de Candy, esa misma noche lo esperaba con un gran pastel de chocolate, lo cual pensaba que era su postre favorito. Cuando oyó que llegaba el auto, corrió hasta la puerta para abrirle a William.

- Albert, hola ¿a dónde fuiste? – preguntó Candy muy sonriente.

- ¡Ah! Si estoy muy bien, gracias por preguntar Candy – dijo Albert en modo de burla.

- Eso lo sé, te estoy viendo. Ven te hice tu pastel favorito – Candy lo jaló hacia la cocina.

- Ah sí y cómo sabes cuál es mi favorito – preguntó Albert alzando una ceja y cruzando los brazos.

- Sencillo es el de chocolate – sin más ni más Candy soltó la frase.

- Jajajaja, perdón no me mires de ese modo, Candy ese no es mi favorito, es el tuyo – dijo ocultando una risa.

- ¿De verdad? – preguntó increíblemente apenada.

- Se lo dije, no me hacía caso – comentó Dorothy también sonriendo.

- Entonces no se va a tirar tanta comida, me sacrificaré por ustedes – decía Candy ante el error cometido no tan adrede.

- Antes de tu sacrificio Candy, podrías ofrecernos el pastel a todos los demás – sugirió Albert.

- Lo siento – decía un poco sonrojada.

Todos comenzaron a reír.

- ¿Mary Jean gusta un trozo de pastel? – preguntó Candy amablemente.

- Si no es una molestia Señorita Candy – dijo Mary Jean claramente.

- Candy solamente Mary Jean y no, no es una molestia. Tome, que lo disfrute – afirmó Candy sin más modestia.

- Gracias Candy – respondió Mary Jean.

A pesar de lo estricta que era Mary Jean con Candy y de que muy frecuente la sonrojaba, ella pretendió no contrariarla para nada. El carácter de Mary Jean se prestaba para el de Candy y lejos de pensar que ella era una niña de sociedad muy mimada, su opinión cambió con el paso de los días, al darse cuenta de que no era así.

Al otro día, en uno de los pasillos del Colegio San Pablo se encontraban Archie y Stear; no muy lejos de allí, Terry estaba meditando en la sala de estudios, cuya puerta se hallaba entre abierta.

- Te imaginas Archie, Candy estará aquí la próxima semana – Archie comentó soñador.

- Sí pero sin memoria y así no podremos acercarnos a ella – dijo Stear desilusionado.

- La Tía Abuela nos debe una explicación. Te das cuenta nos han excluido nuevamente, cómo no decirnos del estado real de Candy – dijo Archie molesto.

- De qué te quejas, George tampoco nos dijo gran cosa – dijo Stear alzando los hombros.

- ¿Dónde habrá estado Candy estos meses? En Londres o en Escocia – inquirió Archie.

- Probablemente en Escocia Archie -aclaró Stear.

En ese momento Terry se levantó de inmediato para acercarse lo más posible.

- Entendiste las notas que te dio George, son notas del Doctor Robson – le dijo Archie mostrándoselas.

- Si, al parecer Candy viene con una enfermera – Stear las observó hasta que llegó a la indicación de que Candy se aparecería por el Colegio con una persona más.

- Vamos quiero dejar de pensar en ello, ni Candy nos resolverá este misterio – comentaba en voz baja un apesumbrado Archie.

- ¿Candy, quién será ella?, ¿cómo podré averiguar si la dueña de esos ojos verdes aún vive?, quizás me estoy haciendo falsas ilusiones...no puede ser una Andley y menos estar viva...aún, pero algo concuerda aquí, sir Andley manda a George a visitarme y preguntarme sobre el naufragio, se asombra cuando ve los dibujos de los ojos verdes, los chicos Andley hablan de una Candy sin memoria y que sobrevivió en el naufragio del Mauritania, un tal Clint dicen que es su amigo, quizás... no, no puede ser, sería una verdadera coincidencia, más que una increíble coincidencia – Terry creaba un monólogo interior maravillado por la lógica.

Mientras en la mansión de Escocia.

- Albert, Albert - decía una alterada Candy.

- George, ¿qué pasa? ¡Candy! – gritaba angustiado Albert.

- No lo sé, pero aquí llega. – George decía, levantando horizontalmente el brazo derecho.

- Carta Albert, de Londres – decía Candy mientras le extendía un sobre.

- Candy no me asustes así, a ver de quién será. ¡Ah! es de Archie y Stear, tus primos – diciendo Albert y volviendo a cometer un error.

- ¿Tengo primos? – preguntó sorprendida.

- Claro, pero déjame ver qué dicen – pidió un segundo para leer.

Tío Abuelo William:

Espero que te encuentres bien de salud, te escribimos para saber la verdadera razón del por qué Candy apenas viene llegando de América. La Tía Abuela Elroy no ha querido explicarnos nada, sólo nos tiene con la zozobra de no saber de Candy sobre todo durante todos estos meses. Espero que nos hagas llegar la respuesta.

Archie y Stear Cornwell

- ¿Qué dicen? – preguntó curiosa Candy.

- Nada, sólo que es una carta que llegó tardía. Caminó hacia la sala, se sentó y comenzó a sonreír

- ¿Cómo que nada? Entonces ¿por qué tan feliz? – comentó extrañada.

- Eres una curiosa, me preguntan por ti y lo que te ha sucedido – decía Albert mientras soltaba una carcajada.

- ¡Wow! Aún no los recuerdo. Lástima, porque parece que me quieren mucho – decía Candy un poco triste.

- Jajajaja princesa, eso lo dices con tanto pesar - Albert le miraba muy serio.

- Señorita Candy, es hora de prepararse para la cena – Dorothy le hacia una reverencia a Albert mientras tomaba a Candy de la mano.

- Dorothy, hasta cuando voy a escuchar eso de Señorita – replicó Candy por vigésima vez.

- Dorothy, dile como te lo pide – sugirió William.

- Pero joven William, si la señora Elroy me descubre, me reprenderá – advirtió Dorothy.

- Gracias Albert, no servirá de nada, en un rato los veo – dijo Candy derrotada.

Memorias de un amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora