Capítulo XXIII

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Habían pasado dos días en los cuales una par de hosterías se habían convertido en sus aposentos, los caballos no durarían todo el viaje si no descansaban, ésta era su segunda noche lejos de la Mansión de Escocia y se dirigían a cenar, Candy se encontraba admirando el lugar, mientras Albert y Terry se sentaban en la mesa a la cual el posadero los había llevado, después de un tiempo apareció George, Mary Jean y Dorothy con los alimentos; Mary Jean, Dorothy, Candy y los tres caballeros compartirían también habitaciones.

Esa noche era especial para Candy, después de la cena ella se había cambiado los glamorosos vestidos que Albert le había comprado por su camisón y bata de dormir cuando de entre las sombras apareció Terry, que sin previo aviso la abrazó por detrás y le tapó la boca.

- No podía irme a dormir sin besarte – le decía ansioso.

- Terry, nos van a descubrir – decía ella queriéndose deshacer del abrazo.

- ¿O sea que te importa más que te descubran que mis besos? – se quejaba haciendo pucheros.

- No Terry, pero no es propio de...- dijo apenas antes de que él completara la frase.

- Una dama estar con su novio en esas ropas...lo he oído en alguna parte, ah sí con la Madre Superiora. Candy no va a pasar nada, sólo quería darte un beso, ¿me das uno pequeño? – él sonrió haciéndole señas de poquito con los dedos.

- Pero sólo uno pequeño -se acercó e irremediablemente lo besó, habían pasado dos días sin hacerlo tanto que se sorprendió cuando ella le pidió que no la dejase así.

- Candy debo irme – apenas rozando sus labios.

- No, aún no – con respiración agitada, ella entre abrió más sus labios al mismo tiempo que con la oscura mirada le indicaba que no quería separarse todavía.

- Candy no me hagas esto – le dijo mientras le daba pequeños besos.

- No estoy haciendo nada aún, sólo que no soportaría que pasaran más días sin besarte – le dijo al oído.

- Candy, sabes que eres una tramposita – le dijo riéndose ante su suspicacia.

Toc, toc.

- Señorita Candy puedo entrar – le pidió permiso Dorothy.

- Terry te dije que nos iban a sorprender, mira escóndete en el baño y te diré cuando estemos solos. Un momento, si, ¿qué pasa Dorothy? - le preguntó Candy un tanto sonrojada.

- Venía a ver si no se le ofrecía algo, ¿tiene usted calor señorita? Esta muy sonrojada – le dijo Dorothy preocupada.

- Un poco Dorothy, no de hecho ya me iba a dormir. Puedes retirarte – le indicó ella.

- Buenas noches Señorita Candy – Dorothy se despidió.

- Buenas noches Dorothy – Candy hizo lo mismo.

- ¿Con que tienes calor Candy? – le preguntó él en tono burlón cuando Dorothy ya se había ido.

- Realmente creo que no soy la única – argumentó ella.

- No, no eres la única, sólo que no quería ir a dormir si no me dabas lo que me debes – repitió nuevamente.

- Terry...- lo miró cariñosamente.

- Bueno lo que nos debemos – corrigió él.

- Bueno pero desde mañana te daré un beso en las mañanas y otro al irnos a dormir mientras no nos pillen. Buenas noches Terry – le dijo mientras le empujaba hacia la puerta.

Memorias de un amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora