-Ay, Dios mío. ¿Qué mierda haré contigo?- preguntó Noha como si fuera una carga que él tenga que soportar.
-Mira, Noha- dije y empecé a caminar hacia él tambaleantemente-. Tú no eres mi dueño, así que te me callas y te vas de mi habitación- él puso los ojos en blanco.
-Estás tan borracha que arrastras las palabras- negué con la cabeza provocando que me maree y si él no me hubiera agarrado del brazo, probablemente hubiera caído al suelo. Al sentir su mano rodear mi piel toda la rabia que llevaba dentro salió a forma de gritos:
-¡Suéltame ahora mismo!- chillé y tiré de mi brazo tan fuerte que me tambalee y caí al suelo. El impacto fue duro, pero no sé compraba a nada con el dolor que sentía ni corazón cuando estaba cerca suyo.
Noha empezó a acercarse, mientras decía de forma dulce, casi resignado:
-Ven, te ayudo a levantarte- me crucé de brazos. No era una niña pequeña como para que tenga que ayudarme a levantarme. Puedo hacerlo yo misma.
-No, quiero quedarme en el suelo. Me caí porque me quería sentar- le saqué la lengua. Él tiró su cabeza hacia atrás diciendo algo en susurros y sonrió exasperado.
-Te estás comportando como una niña pequeña- emití un grito ahogado fingiendo indignación.
-¿Y qué quieres? ¿Que me comporte como una prostituta para complacer tus necesidades de macho?- reí al darme cuenta de lo graciosa que sonaba aquella última palabra-. Joder, que bien que suena macho- volví a reír-. Macho. Macho. Macho. Macho. Macho. Macho.
-Ya basta de decir macho- reí al oírlo decir aquello último. Él me miró exasperado-. ¿Y ahora qué he dicho de gracioso?- me mordí el labio conteniendo la risa.
-Macho- reí y retrocedí rápidamente con mi trasero pegado al suelo hasta acabar mi espalda contra la cama de Camille donde apoyé mi cabeza. Hablando de eso... ¿Y Camille? Bha, seguramente estará en la casa de Ashton.
Noha suspiró con las manos en el bolsillo. Se veía como todo un héroe del olimpo... No, como un demonio sexy, aunque los demonios siempre son sexy.
Él camino hasta donde estaba yo y se sentó en el suelo a mi lado. Nos encontrábamos tan cerca el uno del otro que la piel de su brazo tocaba el mío, aunque el alcohol empezaba a provocarme cansancio, ya que los ojos se me cerraban solos.
-¿Por qué siempre te comportas horrible conmigo?- pregunté en un susurro. Hasta mi voz se notaba cansada. Todas mis energías se habían ido en aquella última discusión. Él miró la pared fijamente sumiso ante sus pensamientos.
-No lo sé- negué con la cabeza desaprobatoriamente.
-Tú nunca sabes nada- él me miró con el ceño fruncido al oír aquellas palabras, y luego de segundos examinando mi rostro, dijo:
-Necesito que me respondas a esto con sinceridad y puede que te responda porqué me comporto así contigo- levanté ambas cejas. "Puede", esa palabra era tan tentadora-. ¿Has bebido lo suficiente como para olvidar todo mañana?- me lo quedé viendo un segundo examinando cada facción y cada curvatura de su bello rostro. Él era un puto demonio, pero ¡joder! ¡Era tan lindo! Sus labios necesitaban ser basados por alguien y, a pesar de que siempre que estemos cerca me queme en su infierno, yo era la única que estaba más cerca, por lo que no me quedaba más remedio que hacerlo. Tal vez sea el alcohol o el deseo que me quedó de seguir aquello con Lenin, pero acerqué mi rostro a él y le planté un pequeño y dulce beso en los labios. Claro que no me rechazo, al contrario, me siguió besando, aunque él nunca besa de forma tierna, sino como si estuviera desesperado. Pareciera no comprender cómo se hace, pero no me importaba mientras nuestras bocas estén juntas.
-Espera- me interrumpió volteando la cabeza y yo emití un sonido de queja. Era la primera vez que Noha rompía uno de nuestros besos, así que esto es lo que se sentía cuando yo se lo hacía a los demas-, me distraes- fruncí el ceño. ¿Distraerlo? Cierto, de lo que hablábamos antes-, y no me has respondido- levantó amabas cejas como diciendo "Te estoy reprochando algo y lo sabes". El lamió su labio interior.
-Lame también mis labios- dije sin pensar y él sólo sonrió negando con la cabeza divertido. Venga, ¿Eso lo he dicho yo? Pero qué valiente he sido. Es por esto que me agradaba mi versión ebria, era mucho más divertida así.
-Tu boca sabía a vino, ¿Cuántas copas?- quiso saber. Yo no sabía para qué. ¿Para qué era? Me iba a contestar algo... Ah, sí, porqué se comportaba mal conmigo.
-Unas seis, creo- él sonrió complacido y dobló una de sus piernas apoyando su brazo sobre su rodilla provocando que la mano se quede colgando.
-Con eso bastará- dijo sin mirarme al rostro-. Me comporto así contigo porque me gustas- mi corazón dio un golpe fuerte y si no hubiera sido porque me había quedado sin palabras probablemente hubiera gritado un "¿Qué?". Necesitaba un vaso de agua para tirarmelo en la cara y así despertar del sueño porque eso era sencillamente imposible. Él suspiró aliviado-. Listo, ya lo dije. Me gustas- me miró-. Se siente bien. Joder, me gustas- dijo esta vez más fuerte y dicho eso rió mientras yo seguía anonada.
¿Gustarle? ¿Qué? ¿Yo? Ha de ser la bebida. Sí, seguro que es eso. O puede ser que Lenin haya puesto alguna droga en mi bebida y por eso estoy alucinando. Eso tiene más explicación lógica. U otra teoría es que Noha tiene un gemelo que nunca me presentó y tienen los mismos tatuajes y todo igual, entonces a uno le gusto y al otro no. Eso sería raro, pero no imposible.
Al notar que no decía nada, él frunció el ceño y preguntó a la defensiva:
-¿Qué?- sentí un malestar en el estómago y cerré los ojos. Empezaba a sentir aquella sensación de revoltijón que tienes cuando todo el alcohol que has bebido empieza a subir por tu garganta.
-Creo que voy a vomitar- murmuré, y dicho eso todo lo que había bebido salió disparado por mi garganta. La mano de Noha tomó mi cabello para que no se manche con vómito, mientras que mis ojos empezaban a humedecerse.
-¿Ya has acabado?- preguntó él, al notar que había cerrado mi boca. Negué con la cabeza y nuevamente el alcohol que restaba en mi organismo salió de mi interior, aunque esta vez en menos cantidad. Una lágrima causada por el esfuerzo de vomitar se desliza por mi mejilla y Noha se apresura en secarla.
-¿Sabes? Estoy pensando en no contarte nunca más mis cosas- responde él supongo que bromeando, y yo cierro los ojos acabando finalmente de vomitar y sintiendo el ácido que deja el vómito.
Acabo de ensuciar el suelo de la parte de Camille y mi vestido. Nunca me lo perdonará.
-Dios, soy un asco- digo sintiéndome demasiado mal y adormecida como para tener un filtro entre cerebro y boca.
-No digas eso. Vomitar no te hace ser un asco- respondió. Aún tenía los ojos cerrados, pero seguro que él tenía el ceño fruncido y me miraba seriamente, o algo similar.
-Arruiné el vestido- dije en un susurro, apenada-. Me lo confeccionó mi padre, y... Mierda- sonreí agotada.
-¿Has tomado pastillas mientras bebías?- me sonrojé. ¿Había vomitado las pastillas? Ahora definitivamente era un asco de persona.
-Lo siento- murmuré entre lágrimas. No pude evitarlo. La borrachera se estaba yendo al haber vomitado todo lo que había consumido, sin embargo me había sensibilizado a tal punto que no pude evitar echarme a llorar. Estaba llorando frente a Noha por algo que había hecho, le estaba pidiendo disculpas y él tan sólo se mantenía en silencio.
-Tienes que darte una ducha- abrí los ojos viendo que se levantaba de mi lado. Estaba enfadado, lo notaba perfectamente y sabía que era porque había tomado las pastillas. Pero estaba bien, de cierta forma, porque eran para dormir y éstas tardaban en hacer efecto. Mi alarma había sonado a la hora en la que tengo que tomarlas y no me habían dicho nada sobre que no podía con alcohol.
(...)
Desperté con un enorme dolor de cabeza. Nunca me había dolido tanto, hasta mi respirar hacía que me duela. Solté un gruñido volteando hacia un lado. Me encontraba en mi cama, con mi pijama gris y formas pequeñas de comida puesto. No recordaba haberme cambiado. De hecho, no recordaba nada, prácticamente. Mi mente no iba más allá de cuando estaba en la misma mesa con Eleni y Lenin comiendo y bebiendo, y por más que me esforzara no recordaba nada más. Habré bebido demasiado como para olvidar la celebración. De pronto estaba enfadada conmigo misma. Fui al baile de Orgullo y Prejuicio y olvidaba lo que había ocurrido. Eso sí que es ser una gran fanática de la novela.
Me senté en la cama revisando la hora en mi celular notando que mi clase ya había pasado desde hace rato. Oh, Dios, no. Nunca más debo emborracharme. No beberé nunca más, en serio.
Cogí del cajón de la mesa de noche una pastilla para el dolor de cabeza y fui al baño. Tal vez el agua del grifo no sea lo mejor, ya que puede que esté contaminada, pero no soportaba ir a la cocina para coger un vaso y agua. Suspiré entrando al baño de mala gana. Apenas podía moverme de la resaca que tenía. Me puse en la boca la pastilla e inmediatamente bebí un poco de agua para que la amargura que empezaba a inundar mi boca se vaya a mi estómago.
-Que asco- murmuré negando con la cabeza y esperando a que haga efecto.
Necesitaba recordar qué había sucedido, era muy probable que haya cometido algún error, ya que eso era lo que hacía cada vez que bebía copas de más.
Dejé que la pastilla haga efecto y salí del baño decidida por descubrir qué había sucedido. La única persona que sabía que estuvo conmigo era Lenin, por lo que él debe de saber qué sucedió anoche.
Decidí enviarle un mensaje para poder encontrarnos y para que me cuente lo que había sucedido.
Todo lo que sabía era que había ido con Lenin al baile, donde conocí a Eleni y a un tío que se llamaba... Colin, creo que era. Luego fui a bailar con Lenin emocionada por la coreografía que habían inventado y cuando mi panza empezó a gruñir del hambre nos sentamos junto a su hermana en una mesa empezando a comer y beber... Debe de haber más. Revisé mi galería de imágenes esperanzada de haberme sacado alguna selfie, pero mis esperanzas fueron dañadas al descubrir que la última foto que había sacado era de Lola durmiendo.
Oí unos gritos de chicos fuera de mi habitación. Se notaba que estaban discutiendo a causa de los enérgicos y amenazadores gritos. Sin embargo, me sorprendí al reconocer ambas voces. No estaba para lidiar con problemas ahora, tenía una jaqueca de muerte que si bien la pastilla había alivianado algo el dolor, a la vez seguía sintiéndose. Pero no iba a permitir que Noha y Lenin se griten entre ellos, por lo que decidí abrir la puerta a regañadientes. Fui tan silenciosa que ninguno de los dos hizo caso de mi presencia.
-Dejaste que se vaya un millón de veces, Noha- dijo Lenin-. ¿Por qué no intentas que sea ella quien decida acerca de lo que es bueno o malo? Además, ¿no crees que ha sufrido más a tu costa que conmigo?- No debería apoyar a ninguno de los dos, al fin y al cabo el motivo de la discusión era yo, pero esta vez estaba de acuerdo con Lenin.
-Porque yo hago lo que se me da la puta gana- dijo Noha. La distancia en la que se encontraban era demasiado amenazante. Él era alto y, según lo que vi, es más fuerte que Lenin. Yo no quería que ninguno de los dos salga lastimado porque, si bien discuto con Noha muchas veces, también es alguien divertido y simpático si se lo propone. Y Lenin no quería que lo lastimen. Era mi amigo y mi única fuente de información para saber qué ocurrió anoche.
Sumisa de mis pensamientos perdí el hilo de la conversación, recobrando el sentido sobre lo que ocurría cuando oigo algo un fuerte sonido. Noha había cogido a Lenin del cuello de su camisa y lo tenía acorralado contra la pared en frente mío.
-¿Qué harás?- lo provocó Lenin-. ¿Golpearme? Ella te odiará si lo haces- fruncí el ceño. Sé que tiene razón sobre aquello último, pero la forma en que lo dijo provocó que esté alerta. Decidí que era hora de actuar.
-Por favor, ¿pueden irse?- pregunté. En el silencio del pasillo, mi voz logró oírse. Nunca había tanta gente en la residencia, de hecho era una de las residencias con mayor cupo de estudiantes gracias a que no había Wi-Fi gratis, sino que se le agregaba a la cuota, pero pensándolo fríamente, en las otras residencias no se pone en la factura de la cuota que el Wi-Fi no es gratis, y que técnicamente ellos lo están pagando.
Noha soltó a Lenin de la camisa y se sonó los dedos de forma amenazante sin mirarme al rostro. No podía verle la cara, pero sentía esa necesidad de defenderlo.
-Y si te golpeara, Lenin- dije-, luego de haberle echado en cara que lo odiaría, probablemente no lo haga puesto que tras la amenaza te lo hubieras merecido- puse los ojos en blanco mientras me cruzaba de brazos.
Noha volteó a verme y me miro como si estuviera desilusionado o... dolido. ¿Qué? ¿Quería que lo odie? Esto no tenía sentido. Recordé que él sabía perfectamente que saldría con Lenin, por lo que tal vez sienta pena por cómo acabé... Bueno, él no sabe cómo acabé, ¿o si? ¿Y si lo llamé? Tal vez lo haya hecho. Tenía mi celular y con la embriaguez suelo hacer locuras. Por ejemplo, cantar en público.
-¿A qué vienen?- pregunté intentando que la atmósfera no sea tensa. Noha estaba enfadado con Lenin quién sabe por qué, Lenin estaba mirándome con ojos de "Por favor, salvame" y yo quería que ambos estén bien estando juntos.
-Vine a verte- dijo Lenin Y Noha lo fulminó con la mirada.
-No, tú te ibas a ir- le dice de forma amenazante. Lo fulminé con la mirada dándole a entender que se calme-. Y vine a recoger mi camiseta- abrí los ojos grande. De pronto mi garganta estaba seca ante aquello último. ¿Su camiseta? ¿Había estado en mi habitación ayer a la noche? Tal vez Camille lo habrá dejado pasar. Esperen, ¿Y Camille? Ahora estaba dudando de que la que me arropó anoche haya sido Camille si siquiera la vi, y él estuvo en mi habitación.
-¿Tu... camiseta?- pregunté confundida y fingiendo que no me importaba. Sin embargo, estaba demostrando todo lo contrario. Empezaba a ponerme nerviosa y cambiaba mi peso de un pie al otro.
-Sí, eso dije- respondió, tajantemente y entró a la habitación como si fuera suya. Me podría haber molestado y mucho su actitud, pero aún estaba abrumada por aquello que había dicho.
-Juliet- me llamó Lenin. Lo miré-, ¿podemos ir a dar un paseo?- Estaba nervioso. ¿Por qué? ¿Temía que lo rechace? Yo nunca haría algo así.
-Claro- asentí de forma amable-. ¿Te parece dentro de tres horas?- pregunté-. Es que debo arreglarme y todo eso.
-No hace falta- respondió él con una amplia sonrisa-. Tú estás bella hasta cuando tienes unas ojeras de panda- me sonrojé y él volvió a reír. Cerré la puerta avergonzada. No sé porqué cada vez que me hacía un cumplido me sonrojaba. Es una muy mala costumbre y no me gusta.
-¿En serio te has sonrojado por lo que aquel tonto te ha dicho?- preguntó Noha con una pizca de humor, mientras tecleaba en su celular algo. A veces sentía que no me prestaba atención, en serio-. Siquiera fue un buen cumplido- me miró-. Eso nunca llevaría a nadie a la cama- por alguna razón sentí que la palabra "Eso" se refería a Lenin-. Bueno, no. Tal vez a chicas borrachas que consuman pastillas- fruncí el ceño. ¿Por qué decía eso? Lenin no es de esa clase de persona. Cerré los ojos ante una punzada de dolor de cabeza. Mis ojos estaban llorosos, a causa de que recién estaba levantada. Intento recordar algo de la noche anterior y por primera vez logro algo, sin embargo no tiene mucha relevancia. Era yo intentando abrir la puerta de entrada de la residencia de forma torpe. Inmediatamente ese recuerdo se desvanece, volviendo al punto de partida.
-¿Ya la has recogido?- le pregunté a Noha abriendo los ojos. Me fui a sentar en la cama y me refregué los ojos. Las lagañas provocaban que mis ojos picaran.
-¿A qué?- preguntó desconcertado. Lo miré y por un momento sospeché que me estaba mintiendo.
-A tu camiseta, ¿no es obvio?- él me dirigió mala cara-. Digo, para eso viniste, ¿no?- él se mantuvo mirándome durante unos segundos. En ese proceso, me removía en mi lugar continuamente nerviosa, puesto que su mirada era tan intensa que causaba provocaba aquello en mi. Podría enumerar una gran lista de cosas que Noha me provoca, y cada una de ellas sería distinta a la anterior, pero sería en vano porque, ¿para qué tener una lista de algo que nunca conseguirías? Sólo funcionaría para darte esperanzas de algo que está muerto y olvidado.
-Oye- dije, y lo miré-, tú... ¿Has estado en mi habitación anoche?- esperé la respuesta de firma afirmativa. Sino tendría que esperar a que se vaya, cosa que iba a tardar ya que él era Señor-hago-lo-que-se-me-de-la-gana, y no tenía mucho tiempo para esto. Tenía que ponerme al día con mis clases o podría perder el año.
-No, traje la camiseta vomitada a tu habitación porque quería verte- puso los ojos en blanco, mientras yo me encogía de dolor.
¿Por qué no podía ser amable y decir las cosas en la cara? Sin sarcasmos e indirectas. Sólo sinceridad. Así nos ahorraríamos confusiones a todo rato.
-¿Tú... Sabes algo de lo que ocurrió anoche?- él puso los ojos en blanco. Por alguna razón temía que su respuesta sea sí. Dios sabe qué habré hecho ayer a la noche.
-¿Y por qué no le preguntas a tu novio?- fruncí el ceño-. Lenin- especificó y yo abrí los ojos como platos. ¡¿Ahora era la novia de Lenin?! Tendría que solucionar esto-. Es figurativo, Juliet. No eres su novia- suspiré aliviada, mientras una sonrisa se extendía por su labio. Lo último que querría ahora mismo era tener un novio por dos simples razones: 1) Recién estaba saliendo de una decepción amorosa con Noha, y 2) El único novio que me gustaría tener es el mismo chico que nunca me prestaría la más mínima atención.
-Entonces, ¿qué ocurrió?- pregunté y él se encogió de hombros como si fuera poca cosa.
-Nada interesante. Regresaste a la habitación drogada y ebria- fruncí el ceño y solté una carcajada ante la broma que me estaba jugando mi viejo amigo. Digo viejo porque ya no es mi amigo, y dudo que vuelva a serlo-. ¿Qué es tan gracioso? Podrías haber muerto- niego con la cabeza divertida.
-Yo nunca he hecho ni haría eso- digo, aunque mi voz delata mi nerviosismo y no pasa desapercibida por él. No quiero admitirlo, pero sé que cometo locuras cuando estoy ebria. Noha levanta ambas cejas.
-Estás nerviosa, muñeca- niego con la cabeza de forma rápida delatando mi nerviosismo.
-Yo nunca haría eso- digo de forma rápida y anonadada. Aunque... Niego con la cabeza apartando esa idea-. Es decir, sé que cometo locuras, pero, ¿consumir pastillas con alcohol?- sonreí-. Eso definitivamente no lo haría nunca- él se encogió de hombros.
-Sabía que no me creerías- dijo con una sonrisa ladeada-, por lo que te haré una simple pregunta: ¿Tienes alguna clase de pastillas? Puede ser por medicamentos, no necesariamente drogas- asentí lentamente.
¿Por qué me preguntaba si tenía pastillas? Creí que ya lo sabía. Es decir, sé que husmea entre mis cosas porque él desprende un olor a almendra que sólo le pertenece a él, y muchas veces su aroma se queda en mis cosas. Una vez se quedó impregnado en uno de mis cuadernos de la infancia, sólo espero que no haya descubierto dónde guardo el resto de ellos.
-¿Llevas una cuenta de ellas?- volví a asentir.
-Por supuesto- ¿Qué clase de pregunta era esa? Me conocía más que a nadie. Sabía lo obsesa que me volvía con cosas tan delicadas como esas. No llevar el número de pastillas que tenía sería el colmo-. Entonces, si no consumiste ninguna anoche, ¿podrás fijarte?- su sonrisa era como la de Lucifer, pero no me sorprendía para nada que haga preguntas como esas o que yo lo compare con cosas así.
Desorientada, busqué mi cartera. Allí guardaba mis pastillas. No quería que nadie más sepa acerca de eso, nadie excepto Camille, por lo que no estaban encima de una mesa o algún lugar similar.
La razón por la que Camille era la única que sabía de esto era porque en ocasiones pegaba como una droga, como un alucinógeno y acababa viendo cosas. De hecho, una vez vi un alíen, y no bromeo.
En efecto, y luego de contar las pastillas, di a conocer que faltaba una. No podía ser que haya hecho eso, sabía lo que provocaría en mi si lo hacía. Él tenía razón podría haber muerto, ¿por qué lo hice? ¿Con qué justificación lo hice? ¿Tendrá Lenin algo que ver?
-¿Lo ves?- preguntó y lo miré a los ojos. Su mirada era demasiado profunda para este momento. Sentía un nudo en la garganta, podría haberme muerto y Lenin tampoco me detuvo. Está bien, tal vez estaba demasiado ebrio para reaccionar, como yo, pero no me detuvo.
-¿Por qué lo hiciste?- preguntó de forma suave. No era propio en él, pero ideal para el momento. Negué con la cabeza enterrando mi cabeza entre mis manos.
-No lo sé, yo- suspiré y tiré la cabeza hacia atrás-. Nunca creí que llegaría a hacer eso- negué con la cabeza. Aún seguía sorprendida y desilusionada por lo que había hecho. ¿Cómo pude hacer algo así? ¿Y qué? ¿La próxima me tiro de un puente?
-Está bien, la próxima ten cuidado- dijo y se marchó de la habitación dejándome sola. Necesitaba una explicación acerca de todo esto, y cómo había acabado todo.
Necesitaba arreglarme para encontrarme con Lenin. Él bebió menos que yo, o eso espero, seguro que sabrá que pasó. Realmente tengo esa esperanza.Uuf! Lo que me costó hacer este capítulo. Si no tiene la misma calidad que el resto de los capítulos, es porque los estoy haciendo mientras estudio. Es decir, plasmo la idea del capítulo en una hoja y luego la transcribo. El problema es que a veces pierdo las hojas y tardo en buscarlas, o a veces tengo que hacer una nueva idea porque las perdí y no las encuentro. Sepan disculpar, ahr.
Espero que les haya gustado el capítulo, y tal vez no me tarde tanto en subir capítulo esta vez. O eso espero :v
Voten y comenten :v
Les mando un eso sensualón como yo sé hacerlos, y nos vemos en el próximo capítulo. ¡Jadiós!
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Volviendo el tiempo atrás {EDITANDO} #WATTYS2018
Подростковая литератураLuego de tres meses de aislamiento completo en Alemania, Juliet Stonem regresa a Estados Unidos con una actitud completamente distinta. Ha dejado de ser la niña de 15 años que se embriagaba todos los días para convertirse en alguien responsable. Jul...