DESTIERRO

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Tomo sus pocas pertenencias. Lo de más valor eran sus libros; los acomodó con cuidado en la maleta, la ropa no era necesaria solo la puesta y alguna que otra para cambio, cerró la puerta mirando alrededor por última vez y sin mirar atrás, dio los primeros pasos al destierro. Mientras caminaba con el peso de sus cosas, el olor a eucalipto lo envolvía... Sabía que sus pecados eran grandes, sabía de los errores cometidos. De no valorar lo que tenía; pero el costo, no lo soporto. Todos sus secretos fueron develados como un campo abierto.

Al llegar a la playa, el peso de la conciencia y de la vida ya no podía ser cargado. La noche era espesa y fría. Tomó algunos troncos, ramas secas tiradas en la arena, y armo una fogata para quitar algo del frío; encendió un cigarro añejo de sus bolsillos y lo aspiro lentamente, hoy tenía todo el tiempo del mundo.

Abrió la maleta y mirando sus libros, sus recuerdos, pensó que debía terminar con todo de una vez.

Sin dolor y con bastante desapego echó a las brasas sus cosas... Sus ojos pegados estaban a las lenguas de fuego que transformaban en cenizas sus recuerdos; algunos discos de Jazz, sus vinilos de Bossa Nova, alguna que otra carta, y sus preciados libros: "El Padrino", "Cumbres borrascosas", "Papillon", "El conde de Montecristo", "Guerra y Paz". Pero irónicamente, el que más tardó en desaparecer fue "Los Miserables", como si fuera un presagio de que esto no terminaría aquí. Sus perseguidores tendrán el rostro de Javert y el sería Jean Valjean, porque su pasado aunque lo consumiera el fuego, convirtiéndolo en cenizas, nunca se desprendería de él.

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EL PROSTIBULARIO DE LA VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora