LA VIOLINISTA

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Como cada noche la miraba a través de mi ventana del cuarto piso como ella delicadamente tomaba su violín para disponerse a tocar. En esta noche me regala las dulces notas de Adagio for strings, cierro mis ojos y siento la música en mi alma, me eleva, sus dedos acarician cada cuerda, al verla es como una pintura que cobra vida, su cabello negro cuidadosamente peinado y su vestido rojo que marca su figura, ella se mueve al compás de cada sonido como si bailara con las notas, quiero tocarla, pero interrumpiría esa paz que cada noche me regala.

Hoy esta magnífica, dándome un concierto solo para mí, la luz de la luna ilumina el escenario que es su balcón. Solo existe ella, su violín y yo. Cada nota es una caricia, un beso, cada movimiento es un acorde al equilibrio de su cuerpo. Quiero que toque para mi quiero ser su único público, quiero que sea mía. Mis pensamientos vuelan a su cuarto, siento su perfume, su respiración agitada al tocar con pasión. De pronto la música es interrumpida por el sonido fuerte de un disparo, abro los ojos y ella yace en el suelo, su sangre del pecho brota como si fuera una adorno de su vestido, su mano derecha aun sujeta el violín y con su otra mano busca el arco, quiere terminar su concierto. La noche se sorprende al escuchar el estruendo del arma, en ese instante salgo al balcón para que ella pueda verme al fin antes que cierre sus ojos para siempre y en las ultimas notas de su adagio un grito silencioso se vislumbra en sus ojos cuando escondo el arma en mi espalda.

Fin

EL PROSTIBULARIO DE LA VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora