Jason.

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Deambulaba por los pasillos del edificio deshabitado. Estaba relativamente mejor, mi estómago estaba curado al igual que mis cortes, y ya no notaba el sabor del vómito en mi paladar. Lo único que tenía que hacer ahora era escapar de los miembros de Aogiri que me perseguían. Iba a ser un trabajo dificil, ya que mi stamina seguía muy baja y no tenía resistencia alguna. Mis párpados se cerraban poco a poco y respiraba con dificultad.

Al final del pasillo había una puerta de metal mucho más grande que todas las demás. Decidí entrar. Me interesaba saber que había detrás de esa puerta.

La curiosidad mató al gato.

Al abrir la puerta y entrar en la sala, por poco me da un vuelco al corazón. El espacio estaba iluminado por la luz de la tarde. El suelo era de madera, y las paredes estaban pintadas de un color blanco.

Pero eso no era lo único que había.

Lo que me impresionó fue ver a todo Aogiri ahí dentro.

Tercera persona P.O.V

Leiko se encontraba entre la espada y la pared. No podía huir. Ella sonreía, nerviosa. Sus ojos reflejaban desesperación y pánico.

Alzó una mano y balbuceó un 'hola'.

Una chica con vendas se encontraba en medio de la sala, sentada junto a una mesa. Movía sus piernas al compás, y se podía distinguir una sonrisa detrás de sus vendajes.

"Ōkami. Te esperábamos" Leiko volvió a sonreír, agobiada.

"Ho-hola" volvió a repetir, sin saber que más decir.

"Siéntate" ordenó la chica, señalando a una silla en frente de la mesa.

"Prefiero estar aquí. Estoy más a gusto" dijo, después de analizar la situación. Seguramente no viviría para el día de mañana.

"Insisto" Leiko miró a su alrededor. Los ghouls la miraban con odio, deseándole una muerte dolorosa. Ella sonrió. También puedo advertir que Serpent, Noro, Black Rabbit y Tatara ya habían llegado. Suspiró, rindiéndose ante su destino.

Se sentó, quedando cara a cara con la chica.

"Me llamo Eto" dijo.

"Me puedes llamar Ōkami" dijo ella, cortante. Siempre podía ser borde con la gente a la que odiaba.

Eto se rió dulcemente.

"Verás Ōkami... todos aquí te hemos hecho un regalo." Leiko levantó una ceja, confusa. Podía escuchar murmullos y risas distantes. Ella se encontraba cada vez más insegura, pero no llegaba a tener miedo.

"No hacia falta" dijo secamente.

"¿Quieres café?" Preguntó Eto, cogiendo una taza y vertiendo el líquido dentro de ésta, tendiéndosela a Leiko. Ella alzó la cabeza, sin fiarse de la chica.

"No me gusta el café" Leiko podía ser muchas cosas, pero no era estúpida. No se fiaba de nadie aparte de los empleados de Anteiku. Tampoco era la primera vez que la intentaban envenenar. Se miraron unos segundos, antes de que Eto volviese a bajar la taza de café y la dejase en su sitio.

"Ōkami, entonces... ¿Quieres saber cual es tu regalo?" Dijo, un tono burlón en su voz.

Leiko abrió los ojos de par en par al notar algo viniendo hacia ella. Logró esquivar el golpe por los pelos, para mirar a su oponente a la cara.

Se cayó de la silla del espanto.

Vió el trauma de su infancia como una película al ver al monstruo que tenía delante.

Único en su clase (TOKYO GHOUL) {AYATO KIRISHIMA X TÚ}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora