Desperté en una celda. Todo a mi alrededor era sombrío, y la única luz que me permitía distinguir mi ubicación ear la suave luz de la luna que se filtraba por una pequeña ventana.
No había ruido, parecía estar sola. ¿Qué me había pasado? O más bien, ¿Qué me iba a pasar?
Todo era tan confuso; la traición de Ayato, nuestro secuestro, Jason... muchas preguntas me inundaban la mente, las cuales seguramente, nunca obtendrían una respuesta. ¿Por qué no me habían matado antes? Si ya sabían quien era, ¿Por qué no acabar conmigo rápidamente?
Me dolía la cabeza del golpe que me había dado hace unas cuantas horas. Mi cuerpo también me dolía, pero poco a poco me iba encontrado mejor. Lo único que quería hacer era dormir, olvidarme de todo y volver a despertar en Anteiku, y que todo hubiese sido un mal sueño.
A pesar de que sabía que eso nunca pasaría, me encontraba mucho mejor pensando que realmente, Ayato no me había mentido y que mañana le volvería a ver en el colegio.
Una sonrisa tonta se formó en mis labios, seguida de unas cuantas lágrimas. A quien quería engañar. Me estaba montando mi propia película. Debo de aceptar la realidad, lo sé. Pero es demasiado dolorosa. No me gusta esta realidad. Nunca me ha gustado. Es por eso que siempre que puedo me aislo del mundo poniéndome los cascos a todo volumen y viendo anime y leyendo manga.
Me coloqué en una posición fetal, sentada sobre el suelo helado, y lloré sobre mis rodillas.
Prometí ser fuerte, pero es demasiado duro.
A lo mejor mi padre tenía razón. La gente que te rodea solo tiene máscaras. No son ellos realmente. Te hacen creer que si lo son para que cuando confíes en ellos te apuñalen por la espalda.
Un sonido metálico hizo que levantase la cabeza. Serpent y Black Rabbit. Me fijé de nuevo en su piercing, ese acto de rebeldía. Mis ojos se aguaron y se abrieron como platos. Maldigo mi sentido del olfato un millón de veces.
Ayato era Black Rabbit, y Ayato era Alegret. Era la misma persona todo el tiempo. La misma persona era la que me hacía sufrir una y otra vez, sin remordimiento alguno. Ahora si que le odiaba. Incluso más que a Yamori.
"Levántate" me ordenó Ayato. Su voz sonaba distante y fria, y adquiría un tono de asco.
No le hice caso, y seguí tirada en el suelo. Si quería que le obedeciese, sería ganándome en una pelea. No me iba a dar por vencida tan fácilmente.
La chica de máscara de serpiente andó hacia mi, y me dió una patada que me hizo retorcerme por el suelo.
"Te ha dicho que te levantes. ¿O estás sorda?"
La miré con odio, mucho odio. Al intentar sacar mi kagune una fuerza extraña me impidió hacerlo. Siempre que intentaba sacarlo un dolor desconocido se apoderaba de mi cuerpo haciéndome gritar.
"Reguladores de Pc. Te lo hemos administrado para que no puedas atacarnos. En otras palabras, no puedes sacar tus kagunes" me explicó Ayato.
No me había dado cuenta.
Vacilé mentalmente.
Dejé de intentarlo cuando el dolor era demasiado intenso. Serpent me cogió forzosamente de los brazos levantándome y musitando palabras intangibles.
Chasqueé mi lengua. Que patético.
Fui arrastrada por los pasillos de un edificio distinto. Bajamos lo que creo que fueron 2 plantas y llegamos a una habitación apartada de los demás.
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Único en su clase (TOKYO GHOUL) {AYATO KIRISHIMA X TÚ}
Fiksi PenggemarUna asesina ghoul está matando a los soldados de Aogiri. Nadie sabe porque lo hace, ya que se supone que son de su misma especie. Lo extraño es, que tampoco está del lado de los humanos. Entonces, Ayato Kirishima es encomendado la tarea de encontrar...