17|Segundo día de clases: Visita al director

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Ella.

Había sido una noche muy larga. A penas pude dormir, pensando en él y en lo que había sucedido. En lo que había admitido pero que quizás él no se hubiera dado cuenta...

El sonido del nuevo despertador que Steph me había comprado me devolvió a la realidad.

Me levanté lentamente de la cama. Estaba agotada. Podía notar mi cuerpo adolorido debido a la pelea que tuvimos ayer en aquel estúpido callejón donde perdí mi móvil. Tenía notables marcas en mis muñecas y alrededor de mis brazos. Aquellos individuos me habían sujetado demasiado fuerte. Sentía mis mejillas aún húmedas y algo hinchadas. Me miré en el espejo. Tenía peor aspecto que de costumbre... Ojos rojos, ojeras visiblemente notables, marcas de rímel que había acabado sobre mis mejillas...

Fui al baño a asearme. Me pegué una ducha rápida borrando, o al menos intentado borrar, los signos de cansancio del día anterior.

Al final todo había acabado bien a pesar de que Jacob actuó como un idiota. Aunque por otra parte me ha servido para darme cuenta de que él siempre ha estado y estará ahí cuando más lo necesite. Se preocupa por mi, y lo quiero por eso.

Lo quiero...se me hacía raro admitirlo, aunque solo fuera en mis pensamientos. Después de todo Ev y Noa tenían razón.

Me puse la ropa que había preparado el día anterior ocultando las marcas moradas de mis muñecas y me sequé mi alborotado pelo rojizo.

Bajé a la cocina dispuesta a desayunar. Mi madre me esperaba apoyada en la pared del pasillo con cara de pocos amigos.

-Espero que tengas una buena excusa Bethany. -dijo frunciendo el ceño y cruzándose de brazos. Sabía que esto iba a pasar así que respondí con lo que me había ensayado. Puse la mejor cara de niña buena que pude y empecé ha hablar.

-Le pedí a Noa que me recogiera...pero se le estropeó el coche en medio de la autopista y tuvimos que arrastrarlo hasta la gasolinera mas cercana. Eh...el técnico tardó en arreglarlo bastante tiempo, lo siento si os preocupé. -a este paso hasta yo me creería mi propia mentira y pareció que ella también lo hizo pues suavizó su mirada finalmente, creyéndose mis palabras.

-Oh cariño, no lo sabía, debiste llamarme y decírmelo. -dijo abrazándome.

-Iba ha hacerlo, pero no encontraba el móvil. Pensé que lo había dejado aquí, pero tampoco está. Creo que lo he perdido...-aprovechando mataría dos pájaros de un tiro.

-Oh bueno, te puedes quedar con el antiguo de papá hasta que compremos uno nuevo...-me puse seria de repente. No podía hablarme de él. Ahora no, o me derrumbaría de nuevo. Solo habían pasado dos semanas...

-Vale, gracias mamá por comprenderlo. -dije rápido secando una pequeña lágrima que amenazaba con salir. Deshice el abrazo y subí rápido a mi habitación. No me gustaba mentir, pero a veces tienes que hacerlo para no preocupar a las personas que quieres.

Jacob pasó a recogerme y fuimos juntos a clase. Yo caminaba cabizbaja.

-¿Estás bien? -preguntó con preocupación en la voz.

-Si...no. -dije sincerándome, ya no merecía la pena mentirle, no más. No podía derrumbarme en medio del pasillo, todos me mirarían, y no quería parecer débil. Él pasó su brazo por mis hombros acercándome a él.

-Todo estará bien, tranquila. -susurro en mi oído. Yo, por mi parte le abracé por la cintura y enterré mi cara en su cuello. Olía a café con un ligero toque de menta. Sonreí y deposité un pequeño beso allí. Él se tensó ante mi acción, pero no dijo nada.

Las clases pasaron igual de lentas que siempre. Cindy y yo estuvimos hablando durante la mayoría de ellas hasta que la profesora de Literatura nos mandó hacerle una visita al director.

 La Pelirroja de mi VecinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora