ANIMAL SIN PIEDAD

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La empuje entre la oscuridad de los matorrales, mi mano tapaba fuertemente su boca, trato te morderme más de una vez, así que un golpe fuerte en su quijada la dejo medio aturdida, un hilo de sangre broto entre sus labios, su media respiración solo sirve para despertar mis sumergidos instintos, el dolor cuelga de sus ojos y es la ventana donde se refleja en mi deseo. Da igual el olor fúnebre, mis manos comienzan a hundirse en los interiores de su ropa, mi miembro erguido ya alucina rosando su cuerpo indefenso en la oscuridad de la noche, abro su entre pierna con brusquedad y apuro, pues mi perversidad vomita el gusano que llevo dentro, pero no me avergüenzo, y mi deseo crese, sentir la sumisión de mi víctima en medio del delito mi compasión no es posible, y la penetro con fuerza una y otra vez, jadeo y babeo entre sus pechos, soy una hiena devorando a su presa, su cuerpo parece dibujar los alaridos que ahogan su pecho, mientras mi brutalidad emana una vez más en la saliva que brota de mi boca.

La acrobacia de mis noches culmina en la gota que succiono de sus pechos, y en un sórdido grito aflora mi lava abominable, la satisfacción me adormece por unos segundos, trato de no perder la conciencia y me despego de ella sudado, jadeante y satisfecho, en el crimen muere el sollozo de unos sueños rotos.

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EL PROSTIBULARIO DE LA VIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora