16. La Madre De Camille

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"Estaba en mi habitación, haciendo la tarea con las lágrimas rodando por mis mejillas.
Oía el ruido de los platos estrellarse mientras mamá gritaba que se detenga, pero papá seguía. Tomé al Señor Morritos y lo abracé fuerte, susurrándole que ya todo iba a pasar, que tenía que esperar hasta que se calmara y que tal vez no pueda llegar a ir al teatro.
-Tú nunca me escuchas!- gritó papá y oí el típico ruido de las bofetadas.
Ahogué un grito, y abracé aún más fuerte al Señor Morritos.
Las pisadas pesadas cuasada por las botas de mi padre se escuchaban por el pasillo y venían en dirección a mi.
Abrieron la puerta, y vi el odio y los ojos rojos que escondían la mirada de papá."

Abrí los ojos ante la pesadilla que acababa de tener. ¿Por qué había soñado eso? Nunca había vuelto a soñar con mi padre desde que acabé con mis sesiones de terapia, y eso fue hace más de 2 años. Tal vez deba volver a ir por si acaso. Detestaba la terapia. Odiaba tener que comentar una y otra vez mi relación con mi padre, pero si era necesario iría.
El sol ya estaba alto en el cielo, me había dormido a las 3 de la mañana a causa de que Camille estaba ebria y necesitaba a alguien que la cuide, ya que Ashton estaba trabajando. No sé dónde trabaja, por su postura presiento que es camarero, pero no estoy segura. Debería preguntarle. ¿Y si trabaja junto a su primo en la peluquería? No, no lo creo.
Oí un suspiro femenino que estaba del lado de la cama de Camille. Que raro que esté despierta a esta hora, generalmente se despierta a las 16.
Voltee la cabeza para saludarla, pero al ver que era una señora de unos 40 años me sorprendí y las palabras que iba a decir se me habían quedado atoradas en la garganta. ¿Quién era ella? ¿Qué hacía en mi habitación y cómo consiguió entrar? Seguro que Camille dejó la puerta abierta al irse. Alto. ¿Dónde estaba ella?
La señora estaba sentada en la cama de Camille perfectamente hecha. No creo que un desconocido le haga la cama a Camille, y tampoco creo que ella se la haga. Habían desaparecido las latas de gaseosas que se encontraban encima de la mesa de noche, al igual que la enorme cantidad de ropa que estaba tirada en el suelo y los papeles y libros que estaban desparramados por el escritorio, ahora estaban ordenados en unas enormes pilas.
El cabello de la mujer era castaño claro como el de una nuez, ondulado y tirado hacia la izquierda, sus ojos marrones me observaban con paciencia, curiosidad y amabilidad. Las comisuras de su fina boca estaban elevadas en una cálida y amistosa sonrisa. Tenía unas pecas esparcidas por todo su rostro, y la forma de su rostro se me hacía demasiado familiar.
-Eh... Hola- dije de forma dudosa. He de admitir que no es normal despertarte y encontrarte a una desconocida en la cama de  compañera de habitación-, ¿Necesita algo? ¿Puedo ayudarla en algo?- pregunté, amablemente y con una sonrisa algo tensa, pero disimulada.
Ella sonrió y negó con la cabeza.
-Oh, no gracias, querida- dijo, su tono de voz era suave y dulce. Como la melodía de un arpa tocado por Alisa Sadikova-. Vine a visitar a mi hija- tiré la cabeza hacia atrás levemente al enterarme de eso.
Es la madre de Camille. ¡Wow! Creí que tendría una expresión más dura y fría, por cómo la describía ella. O tal vez sea porque la imagen que tengo de una madre, sea así.
-Usted es la madre de Camille- dije, asintiendo de forma repetidas e inconsciente-. Ella me ha hablado de usted- mis palabras la asombraron mucho, y preguntó incrédula:
-¿Te ha hablado de mi? ¿En serio? ¿Qué ha dicho?- me senté en la cama de forma que pudiera estar cara a cara con ella.
Había metido la pata, como siempre.
-Pues...- me mordí el labio al recordar cómo la había llamado "Es una perra", dijo ella, "Cuando su nuevo esposo la dejaba discutía conmigo intentando culparme por cualquier cosa que él hacía. Realmente la odio."
-Ya veo- dijo, tristemente. Me sentí con la necesidad de distraerla hasta que Camille vuelva. No es bonito que alguien te recuerde lo mal que le caes a una persona, cuando quieres a esa persona.
-Me llamo Juliet- me apresuré a decir para aliviar la tensión que se estaba creando. Ella me sonrió de forma cálida.
-La madre de Camille, pero llámame Mabelle- asentí.
-Cuénteme un poco sobre usted. ¿Llegó hace mucho? Debió de ser un largo viaje, por como lo describió Camille...- ella negó con la cabeza, efusivamente.
-¡No creas eso!- exclamó-. En avión se viaja mucho más rápido. ¿Haz viajado alguna vez?- asentí.
-No- mentí-¿le molestaría decirme cómo es? Me gustaría recordarlo aunque sea a través de otra persona- ella soltó una risa, y yo sonreí. Esperaba que Camille llegue rápido, no sabía qué podía o no podía decirle de ella en caso de que pregunte.
-Pues, no te pierdes de nada la verdad. En todos los viajes que he hecho siempre está la persona que finge que es el fin del mundo- pone una mueca, divertida, provocando que suelte una risita-. Generalmente se sientan a mi lado. El universo conspira en mi contra- solté una risa, está vez más fuerte, a pesar de que no deba.
-Lo siento- dije, tapándome la boca con la mano. Ella movió su mano en el aire como diciendo "Está bien, no me importa", pero un poco sí importaba. A mi no me gusta que se rían de mi.
-No te preocupes- dijo-. Yo también me reiría. Sin embargo lo más gracioso es cuando te toman la mano como si estuvieran por dar a luz- esta vez ella rió, y yo me uní a ella.
Pasé un rato agradable con Mabel. Descubrí que no era tan desagradable como Camille me la hizo creer, y me dijo que vino especialmente para hablar con su hija y que había conseguido un departamento cerca de aquí por lo que le ilusionaba mantenerse en contacto con ella y conmigo. También comentó un par de anécdotas divertidas de su hija, y mientras más reía más rápido se me pasaba el tiempo. Me hizo ver que Camille nunca fue la persona que hace sonreír a todos. Ella también sufrió de amor, también estuvo triste y antes era cínica, demasiado diría yo, mientras que ahora le dices que no crees que el matrimonio sea algo esencial para una pareja y te suelta un discurso de la razón por la que tienes que cambiar de idea y creer en él. Por suerte, conmigo no funcionó eso, y mi idea sobre que el matrimonio es algo absurdo sigue intacta.
-Cuando Camille tenía unos 12 años, aproximadamente- empezó a narrar ella-, iba a una escuela religiosa, ya que creía que así la harían cambiar de persona y ser mejor chica. Hubo un día donde tenían horario libre, ya que una profesora debía irse al dentista, y cuando se enteraron de eso Camille convenció a todos sus compañeros a ponerse en frente de la ventana en ese horario y mostrarle su trasero al mundo. No entiendo cómo lo logró, ¡pero lo hizo! - solté una risa al igual que ella-. Aparecieron en la radio e hicieron tal escándalo que por poco no llaman al canal de noticias- volví a reír y esta vez fue una carcajada más prolongada-. Pero lo peor de todo fue que en frente vivía el párroco de la iglesia, y a la vez era nuestro vecino. Creo que nunca vio tantos culos en mi vida. ¡Hasta le gritaron que les bendiga el trasero!- volví a reír aún más fuerte.
-Bueno, menos mal que no llamaron al canal de noticias, ¿no?- dije y ella rió, mientras a asentía.
Iba a decir algo más cuando abrieron la puerta y el cabello color esmeralda de mi amiga apareció detrás.
-Juliet- empezó mientras cerraba la puerta-, hoy hay una fies...- se detuvo en cuanto volteó y vio a su madre con una amplia sonrisa en su rostro.
Camille se la quedó mirando, lo que más me preocupaba era la reacción al ver la ropa que ella usaba: Jean negro demasiado ajustado, top verde manzana que apenas cubría sus pechos, y atado atrás como si fuera un corset. Tacos blancos con base transparente... Básicamente lo que Camille acostumbra usar.
Sin embargo, ella sonrió y corrió hacia su madre.
-¡Mamá!- exclamó alegre, y la abrazó. Mabelle se sorprendió tanto como yo al ver lo feliz que estaba por volver a encontrarse con su madre. Al parecer, ambas creíamos que la obligaría a irse de vuelta a su casa.
Mabelle le acarició el cabello suavemente, y luego de unos minutos se separaron.
Yo tenía una sonrisa tonta en el rostro, como si estuviera presenciando la cosa más dulce y tierna del mundo. De cierta forma, lo era. Era muy lindo volver a ver el reencuentro de madre e hija, y que éste resulte bien.
-Te he extrañado muchísimo- dijo Camille, acomodándose su top para tener más escote. No le gustaba ser conservadora, ella dice que "conservador se nace, no se hace". Yo pienso que no le gusta ese estilo, es todo.
Mabelle frunció el ceño al ver lo que ella llevaba, abrió los ojos como platos lentamente mientras con la mirada descubría los tatuajes en su cuerpo y levantó las cejas al observar el color de cabello que tenía.
-Camille... ¿que le ha pasado a tu cabello?- preguntó, preocupada y asustada.
Camille frunció el ceño preocupada por su aprobación. Tragué saliva. Esto ya se parecía a una película de reencuentros.
Mabelle ahogó un grito, y luego empezó a chillar de emoción, provocando que de un brinco y por poco no acabe en el suelo.
Decidí moverme más hacia el centro de la cama y no estar en la punta, ya que su madre, era impredecible.
Mabelle y Camille empezaron a reír, a causa del escándalo que Mabelle estaba armando.
-Te quedaba mejor cuando lo tenías de violeta- dijo y le guiñó el ojo.
Ella rió, y yo también. Por un momento pensé que Mabelle le iba a echar la bronca por no tenerlo de su color natural, que lo haría en público y todo eso, pero luego recordé que sólo mi madre sería capaz de hacer una cosa tan tremenda como humillarme en público, en frente de millones de personas.
La diferencia entre la madre de Camille y la mía, era enorme. No comprendía cómo es que ella pudo estar enfadada con una persona tan fresca, dulce y divertida. Claro, las personas cambian, tal vez ella no siempre fue así. Al igual que Camille, tuvo que cambiar para sobrevivir en la sociedad.
-¿Has visto la foto en Instagram?- preguntó sorprendida y emocionada a la vez-. ¡Espera! ¿Tú eres MamaGenial123?
-¡Por supuesto que si! Por cierto, subes muchas fotos de ti y tus amigos, mi favorita es aquella donde besas a... ese chico...- miró el suelo buscando una respuesta-. Es uno pelirrojo- Mabel gruñó y tanto Camille como yo reímos-. Ay, ¿cómo era? Arnold, Armando, Argón, Antonio- por cada nombre que daba más gracia nos daba-, Américo...
-Ashton- dijo ella entre risas-. Se llama Ashton- noté en su tono de voz adoración. Camille estaba dejando la etapa de prueba hacia Ashton, estaba dejando las infidelidades a un lado y se estaba concentrando en ahuyentar las chicas que prácticamente se le tiraban encima a Ashton a todo rato. Una de las tantas discusiones que tuvieron fueron a causa de eso, y acabaron hechandome de la habitación y poniendo una corbata en la puerta. Es cómico el hecho que, la primera vez que los vi... así, les haya dicho que pongan una corbata en la puerta y lo haya hecho.
-Es muy guapo- le guiñó un ojo-. Lo estuve revisando- Camille ahogó una risa al oír aquello. No lo comprendía, es obvio que se refería a que estuvo revisando su perfil.
- ¿Te refieres a que lo stalkeaste?- Mabelld frunció el ceño, confundida.
-¿Qué es eso? No, no, no. Revisé su cuenta de Instagram un par de veces. Luego pasé a Facebook y Twitter- sonreí, mientras Camille ahogaba una risa y asentía, a la vez-. Bueno, como decía, tiene un hermoso six pack- le guiñó un ojo, y Camille se ruborizó. ¿Camille con más mejillas sonrosadas? Eso era nuevo. Le quedaban bien, tiene suerte d eso tener una piel demasiado pálida y que se note, como a mi.
-¡Mamá!- la regañó entre risas ella, y Mabelle sonrió, pero su sonrisa se desvaneció en cuestión de segundos.
-Camille, siento mucho lo que ocurrió entre nosotras y...- me miró. Me encontraba conmocionada a causa de lo emotivo que era todo esto. La reconciliación...
-Podrías... Ya sabes- me dijo y yo fruncí el ceño.
-¿Qué? Oh, si. Eh... Estaré afuera- dije al comprender que quería tener una conversación con ella en privado.
Salí de la habitación, pero antes de pisar el pasillo Camille me llamó, y yo voltee la cabeza hacia ella.
-Te recomiendo que te pongas es...- miró el suelo buscando su ropa, pero al ver que no había nada levantó la cabeza-. Mamá, ¿donde está toda mi ropa?
-Está en el cesto- dijo con calma, y se levantó para ir a buscarlo.
Ambas esperamos pacientemente a que vuelva con el cesto de ropa sucia que se encontraba en el baño, el cual rebosaba de ropa. Camille parecía bastante nerviosa, a mi me inquietaba la conversación. Esperaba que al finalizar la conversación me digan qué ocurrió y que se reconcilien.
La dejó con esfuerzo en frente de ella, y rebuscó en él hasta encontrar un abrigo color beige que me llegaría hasta las rodillas.
Me lo dio, y yo le sonreí tomándolo y saliendo afuera dejando que conversen en paz. Me lo puse rápidamente comprendiendo que la razón por la que me había dado el abrigo era mi pijama. No quería interrumpir la conversación que tenían para cambiarme, pero pensé que sería mejor poner a lavar el pijama junto a él abrigo y un par de cosas más. 
Me senté en el suelo, a un lado de la puerta y viendo quiénes subían y bajaban del ascensor. Todas me miraban con curiosidad, y lo entendía, por lo que me encogí  un poco como si así pudiera desaparecer.
Estuve allí no más de cinco minutos, cuando Red salió de la habitación de al lado de forma rápida. Su cabello estaba un poco alborotado, sin embargo se lo peinó un poco con su mano. Sacó de su campera un cigarro, se lo puso en la boca, lo encendió y guardó el paquete. Con una rápida calada consumió más de un quinto del cigarro, y al sacar el humo de su boca sonrió con superioridad.
-Me alegro que hayas elegido el camino al que perteneces y te hayas dado cuenta antes que te lo diga, aunque con esa ropa no iras muy lejos ¿no estás de acuerdo?- se aproximó a mi, sacando un billete de su campera de cuero. Me lo tiró y se dirigió al ascensor apretando el botón de planta baja.
-¿De que camino hablas?- dije, levantándome. Estaba algo ofendida, sabía que lo único que quería ella era pelear, pero no iba a dejar que me hable así de mal.
Ella siquiera se volteó cuando respondió.
-Ya sabes- dijo-, el de prostituta- me crucé de brazos con las cejas levantadas.
-¿Perdona? No soy una prostituta- dije, y las puertas del ascensor se abrieron dejando que Red entre. Me miró, y mientras apretó el botón dio una calada más.
-Tranquila, también me avergüenzaría de ese trabajo- las puertas se cerraron, dejándome boquiabierta ante su respuesta.
Ella no tenía derecho en hablarme así, no sé quién de creía, pero todo lo que me dice es realmente ofensivo. No hubo ni una sola vez que me habló de forma decente, o sin insultarme. No le pido que me llame por "Señora" o "Señorita", pero tampoco quiero que me ofenda.
Me crucé de brazos con enfado, y voltee la cabeza al escuchar una puerta cerrarse.
Camille estaba parada con el ceño fruncido y seria en el pasillo, mirando las puertas del ascensor.
-No la escuches- me dijo-. Sólo quiere jugar- asentí y ella se hizo a un lado para que entre, lo cual hice.
En cuanto entré, Mabelle estaba poniéndose su campera negra y abrochandola teniendo cuidado con no enganchar el cierre con su cabello.
-Nos vemos otro día, Juliet- me dijo, mientras se dirigía hacia mi y me daba un beso en la mejilla.
-¿Ya se va?- pregunté, y ella asintió. La verdad era que quería que se quedara más tiempo con nosotras. Tal vez podíamos ir a una cafetería, o algo similar...
-Sí, tengo que cuidar a Toby- asentí, mientras Camille la saludaba. Me preguntaba quién era Toby. Su sobrino, tal vez.
-Nos vemos dentro de unos días. Coordinamos nuestros horarios, y todo eso- dice Mabelle y Camille asintió. Era bueno que quieran volver a reencontrarse, eso significaba que la relación no estaba pérdida del todo.
-Claro- respondió y Camille cerró la puerta en cuanto Mabelle empezó a emprender su camino al ascensor. Ella volteó la cabeza hacia mi y empezó a chillar de alegría mientras corría a su cama y empezaba a saltar, mientras yo la miraba muy confundida.
Se la notaba demasiado feliz y emocionada, probablemente la haya perdonado, y sin poder evitarlo dije:
-¿Quién es Toby?- Camille dejó de chillar y exclamó.
-¡Es mi hermano! Bueno, mi hermanastro. Pero aún así- volvió a chillar y saltar-. Es decir, tengo un hermano de 14 años que quiere conocerme ¡y yo a él!- sonreí ampliamente. No sabía que tenía un hermano, o hermanastro.
-¿En serio? ¡Eso es increíble!- exclamé feliz por ella. Nunca la había visto así de feliz. ¡Nunca! Siquiera cuando ganó dos entradas VIP para ver Pierce the veil.
-¡Lo sé! Uno de estos días vendrá con mamá aquí, así tú también lo conoces- asentí. ¿Qué tenía que ver yo con todo eso? Era su hermano, no el mío. Es decir, estaba muy agradecida que quiera que lo conozca, y me encanta esa idea, pero no comprendía muy bien porqué yo y no otra persona.
Y como si leyera mi mente explicó:
-Es que sé que meteré la pata y le daré un mal ejemplo y no quiero- su rostro se tornó serio-¡Oh, Dios! No tengo que ponerme. Tengo que comprar algo para que se divierta. ¿Qué le gustará? ¿El Monopoly Junior? ¡Mierda! No, espera, no debo decir esas palabras frente a él- se bajó de la cama y se agarró la cabeza, caminando en círculos como si se hubiera vuelto loca-. No, no, no. Todo va a salir horrible.
-Tranquila- le dije-. Todo va a salir genial. Conocerás a Toby, le agradarás y serán los hermanos más felices que habrán visto alguna vez- ella me miró preocupada.
-¿Y qué si digo algo que no debo?- se acercó a mi y me tomó de los hombros agitandome de forma rápida haciendo que mi cabeza vaya arriba y abajo-. ¿¡QUÉ HAGO SI ESO OCURRE!?- abrieron la puerta, pero Camille no pareció percatarse por lo que seguía agitando mis hombros-. ¡JULIET! ¡¿QUÉ MIERDA VOY A HACER?!- resonó en la habitación la carcajada de Noha, lo cual hizo que Camille reaccionara a que alguien había entrado a nuestro espacio, y que sus manos seguían en mis hombros.
Giré la cabeza hacia la puerta, y vi que Ashton y Noha entraban a la habitación.
Ashton miraba a Camille como si eso fuera normal, sin embargo, Noha me miraba de forma burlona. ¿Qué tenía de gracioso que tu mejor amiga te grite, mientras te agita adelante y atrás?
-¿Qué pasa, amor?- preguntó Ashton a Camille-¿Por qué no sueltas a Juliet?- me sorprendió el tono calmado que estaba empleando, pero eso hizo que me suelte, y me deje ir a mi armario a buscar ropa para cambiarme.
No quería que Noha esté aquí, no quería volver a discutir con él. Quería pasarme un día sin tener que pelearme con alguien y acabar gritando. Sin embargo, las palabras que Camille me había dicho hace un par de días me recordó que, tal vez, Noha sienta algo por mi. Bueno, no lo creo, si sintiera algo por mi no me gritaría como si todo lo que hiciera estuviera mal. Como si todo lo que yo hiciera, le afectara a él.
Ignoré el hecho de que Noha se haya sentado en mi cama, y que estaba tecleando en su celular, y tomé un par de cosas para cambiarme.
Cuando salí del baño-, ya que no podría cambiarme con Noha, Ashton y Camille en la habitación-, llevaba puesto unas medias negras a juego con una pollera del mismo color con puntos blancos que me llegaba hasta mitad muslo media acampanada, una camiseta cuello en V corta y negra, con un suéter blanco de lana fina que tenía una tela negra alrededor que simulaba una camisa.
Cuando salí de allí tomé de mi armario un par de flats tipo Oxford negras y me las puse, haciéndole un doble nudo para que no se me desaten los cordones al caminar.

Bueno, hasta acá llega el capítulo, ya que tuve la grandiosa idea de seguir con la perspectiva de otro personaje. Y no, no la quise seguir en el mismo capítulo.
Espero que les haya gustado, sobretodo a Creep_FanBooks y a TriisGuus que me obligaron a escribir, y obvio, también a Nephilitica que siempre está leyendo y comentando mis capítulos.
Recuerden que el próximo es con la perspectiva de otra persona, por lo que, les recomiendo que no se lo pierdan.
Por si no comprendieron lo que lleva puesto Juliet les puse la foto.
Voten y comenten si les encantó, fascinó, o si tienen dudas.
Les mando un beso sensualón como yo sé hacerlo, y nos vemos en el próximo capítulo. Jadios!

Volviendo el tiempo atrás {EDITANDO} #WATTYS2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora