35. Houston, tenemos un problema.

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Juliet
Oí el ruido de los neumáticos alejarse por la calle. Estábamos él y yo frente a la puerta de la casa y parecía que no quería estar realmente aquí.
-Oye, si no quieres hacerlo podemos irnos- murmuré condescendiente. No iba a obligarlo. Él necesitaba su espacio, yo era su amiga... Así debían ser las cosas. Sin complicaciones clichés.
-No, de todas formas te iban a invitar- se encogió de hombros. ¿Invitarme? ¿A mí? ¿Y eso por qué? Noha era su pariente, no yo. Yo tan sólo era la que antes fue su amiga y sin embargo ahora no quiere saber nada de él. Pero claro. Aquí estoy, en frente de la puerta de la casa de su hermana acompañándolo para que no se sienta incómodo.
-¿A mí? ¿Por qué?- pregunté confundida. Él puso los ojos en blanco. No me importaba si le molestaban mis preguntas, a este punto ya debería saber que no le tiene que poner leña al fuego si lo quiere apagar. Yo quería saber porqué creía aquello. Como mi padre biológico decía, tira la piedra pero no escondas la mano.
-¿No es obvio?- negué con la cabeza. O al menos para mí no lo era-. Les caes mejor que yo- noté en su tono de voz algo de molestia, como si aquello fuera mi culpa. Indirectamente lo era, pero a la vez no. Es decir, ¿acaso es mi culpa ser yo misma para así caerle bien al resto? De todas formas, no podía creer lo que me estaba diciendo. A mi me querían, pero a él lo amaban.
-Eso no es cierto. A ti te adoran- le aseguré. No se lo dije porque quería animarlo -aunque un poco tenía que ver con ello, también-, sino porque estaba convencida de lo que decía, y apostaría el dinero de mi padre... el biológico, a que eso es cierto.
-Que va- murmuró con una sonrisa burlona-. Sólo me ven como el típico estereotipo de tío jodido que casi no tiene dinero en sus bolsillos y que es tan mujeriego y problemático que se folla a mitad universidad para llenar un hueco que ellos mismos provocaron- me quedé muda sin saber muy bien qué decir para hacerlo sentí mejor.
En parte tenía razón, Noha estaba en lo cierto, pero a la vez no. Sin embargo, se lo veía tan convencido de ello que empezaban a dudar de mis propias creencias. Una pregunta que anteriormente me había hecho volvió a asomarse: ¿Quién es Noha realmente? En un sentido exterior es un chico malo, pero ¿qué hay de sus sentimientos?
Tal vez la gente crea que al ser alguien como él tiene que ser grosero, debe ser por los tatuajes y sus piercings, pero en el fondo todos tenemos inseguridades. Supongo que nadie es perfecto ni va a estar a la altura de las expectativas de todos y tiene que entenderlo.
Quería decirle todo eso, pero de mi boca no salió nada. Mi mirada se mantenía fija en el suelo acorde mis cuerdas vocales desaparecían. Todo intento de hablar era en vano. Aunque quisiera, parecía que el ratón se había comido mi lengua.
Levanté mi vista hacia la ventana de la cocina al notar una sombra. Mis ojos se encontraron con un joven de mi edad que sacaba de la heladera una cerveza. Éste era de cabello castaño, con un corte similar al de Noha. No tenía ni tatuajes ni piercings, sin embargo, desprendía un aura divertida, aunque malévola. Con tan sólo echarle una mirada pude notar que nada que lo involucrara podría significar algo bueno.
-¿Quién es él?- pregunté manteniendo mi mirada fija en el muchacho. Luego desplacé mis ojos a los de Noha notando una mirada fría y dura, aunque también había algo de nostalgia en ella.
No comprendía aún sus relaciones familiares, pero sí comprendía que esa era una mirada de advertencia. Un "Aléjate de él" se desprendía de sus ojos color humo. Una advertencia que no planeaba seguir.
-Jeffrey, el primo adoptado- vaya presentación. Si hay algo que me caracterizaba era mi curiosidad. Mis sentimientos hacia él debían -por mi bien y por el suyo- estar enterrados seis metros bajo tierra, pero soñaba y ansiaba con todas mis fuerzas que algún día me presente como Juliet, su novia-. No te acerques a él- como bien dije, una advertencia. ¿Pero por qué me decía que no lo haga? Lo oí bufar-. Oh, genial he despertado tu curiosidad y ahora iras a hablarle- sonreí y solté una leve risa mientras que él sólo ponía los ojos en blanco divertido.
Me sorprendió mucho que él sepa aquello, creí que me veía y que siempre me iba a ver como si fuera una más de sus conquistas. Una más en su larga lista de mujeres con las que jugar cuando está aburrido.
-¿Y tú cómo sabes aquello?- pregunté, curiosa. Realmente me intrigaban sus razones. Especialmente si el tema me involucraba.
-No eres la única que observa a otras personas, Juliet- sentí mis mejillas encenderse con rapidez. Mis ojos se depositaron en el suelo a la par que una sonrisa se extendía por mi rostro.
No podía creer lo que había dicho. Él... me observaba tan detalladamente como yo lo hacía con él. Tal vez más o tal vez menos, pero lo hacía. Quería gritar de la emoción, pero arruinaría el momento por completo, y era consciente de ello. Demasiado consciente diría yo.
-Como sea...- noté en su voz algo de incomodidad. Por alguna razón, las palabras que había mencionado hace un rato provocaron que aquellas esperanzas que se suponen debían estar muertas salieran a flote nuevamente-, no te acercarás a él, ¿cierto?- mordí mi labio inferior sin atreverme a mirarlo a la cara.
Me estaba pidiendo algo que era realmente difícil para mí, y lo sabía. Yo quería saber más de Jeffrey. ¿Qué hacía? ¿Quién era? ¿Qué edad tenía? Toda esa información que Noha se negaba a darme cotidianamente. Pedirme que no lo haga era como suplicarle a Camille que deje de hablarle a su novio.
La puerta de entrada de la casa fue abierta apareciendo dos adorables niñas. Adele nos miraba con una ceja levantada y una sonrisa de costado que parecía decir "Los atrapamos", y Mónica tenía una de sus manos apoyada sobre el hombro de su hermana de forma sobreprotectora, mientras que la otra estaba apoyada en su cintura con la misma mueca que la de su hermana. Ambas eran realmente simpáticas, sin embargo eran insistentes en el tema de que Noha y yo seamos novios. En tan sólo un día podía llegar a recibir treinta mensajes de WhatsApp de parte de Mónica preguntándome si era la novia de su tío, o en qué punto de nuestra relación nos encontrábamos. En más de una ocasión quise responderle con la verdad, pero no quería romper su ilusión, por lo que sólo me limitaba en responder que luego hablaríamos del tema fingiendo que hablar precisamente de aquello no me dolía.
-¿Se estaban por besar?- preguntó Adele. Ella era la que más hablaba de ambas. Prácticamente no tenía filtro alguno entre su boca y su cerebro.
-No somos novios- dijimos Noha y yo casi al unísono. Aunque claro, él le agregó algunos tacos que yo no quisiera pronunciar en este momento.
De cierta forma me molestaba que él no quiera ser mi novio. Es decir, ¿tanto le desagradaba? Se supone que no debía seguir pensando en aquello y enfocarme en lo que me había dicho Lenin. No quiero darle la razón a mi amigo, pero soy consciente - y tal vez más que él - de lo dañino que puede ser Noha. Es una de las personas más nocivas que conocí y aún así lo quiero. Lo peor es que lo quiero más que a Camille, lo cual es decir mucho teniendo en cuenta que es mi mejor amiga.
A paso apresurado, Noha empezó a avanzar hacia el interior de la casa apartando de su camino a Adele y Mónica. Ambas le reprocharon con la mirada su comportamiento, pero se fueron corriendo a la sala de estar. Yo, por lo mientras, avanzaba por detrás de él contemplando pacientemente el ambiente en el que me rodeaba.
Nada había cambiado. Las escaleras eran las mismas, las paredes seguían siendo de un blanco puro, los sofás estaban en el mismo sitio... Lo único que cambiaba era mi sentimiento de familiaridad respecto a donde me encontraba.
Empecé a quitarme mi abrigo rojo alegrándome interiormente porque Natalie haya prendido la calefacción. Se estaba realmente bien aquí.
-Que frío hace afuera- dije mientras colgaba mi abrigo en el perchero de madera que se hallaba a un costado de la puerta. Noha colocó su chaqueta de cuero justo al lado de la mía rozando con su mano mi piel.
Sospecho que lo hizo a propósito provocando que sienta un poco de enfado, pero inmediatamente reconocí lo absurda que había sido mi idea. Estaba aquí para celebrar el hecho de que Natalie cumplía no sé cuántos años junto a Jeremy, no a armar alguna discusión.
-Hola- exclamó Natalie desde atrás. Voltee la cabeza y le sonreí acercándome a ella. La saludé mientras le daba un cálido abrazo. Uno de aquellos abrazos que parecen decir cuánto has extrañado a una persona, y es que a pesar de haberla visto sólo una vez, aquella visita fue suficiente para tomarle cierto afecto-. Tanto tiempo- murmuró mientras nos separábamos. 
Sinceramente, si me hubieran dicho que esta persona tan afectuosa era hermana de Noha, nunca les hubiera creído; pero como me lo ha dicho él, no me queda más remedio que creer. Además, se nota que no es la clase de chicos que va con rodeos, excepto con las chicas. Lamentablemente, y con mucha pena puedo afirmar, que yo fui una de esas chicas. Mis ojos vuelven a enfocarse en el familiar rostro de Natalie, y nuevamente mi mente se había ido a la tierra del arrepentimiento. 
Sonreí avergonzada por no haberle prestado atención hace un momento y dije:
-Disculpa, ¿decías?- ella sonrió. Era la clase de sonrisa que tiene una madre, o mejor dicho, la que debe tener una madre para reconfortar a sus hijos. Era cálida provocando que me pregunte una vez más cómo hacía Noha a estar enfadado con ella.
-Si quieres ir al sofá. Tengo que vigilar a las niñas antes de que le hagan una broma a Noha y acabe todo mal- asentí. Sabía que en ese momento quería defenderlo, pero, a pesar de que quería mucho a Noha, había cosas que no podía defender. Como esas. Su actitud seguía siendo la misma, o en la mayoría de los casos. Parecía que nunca iba a cambiar y yo ya estaba perdiendo las esperanzas.

Volviendo el tiempo atrás {EDITANDO} #WATTYS2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora