Alma

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Dicen que puedes judgar a alguien por sus ojos, ya que son las ventanas al alma. Es por eso que cuando miré a Ayato a los ojos, pude ver claramente su mentira. Esos ojos azules que me habían enamorado ahora se  abrían mostrando al verdadero monstruo por el que me dejé engañar.

¿Cómo pude estar tan ciega como para no darme cuenta? Era tan obvio. No comía, tiró la comida que le ofrecí el primer día de clases, y no bebió ni un sorbo de su refresco ayer. Por no mencionar su gran parecido a Touka. Hasta me mintió en su apellido. Estuve tan feliz por una mentira.

Se acercó a mi solo para satisfacer los deseos de su grupo por matarme, no por nada más. Debo de parecer tan estúpida ante sus ojos. Seguro que se reía mucho por las noches recordando la manera en la que había logrado manipularme. 

Estaba tan desesperada por un amigo que no vi más allá. No me di cuenta de sus verdaderas intenciones. Tan solo me quería hacer sufrir. Me equivoqué completamente al pensar que él era diferente: era solamente un cabrón más, un ghoul sanguinario. 

No sé como, pero se dio cuenta de mi pésimo sentido del olfato y aprovechó eso para reírse de mi y tratarme como si no valiese nada.

Sentí como mi pecho se contrajo, era como si mi corazón se hubiese partido en mil pedazos, literalmente. Las lágrimas se empezaron a formar en mis ojos, y amenazaban con caerse. A pesar de mis esfuerzos por no mostrar mi debilidad ante ellos, un sollozo escapó de mi garganta, llamando la atención de todos los presentes. Las lágrimas cayeron, calientes y pesadas, como si llorase por todo lo que me había pasado hasta ahora. Mi madre, el maltrato constante en el colegio... y Ayato. Especialmente Ayato.

¿Qué se creía? ¿Qué era fácil matar a los de tu misma raza?¿Qué era fácil ir en contra de la corriente a la que llamaban sociedad? Al revés. Era un infierno. No eras querido por nadie, y no podías confiar en nadie. 

He sido una estúpida. Confiar en el chico nuevo, en alguien como él. 

Me limpié las lágrimas y cogí aire. Mi respiración era agitada y entrecortada, me costaba mucho hablar, así que no lo hice. Cuando me calmé, le miré desafiante, queriéndole matar. 

Ayato no se merecía mi ayuda, en ninguno de los sentidos. Yo le quería, pero ese supuesto 'amor' se convirtió en un fuerte odio.

"Leiko..." dijo, con mirada preocupada.

"¡Cállate!" le corté cuando tenía la palabra en la boca. Hablé tan seriamente y con tal potencia en mi voz que obedeció. 

"Mira mira... A-ya-to.... ¿Puede ser que te hayas encariñado demasiado a nuestra enemiga?" Yamori habló, y no me habían dado tantas ganas de reventarle la cabeza a alguien en toda mi vida. 

"Mira tío, si no quieres que te quite los ojos y me los coma, yo que tu me callaba, porque me pones de muy mala hostia" le dije directamente, a lo que él solo rió. Su risa me ponía enferma. Rectifico; todo su ser me daba ganas de vomitar las veinticuatro horas al día. 

Un golpe de parte de Yamori me hizo volver a la realidad. El puñetazo me desencajó la mandíbula, pero me regeneré rápidamente. Ayato se quedó callado, era un cobarde. ¿Dónde se había ido esa personalidad explosiva de hace unas semanas? Oh, es verdad, nunca existió. 

Me lancé directa a Yamori, pero Ayato me pegó una patada que me propulsó hacía la estantería donde todas la s botellas estaban. Los cristales se clavaron en mi cuerpo, y me doblé de una manera poco natural. De mis labios se escapó un grito ahogado, mientras que sangre salía por mi boca. Me había destrozado. 

Yamori, haciendo caso omiso, se acercó a Kaneki y dijo algo sobre una tal Rize. Después, le empezó a golpear a pesar de los esfuerzos de Touka. Le intentó pegar patadas y puñetazos, pero acabó luchando contra su hermano para poco después perder y caer en el suelo inconsciente. 

Iba perdiendo la consciencia y a pesar de mis esfuerzos por levantarme y ayudar a Kaneki, caía de nuevo al suelo. No podía luchar. No podía proteger a aquellos a los que quería. A mi familia. 

Lágrimas de frustración surcaron mi rostro, pero me escondí mientras me cubría la cara con mi brazo. 

Les odiaba. Odiaba a todos. 

La ira se apoderó de mi cuerpo y me levanté con mucho esfuerzo. Caminé lentamente hacía Jason, que alzaba el cuerpo inerte de Kaneki victorioso en sus brazos. 

Tal fue mi odio hacia él, la manera en la que se aprovechaba de los débiles, que le atravesé el abdomen con mi brazo. 

Kaneki estaba medio-muerto, mi mjeor amiga estaba rodeada de sangre en el suelo, Ayato me había mentido, el asesino de mi madre estaba frente a mí, y yo estaba hecha un lío. 

Tanta confusión y odio se mezclaron en mi cuerpo, propulsando el golpe. 

Mi vida entera un caos. Estaba perdida en mi propio mundo. ¿Quién hacia lo correcto? ¿En quién podía confiar? ¿Y si todos me estaban mintiendo? ¿Y si mi vida entera era una mentira?

Esas preguntas surcaron mi mente, antes de notar como algo me daba fuertemente en la cabeza, haciéndome perder las ganas de seguir despierta.

Lo último que vi, fue a Yamori metiendo a Kaneki en una bolsa, y a Ayato diciéndole que yo 'no valía nada'.

Ayato Kirishima. Me has mentido.

Nadie miente a Leiko Izuka. 


Único en su clase (TOKYO GHOUL) {AYATO KIRISHIMA X TÚ}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora