Tortura

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Maratón 1/3

La sangre bañaba el suelo. Mis pies estaban en carne viva y los pellejos de carne reflejaban la tortura a la que estaba siendo sometida. A mi lado, un cubo oxidado estaba a punto de ser llenado por los dedos que Jason me estaba arrancando.

El dolor era insostenible. Gritar no servía de nada. Nadie me oía, y si alguien me estaba escuchando, simplemente me ignoraba y seguía por su camino.

No podía hacer nada, y eso me incordiaba. Más que eso, me hacía cada vez más enfadada con la vida y conmigo misma.

Todo es tu culpa Ayato.

Pero también es culpa mía.

Por ser una asesina. Por querer vengarme. Por ser tan inocente de no poder matarle en su momento. De fiarme de alguien que no fuese de Anteiku.

Me he adentrado a un agujero negro del que no podía salir.

Mi destino ya estaba escrito.

Leiko.

¿Para que seguir viviendo?

Leiko. Escúchame.

Una voz repetía mi nombre, cada vez más fuerte. Llegó un punto en el que ya no pude ignorarlo.

Me encontré a mi misma en un espacio blanco, nada más y nada menos. No había vida, hasta que en el horizonte se distinguió una especie de masa morada que se acercaba por momentos. Al poco tiempo, me di cuenta de que eran mariposas violetas que, al llegar a escasos centímetros de mi, batieron sus alas al compás para producir un remolino de aire que nubló mi vista por unos segundos.

Cuando el viento se disipó, ahí se encontraba una mujer joven con una amplia sonrisa. Su cabello era negro y era guapísima. De su cuerpo emanaba un aura de paz, que me calmó instantáneamente.

Me costó reconocerla, pero luego me di cuenta de que era mi madre.

Las mariposas volaban a nuestro alrededor, y algunas, las que se posaban sobre nosotras, se convertían en murciélagos negros.

'¿No es precioso?' Me preguntó ella, mirando a su alrededor.

Yo asentí, cabizbaja. Era extraño verla aquí, después de todo lo que había pasado

"Lo siento. Manché tu kagune de sangre" ella pareció sorprendida, pero luego se rió.

'Tranquila. Es tu kagune al fin y al cabo, y si tanto te importaba volverme a mi una asesina, te diré que yo ya lo era'

Sus palabras salieron cálidamente, como su intentasen encubrir el morboso mensaje que tenían.

"¿A qué te refieres?"

'No te lo pude decir, Leiko. Es por eso que aprovecho ahora. Verás, tu padre y yo éramos, en realidad, Ghouls sanguinarios que no veían más allá de la injusticia a la que estábamos sometidos los de nuestra especie' hizo una pausa, para que una mariposa lila se posase sobre su dedo índice y se convirtiese en un murciélago igual de negro que todos los demás. '¿No crees que está escena es como los Ghouls y los humanos?'

"No sé a lo que te refieres" dije, todavía impactada por lo que me había dicho. Me parecía que hablaba con una mujer que no conocía en absoluto.

"Verás. Las mariposas son los humanos y los ghouls son los murciélagos. Los ghouls siempre ansiamos ser como los humanos, hasta que nos damos cuenta de que no podemos remediar la manera en la que hemos nacido, y nos aceptamos a nosotros mismos. Pero, yo tengo la esperanza de que haya un Ghoul que lo cambie todo Leiko" cogió a una mariposa blanca, y ésta, al tocar su mano, se volvió un murciélago blanco, diferente a todos los demás.

Batió sus alas energéticamente y se mezcló con el resto.

'Aunque, si no es capaz de querer ser diferente y cambiar la manera de pensar de la gente... Le corromperán' dicho esto, todos los demás murciélagos le acorralaron, y después de varios alaridos y quejidos, el cuerpo inerte del murceguillo cayó al suelo y desapareció al tocar el suelo blanco.

El espacio en donde estaba pareció doblarse sobre sí mismo para volver a la realidad.

"¿Cuánto es mil menos siete?"

"Novecientos noventa-y-tres" al principio me negaba a responder, pero después de todo lo que ha pasado y de como mi castigo ha empeorado, he aprendido a que es mejor no llevar la contraria a alguien como él.

"Bien. Leiko Izuka, ¿Sabes quién era tu madre realmente?" Preguntó de la nada "¿Sabes por qué la maté?"

"No" dije apenas en un susurro, las lágrimas amenazando con caerse.

"Tus padres nos traicionaron. No he sentido tantas ganas de matar a alguien nunca antes. Yo apreciaba a tu padre. ¡YO APRECIABA A TU PADRE! Pero él... me traicionó. Es por su culpa que me volví así. No sé qué le pasó, pero de la nada empezó a pensar que los humanos se merecían ser tratados como era debido, y contactó a unos investigadores a matarnos y torturarnos a todos los de nuestra organización. Pero, volviendo a lo importante: tu madre mataba a la gente, les masacraba sin piedad y les descuartizaba a montones. La gente la temía. Era la asesina más despiadada y más buscada por la CCG. Mataba a hombres, mujeres, e incluso a niños. Era un monstruo."

Una mano cálida se posó en mi mejilla, llevándome de nuevo a esa habitación blanca.

"Lo siento Leiko" Esa voz cálida de nuevo. "Pero te enseñaré mis razones."

Abrí los ojos y me encontré a una niña encadenada en una habitación oscura. Lloraba silenciosamente en un rincón de la celda. Tenía cicatrices por todo el cuerpo, y tenía apenas diez años.

Una puerta se abrió, iluminando tenuemente el suelo de la jaula.

"Ya sabes lo que hay que hacer Trece"

La niña asintió. Una sonrisa macabra iluminó si rostro ensangrentado.

"Si lo hago... ¿seré libre? ¿veré el cielo?" El hombre asintió. "Entonces, si soy capaz de vivir... no me importa matar" dijo mientras reía sádicamente.

Él hombre la desencadenó y ahí se paró la escena.

'¿Lo entiendes?'  Me dijo ella 'Me educaron para matar, Leiko. Desde que nací crecí en una cárcel, una jaula como si se tratase de un animal. Me convirtieron en una máquina de matar. Y yo, tenía ansias de libertad. Sabían que era capaz de cualquier cosa con tal de salir fuera, ver el cielo y las estrellas, algo que nunca antes había visto antes. Pero, a medida que crecía, me di cuenta de que la gente teme a lo desconocido, y como sienten miedo, las destruyen.'

Único en su clase (TOKYO GHOUL) {AYATO KIRISHIMA X TÚ}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora