Camino por la acera hasta llegar a la acera de mi casa. Sé que mamá está adentro no sólo por las luces que están encendidas, sino también porque el coche de ella está estacionado. Me acerco a él y le limpio la nieve que cayó encima congelándome las manos, a pesar de tener guantes. La lana no funciona para nada como una barrera que aleja el frío, al contrario, pareciera que mis manos están desnudas limpiando la nieve.
Mi casa no ha cambiado en nada. Las paredes siguen siendo de el celeste pastel, aunque con el tiempo se volvieron más como un celeste antiguo, desde afuera se pueden apreciar las cortinas blancas que no dejen ver nada desde el exterior. Los nueve escalones que están ahora revestidos con nieve, llevan a sus costados pequeños muñecos de Santa Claus, y antes de llegar a la puerta, un árbol de navidad se encuentra a su lado. Miro el segundo piso, donde se encuentra la habitación de mamá y noto que también tiene las cortinas blancas cubriendo su ventana.
Decido dejar de observar todo como si fuera la primera vez que la veo, a pesar de que el sentimiento de melancolía me persigue en todo momento mientras subo los peldaños. Algunos recuerdos de una Juliet adolescente regresando de su viaje a Alemania inundan mi mente provocando que una sonrisa asome por mis labios. Volteo y agito el paraguas para quitarle toda la nieve posible y luego lo guardo en el portaparaguas a un costado de la puerta.
Suspiro. Según mis cálculos, todo tendría que estar bien. Digo, al fin y al cabo, es sólo mi madre, no un monstruo. Tampoco es como si me asustara el hecho de que no acepte los nuevos y recientes cambios de su hija. No tendría porqué preocuparme, me ha visto con peores actitudes y atuendos mucho más expuestos. Golpeo la puerta tres veces seguidas, provocando que Lola empiece a ladrar y gimotear de felicidad. Sonrío. ¿Cómo me pude olvidar del regalo de Lola?
Oigo pasos bajando de las escaleras, y a la vez los ladridos de Lola en aumento. Ella vino conmigo desde Alemania, es prácticamente el único legajo que tengo con mi padre biológico, sin contar la información genética. La adopté cinco días antes de volver a Estados Unidos, en la campaña Patitas para todos que estaba ayudando él para, bueno, demostrar que no era tan sólo un diseñador de ropa más, sino que tenía un corazón bastante grande. De hecho tiene un corazón grande, es decir, acobijó a una perfecta desconocida bajo su techo que no hacía más que provocarle problemas y más problemas con su novia, actual esposa. Claro que luego de hacerle pasar las mil y una, pudo enderezar mi camino y, bueno, no me quería alejar de él, por lo que me llevó a adoptar a un perro. Él pensó que querría un chihuahua, un pug, o un perro de bolsa, pero no. Lola es una rottweiler negra y marrón muy cariñosa. Siquiera sirve como defensa. Mamá quiso arrojarla a la calle en cuanto me vio con ella, pero yo le juré y perjuré que me comportaría bien.
Oí la llave destrabando la puerta, e inmediatamente su rostro serio apareció detrás. Sonreí al verla y la abracé. Su abrazo era frío, como siempre.
-Mamá, hola- la saludé, y le di un beso en la mejilla a modo de saludo. Empecé a quitarme los tacos mojadas por la nieve. Reglas son reglas, y por más de que no me haya visto desde hace 5 meses, tal vez un poco menos, no iba a cambiar las reglas por nostalgia.
-Hija, ¿qué llevas puesto?- preguntó en cuanto entré a la casa. Un aroma a tarta de manzana recién horneado inundó mis fosas nasales, amortiguando la pregunta de mamá y el desagrado con el que lo decía.
Miré mi ropa. No era nada fuera del otro mundo. Un vestido gris de lana, muy abrigado que tenía un cinturón negro en la parte de las caderas, con unas medias negras transparente, el saco rojo que me regaló Alice y un gorro negro. Sin contar la cartera dorada, y los tacos negros.
-Es lo que se lleva ahora- especifiqué, observando la sala y todo, prácticamente. Acaricié a Lola, agachándome para poder abrazarla-. Hola, bebé- le dije, y ella empezó a aullar de felicidad. Reí, y me levanté.
-Y si todos se tiren de un puente porque es lo que se lleva, ¿tú también lo harás?- suspiré, y voltee hacia ella.
-Sabes que no es así- ella me mira con sus ojos negros penetrantes y niega con la cabeza desilusionada.
-Grace- grita la voz de un hombre desde el comedor. Frunzo el ceño reconociendo que la voz es del jefe de mi madre, Hugo. ¿Por qué está él aquí? ¿Qué es lo que está ocultando? Primero Noha que oculta toda su vida de mi, y ahora ella. ¿Acaso tengo un cartel en el rostro que dice "Ocultenme sus problemas, por favor"?
La miro de forma que parezca que la pido una explicación y ella me devuelve la como si me estuviera diciendo "Cállate, o verás las consecuencias". Lo cierto es que podía ser muy intimidante si s el proponía, y tan sólo con mirarla los pelos de mi espalda de se erizaron.
Volteo la cabeza al escuchar los pasos de Hugo quien se sorprende al verme. Hugo tiene una estatura promedio para su edad. No es muy alto, pero tampoco es un enano como yo. Sus ojos son celestes casi gris, o tal vez una mezcla de ambos y realmente me sorprende no encontrar ni una arruga en su rostro. Se mantiene bastante bien, de hecho parece de unos 30 años, cuando podría tener perfectamente unos 40.
A pesar de que él esté sorprendido, aún más lo estoy yo. Es decir, ¿qué hace él en la casa de mi madre? Podría venir por cuestiones laborales, como un manuscrito o algo similar pero no lleva traje, por lo que dudo que sea eso. Sería todo más simple si directamente preguntara, pero él se me adelanta y dice confuso:
-Eh, hola- extiende su mano como si esta fuera una junta empresarial-. Eres Juliet, ¿cierto?- asiento y empiezo a caminar hacia él. No entiendo qué hace aquí, pero no voy a ser tan descarada como para dejarle la mano extendida. Por lo que se la estrecho y él la acerca lentamente a su boca para luego besarla-. Un gusto.
Aparto inmediatamente mi mano, y la oculto detrás mío limpiandome su saliva, mientras muestro una radiante sonrisa. Soy consciente de que mamá esté detrás nuestro, por lo que ve mi gesto con la mano, pero poco me importa. Al fin y al cabo, ella me está ocultando la razón por la que está aquí Hugo. Su jefe. Es decir, no cualquier persona. Sino su jefe. Intento tranquilizarme diciendo que son por cuestiones laborales.
-Sí- mamá se aclara la garganta y él quita sus ojos de los míos para dirigirlos hacia ella. Realmente odio no saber qué es lo que está ocurriendo.
-No sé si sabías que tu mamá y yo estamos saliendo- dice él luego d runa pausa incómoda. Yo levanto las cejas más que sorprendida. ¿Ella? ¿Él? ¿Qué? ¿Por qué? Es decir, ¿por qué no me lo dijo? Soy su hija! Tengo derecho a saber con quién sale y a quien frecuenta, y...
-¿Qué?- digo y no me molesto en ocultar mi tono a la defensiva. Sí, estoy enfadada. Estoy enfadada porque no me lo dijo.
-Sí, eso- responde Hugo, carraspeando. Lo está empeorando. Todo esto parece como si fuera una broma pesada. Pero el jefe de mi madre nunca la ayudaría a ella a hace runa broma, principalmente por eso, porque ella no hace bromas. ¡Es la persona más seria que hay!
-¿Y desde cuando?- pregunto. Todo este tiempo estuve viendo a mi madre quien no hacía más que mirarme ofendida. Ella ofendida. ¿Quién estuvo engañando sobre los hechos a quién? Quise agarrarle los hombros y agitarla de atrás hacia delante para que reaccione y me diga algo, puesto que el que han la aquí es su... novio.
-Desde meses- cierro los ojos esperando que no sea la cantidad que yo quisiera-. Fuimos novios oficiales desde tu primer día en la universidad- la miro más que enfadada. Todo este tiempo no hizo más que burlarse a mis espaldas, se reía de mi inocencia como todos lo hacen. Y, lo peor, es que yo creía que sólo se acostaban para matar el tiempo, pero no. Los hechos no son como los imaginaba, nunca lo son.
Empiezo a caminar hacia la puerta dispuesta en marcharme. No me quiero quedar a conocer los detalles de su relación, ni quiero conocer a Hugo, a pesar de ser su novio. Pero me detengo cuando los ladridos de Lola interrumpen mis pensamientos y ella se pone entre la puerta y yo. Sé que no quiere que me marche, y me hace sentir culpable eso, pero el aire que respiro ya no es más de pastel de manzana, sino que directamente siento como si me estuviera asfixiando.
Agacho mi cabeza, abatida. No la dejaré de nuevo así, sin despedirme.
-Iré a tomar un poco de aire- digo-, y me llevo a Lola conmigo- digo en tono frío. No espero que me nadie me detenga, ambos están mudos observando cómo me pongo los tacos sosteniendome de la puerta. Tomo la correa rosa y la abrocho con el collar que le hace juego. Le acaricio su cabeza y le sonrío en un intento de tranquilizarme a mi misma.
Me levanto acomodando mi vestido, abro la puerta y dejo que pase primero Lola y luego la cierro sin dirigirle la mirada a ninguno de los dos. Empiezo a caminar. Ella me ha estafado. Me ha dicho que todos los rumores que se esparcían por la editorial sobre ella y él eran falsos, pero lo ha repetido tantas veces que por más que me hayan traído fotos -cosa que nadie hizo-, nunca me lo hubiera creído. Confiaba en ella. Yo confiaba en que me lo diga todo, así como yo lo hacía, pero me ha defraudado. ¿Cómo podría confiar en alguien si la principal persona me miente sobre sus relaciones? Siquiera me ha dicho que le gustaba, o nada.
Toda mi vida me ha dicho "No traigas a chicos a la casa" y nunca lo hice. Nunca. Siquiera cuando quería hacerlo con alguno de mis novios, porque la respetaba y respetaba sus reglas, pero ella no lo hizo igual. Y no trajo a cualquier persona. Trajo a su jefe. Hugo es un hombre que se había divorciado hace poco, pero no sé sabían las razones. Bueno, supongo que ahora las sé. Ella provocó que una pareja que estaba casada desde unos siete años, se separe y, lo peor es que no le importo para nada. Vaya sentimientos que tiene, vaya madre que tengo.
Acepté el hecho de que siga viendo a papá en la cárcel porque fue alguien que la ayudó a criarme, no lo hicieron bien ninguno de los dos, pero aún así me criaron como pudieron. Pero no puedo permitir que salga con Hugo. Si papá no lo sabe no me cabe duda de que sería capaz de matarlo, ya que él piensa que aún es de su propiedad. Para mi suerte, mamá le firmó un contrato que decía que cuando cumpla 18 años el negocio en el que estaban no iba a afectarme a mi en ninguno de los sentidos, siquiera me iban a incluir en nada. La única cosa que hizo bien, según yo. Pero no hizo lo mismo para ella, por lo que de cierta forma le pertenece.
Durante todo el trayecto dejé que Lola me condujera hacia donde ella quería ir, al fin y al cabo, esto era como una salida de chicas. Me sorprendí al encontrarnos en el parque en la que siempre jugábamos. Le sonreí. Cuanta memoria que tiene..., pensé.
Sacudí la nieve del banco en frente de los columpios, y me senté liberando a Lola para que vaya a jugar con la nieve. Comprendo que mamá nunca la saca a pasear, o que la odie, pero ella también necesita aire libre. Sin embargo, ella apoya sus patas encima de mis piernas y empieza a besar mi cara.
-Lola, no- le digo, entre risas, mientras le aparto su hocico de mi cara y ella empieza a ladrar emocionada-. ¿Qué?- le pregunto dulcemente-. ¿Qué tienes, tesoro?- Lola vuelve a ladrar y mueve la cola de forma rápida. Nunca creí que le emocionaría tanto verme. Le emocionó mucho más que a mamá.
A pesar de que la quiera, no pude despedirme de ella cuando me fui a la Universidad. Ella sufre una enfermedad en los huesos de sus patas traseras que, a veces, le imposibilita caminar. Todo esto empezó dos semanas antes de que entre a la universidad y estuvo internada durante esas dos semanas en el centro veterinario, pero ahora gracias a medicamentos y pastillas lo pudimos regularizar. Al inicio no confiaba en que mamá le de sus medicamentos- y mucho menos voy a confiar en ella ahora-, pero luego de ver lo feliz y alegre que está ella sé que le dio aquellas pastillas. Sin embargo me tomaré las molestias de volver aquí cada vez que pueda sólo para corroborar que le dio sus medicamentos.
Lola se sube al banco acomodando su cabeza sobre mis piernas acostada sobre lo que resta del banco. Ocupa mucho espacio, por lo que decido apartarme un poco para que pueda estar más cómoda. Empiezo a acariciar su cabeza.
Supongo que tendría que perdonarla, aunque de cierta forma me enoja el hecho de que se comporte como toda una... fácil, cuando me mandaron a Alemania justamente para cambiar eso. Bueno, eso y porque lastimaba a todos sin razón. Pero, es decir, si ella me mandó a Alemania por mi actitud, ¿por qué tendría que comportarse como yo? Puede que sean sus decisiones personales, y en caso de que sea así realmente necesitaríamos una charla, ya que también tengo mis decisiones personales acerca mis amigos.
Miro a Lola.
-¿Crees que deberíamos volver?- le pregunto, y ella me mira de reojo con expresión triste. Me la imagino diciendo que perdone a mamá-. Sí, ya sé que debería perdonarla, pero ella me ha ocultado algo tan grande como eso- otro silencio, y yo miro hacia delante-. Aunque yo también le oculté el hecho de que seguí viendo a Noha, Camille y el resto- niego con la cabeza-. Cierto, tú no sabes quiénes son. Bueno, son unos amigos y Noha es el chico que me gusta- noto que Lola mueve su cola una sola vez cambiándola de lado-. No es tan desagradable como quiere hacer parecer. Aunque, a veces tiene sus ataques de ira y parece el Diablo- sonrío-. Pero es tan condenadamente lindo verlo sonreír- la miro y me acerco a su hocico-. Es un secreto entre hermanas, así que no se lo digas a nadie- le doy un beso en su frente y la vuelvo a acariciar.
Me siento mejor ahora que hablé con ella, a pesar de que no me entienda. De cierta forma siento que sí me entiende, no sé cómo pero tengo la leve sospecha de que sabe lo que ocurre a mi alrededor y me entiende y escucha. Una cualidad que poseen muy pocas personas, de hecho.
-Vamos- le digo, provocando que levante la cabeza y empiece a mover la cola-. Vayamos a casa- espero a que se levante, pero no lo hace. Por un momento me asusto de que no pueda moverse, pero veo como se arrastra más hacia arriba mío con sus patas traseras, de modo que quedó inmovilizada.
Bufo y pongo los ojos en blanco.
-Oye, no seas floja- me río-. Está bien, te cargaré- le levanto el hocico y las patas para poder pararme, mientras que ella me sigue con sus ojos color negro examinando casa minúsculo movimiento que hago.
Me paré en frente suyo y, mientras que pasó mi mano debajo, en su panza, lastimandome un poco, ella me mira como diciendo "Has todo el trabajo tú sola, yo no pienso moverme". Ya sé que no piensa moverse, y también sé que tendré que hacer un gran esfuerzo. Es decir, es una Rottweiler de 4 años de edad, ¿cuánto creen que pesa? Exacto, mucho. Le levanté la parte del pecho y luego, con la otra mano, su parte trasera y así pude alzarla, de modo que sus patas delanteras acabaron en mis hombros y las traseras a los costados de mi cadera.
-¡Diablos! Sí que pesas- dije y solté una risita y empecé a caminar hacia casa.
Algunos dirán que estoy loca por hablar con mi perra, pero no lo creo así, muchas personas hablan con sus animales y se siente tan bien hacerlo porque son como tus psicólogos, es decir, tú le cuentas tus problemas y te sientes mejor... O al menos, eso es lo que siento yo.
Si bien Lola pesa demasiado como para que la cargue, no quería que haga demasiados esfuerzos, ya que según los médicos podría arruinarse su columna. A veces me gustaría que no sufra tanto por los huesos, vivir una vida normal como los otros perros sin tener que tomar nada para que pueda correr y caminar. Me da pena, pero nunca podría dejarla morir. Realmente amo a Lola, no sólo porque sea lo que me une con papá, sino también porque me ha hecho compañía desde siempre. Si tuviera que elegir entre ella y alguien más, la elijo a ella mil veces.
(...)
Llegué a casa a la hora, esperando una disculpa, pero no la obtuve. Me había sentado en una punta del sofá mientras que mamá se paseaba de un lado a otro eligiendo los ingredientes para la cena dando por asumido que me quedaría a comer. ¿Y si no lo hago? A la vez que seguía con la mirada a mamá esperando una disculpa, Hugo se quedaba en la cocina. Podía apostar que ellos se susurraban cosas sobre mi, como por ejemplo que no les esté hablando a ninguno de los dos. No quiero ser rencorosa, pero ella no sabe que su orgullo es la principal cosa que me está lastimado, eso y el hecho de que no se haya percatado de mi enfado. Cuando miré hacia la cocina pude notar a mamá con una sonrisa, mientras Hugo le susurraba algo en el oído. Si ella está feliz, yo también tengo derecho, pensé por lo que lo llamé. Creo que lo hice porque quería verlos o porque inconscientemente quería vengarme. Aún no lo tengo del todo claro, pero el punto es que lo hice.
Salí de mi habitación y, media hora después, tocaron la puerta. Nunca los había oído golpear la puerta, sin embargo por la fuerza y el horario supuse que eran ellos. Puede que esté cometiendo uno de los peores errores de mi vida al presentarle formalmente algunos de mis amigos de universidad, pero necesitaba que entienda que si ella puede salir con su jefe, entonces yo puedo tener la clase de amigos que quiera.
-Iré yo- grité antes de que alguno de los dos abra, y bajé de las escaleras rápidamente llegando mucho antes que Hugo y mamá. No sé qué expresión pondrán al ver a quién traje a la casa, pero sé que no les agradará. Anoté mentalmente en agradecer a Camille y abrí la puerta dedicando una sonrisa cómplice a las personas que se encontraban detrás de esta-. ¿Listos?- les pregunté extrañada por lo preocupada que me encontraba. Tampoco es que quería matarla de un susto, ¿o si?
-Terminemos de una vez- respondieron casi al unísono.KALDBSLSJAKA NUEVO CAPÍTULO!! Sí, lo sé. Odienme por dejarles con la intriga, pero creo que es más que obvio quiénes fueron a la casa. No les daré ninguna pista para que estén dudosos, y sé que me haman por eso. No lo nieguen. 7u7
Voten, comenten y nos vemos en el próximo capítulo mis babys.
Les mando un beso sensualón como yo sé hacerlos y nos vemos en el próximo capítulo. ¡Jadiós!P. D: Pasense por mis dos "novelas". No tienen nada que ver con la historia. Uno se llama "Books & Coffee" Que son reseñas de novelas y opiniones. No tengo mucho porque me estoy concentrando en #VETA, pero pronto actualizaré. Y el otro "Típico de rockero" que son típicos de rockeros (?
P. D: En multimedia la casa de Juliet :3
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Volviendo el tiempo atrás {EDITANDO} #WATTYS2018
Ficção AdolescenteLuego de tres meses de aislamiento completo en Alemania, Juliet Stonem regresa a Estados Unidos con una actitud completamente distinta. Ha dejado de ser la niña de 15 años que se embriagaba todos los días para convertirse en alguien responsable. Jul...