Capítulo IV

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De regreso al jardín.

- ¿Problemas William? - preguntó Candy.

- Sí, pero nada que George no pueda resolver – le respondió sonriéndole.

- ¡Oh! ¡Cuánto lo siento y yo que no puedo ayudarte! -comentó un tanto apesumbrada.

- No te preocupes Candy, tú dedícate a recuperarte - le dijo William tratando de ocultarle su preocupación.

- William ¿cómo llegué a Escocia? ¿Nací aquí? - ella le preguntó.

- No, llegaste en barco, de América - afirmó William.

- ¡En barco! ¿De verdad? - le dijo sorprendida.

- Sí, pero hablemos de otra cosa - propuso él.

- Está bien, ya hace frío ¿no te parece? Me puedo retirar a mi habitación - pidió ella.

- Sí claro, vamos, rodea mi cuello y te llevaré a tu habitación - sugirió William con un poco de embeleso.

Albert se dirigió a la habitación de Candy y la depositó sobre su cama, le arropó y en unos minutos se quedó profundamente dormida.

Al otro día, a media mañana George se dirigía al Castillo Grandchester en auto y al llegar a la reja se detuvo, vio a lo lejos un chico con una venda en la cabeza rodeado de hojas de papel, mismas que iba dejando sobre la ladera del lago. Se acercó hasta él despacio, mientras observaba lo que se encontraba escrito. Si la declaración de Candy de haber reconocido a Albert había sido sorprendente, cuando observó los dibujos que se encontraban plasmados lo dejó sin palabras.

Aquellas hojas tenían escritas un solo nombre: Candy White y como iba avanzando hacia el lago se encontraba mas hojas con el nombre y los ojos de Candy, unos hermosos ojos verdes. Tan impresionado se encontraba que no vio cuando el joven regresaba sobre sus pasos.

- ¿Qué hace usted aquí? - preguntó Terry enfadado.

- Perdone ¿conoce usted a esta señorita? - preguntó dócilmente ante la efusiva reacción de Terry.

- Sí en el Mauritania, ¿por qué? - afirmó confundido.

- ¡Asombroso! ¿Cómo se encuentra usted joven...? - preguntó George de repente.

- Terrence Grandchester y usted Sr.... - Terry le devolvió la pregunta a él, sin retirar su recelo.

- George Johnson a sus pies mi Lord. No puedo creerlo, esos ojos. - admiraba simplemente.

- Bellísimos no le parece, si los recuerdo bien, pero creo que pereció en el naufragio. - comentó tristemente.

- ¿Conoció usted a la Señorita Candy? - preguntó George sabiendo lo que pasaba por la mente de Terry.

- Sí, desafortunadamente, ¿usted también la conoció? - Terry preguntó extrañado

- ¿Cómo dice? - se quedó muy serio sin contestar esa pregunta; no podía decirle lo que sabía ya que fueron ordenes explicitas de William el no enterarlo de la verdadera situación.

Mientras George se quedaba con Terrence, William se había recostado en el sofá de piel que se encontraba al lado de la ventana, recordaba la historia que George le contó cuando habían llegado al hospital en Londres.

Inicio del Flash back

Había llegado la noticia desde la naviera de que el Mauritania no arribaría nunca a puerto, debido a que el trasatlántico naufragó, William recibió esta noticia cuando recién había llegado a Londres, sin esperar más, la preocupación aumentaba ya que pidió la lista de pasajeros en la oficina de la naviera y efectivamente en ella se encontraba Candy, Clint y su fiel amigo George, como se lo había informado hacia un poco más de dos semanas la tía abuela por medio de un telegrama. Las actividades de la naviera fueron emergiendo conforme pasaban los días, todo era un caos en puerto, los barcos que llegaban a diario eran revisados para saber más de los sobrevivientes. Un barco mercante traía entre sus pasajeros a Candy y George, ella se encontraba inconsciente debido a una contusión en la cabeza, a George le habían vendado un brazo y Clint había perecido en el naufragio. William iba todos los días al puerto, sin encontrar noticias de sus amigos, regresaba sin noticias y con las manos vacías se hundía en ese sillón, lloraba por Anthony y por Candy, no podía resistir; pero ese día parecía que la suerte le traía nuevos bríos, recién había entrado en la oficina cuando oyó a alguien decir:

- Alguien conoce al Sr. George Johnson, algún familiar del Sr. Johnson - Un oficinista preguntaba al grupo ahí reunido.

- Disculpe ha dicho usted ¿George Johnson? ¿En qué barco está? - William preguntó un tanto impaciente.

- Ya lo han bajado, solo tiene fracturado el brazo - le informaba el oficinista.

- ¿Y la Señorita Andley está con él? - le preguntó el rubio ansiosamente.

- No, en la lista no viene ninguna Andley, lo siento - le dijo el hombre revisando las listas una y otra vez.

- Pero ¿cómo? ¿Qué ha sucedido si viajaban juntos? ¿Puedo verlo? - hacia una pregunta tras otra.

- Sí claro, Sr...- preguntó extrañado.

- Sir William Albert Andley - el hombre le miró asombrado al no reconocerlo.

- Oh perdone señor, no le habíamos reconocido - le dijo como disculpa a William.

- ¿Dónde está George? - preguntó al hombre.

- ¡Oh si! Disculpe, venga por aquí -le indicó el camino hasta llegar a donde se encontraba George.

Memorias de un amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora