UN CUENTO PARA MATARTE

30 0 0
                                    

(Basado en sueños reales)

La silla de ruedas estaba botada en el suelo, ella arrastrándose para alcanzar el teléfono que esta a unos centímetros mas haya, lo toma y marca el número 903301...pero un golpe del bastón en su mano le hizo soltar el teléfono, sin permitir terminar de marcar el numero, mira a los ojos a su asesino, pagaría tarde o temprano con su muerte después de tanto daño, el asesino sonríe y deja caer en el cráneo de ella un contundente fierro y empieza a golpearla reiteradamente en la cabeza como si fuera una pelota de goma, despedazándole la nariz y los pómulos, con cada golpe el odio se escapaba del alma, la quijada se rompió desfigurando su cara inerte, los dientes saltan lejos dejando trozos de carne y sangre por el suelo, al dejar de golpear y despedazar la cara de su victima suelta el instrumento, ve sus manos llenas de sangre y después para terminar mete los dedos en lo que queda de la boca y tira la lengua de su victima, con unas tijeras la corta, por que esa lengua maldita era todo el odio que le tenia, una lengua de víbora que hacia daño a las personas, sobre a todo de aquellas que si la querían, pero la envidia de esa mujer destruía vidas, toma el pedazo de lengua y lo deja en un plato en el microondas, le da 3 minutos esta listo; se lava las manos en la cocina tranquilamente, abre la puerta del patio y la deja abierta para que los gatos callejeros del barrio se den su festín, entra en donde esta el cuerpo de la mujer, siente el molesto ruido del disco que esta sonando "Pimpinela" y apaga la radio de una patada, toma la silla de ruedas y se sienta en ella, enciende un cigarrillo y mirando su obra de arte de venganza disfruta del sabor del tabaco y del humo pero es interrumpido por el golpe de la puerta, una y otra vez. El golpe se hace cada vez más fuerte, y despierto en mi cama escuchando su desgraciada voz, que dice que no me olvide de botar la basura, ella ya se va a diálisis y siento como se aleja con ese enfermizo rechinar de su silla de ruedas.

Fin

EL PROSTIBULARIO DE LA VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora