Capitulo 3 - Eso suena como el cielo.

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Capitulo 3 

Eso suena como el cielo.

Tenía un dolor debajo de la costilla izquierda de tanto que había corrido sin mirar atrás. Estaba tan asustada que solo sentí el dolor en mis piernas cuando me detuve en medio de la acera, respirando a grandes bocanadas.

Miré hacia atrás, la calle estaba iluminada, y algunas personas me miraban como si yo escondiese algo. Ninguno de ellos podía ser mi protector, lo supe por la mirada en sus rostros. Me veían como si no estuviera bien de la cabeza.

Miré a los lados, había un pasaje más bien la parte de atrás de un edificio, por donde sacaban la basura o una salida de emergencia, tal vez las dos cosas. Me metí en medio de dos contenedores de basura y me senté en el suelo en lo que mis piernas descansaban y mi boca volvía a humectarse. Aunque no lo hizo.

Estaba libre. Sonreí para mí misma, me tapé la cara. Todo se había sentido tan fácil. Pero después recordé a Mitch, ella ni siquiera alcanzó a decirme un adiós y temí que los hombres la hubiesen atrapado. Pero después de repetir la escena en mi cabeza, probablemente esos no eran sus hombres.

Exhalé quitando mis manos temblorosas de mi cara, y tratando de levantarme para buscar un lugar donde ir o alguien que pudiera ayudarme. Me impulsé con las manos apoyadas en el suelo cuando una puerta se abrió, me espanté y volví a sentarme en el suelo. Gateé hasta poder ver detrás del contenedor de basura, un hombre con uniforme sacaba a tres jóvenes.

No alcanzaba a escuchar lo que decían, pero cuando se dirigían hacia donde mi volví a mi lugar y presioné mi espalda a la pared, cubrí mi cabeza con mis manos y me hice un ovillo. Sus pasos se acercaron y después se volvieron a alejar.

Volví a levantarme y miré a la derecha como ellos salían del callejón a la salida. Caminé a la puerta abierta y entré, no sin antes cerrarla. Caminé despacio, atontada por las luces que estaban en la pared pintadas de blanco y no del asqueroso gris del depósito que había visto antes y siempre, por esos cuatros años.

Antes de entrar, cuando me había sentado allá afuera, había una música sonando al fondo, pero ahora, la música había cesado, y todo estaba tranquilo a excepción de murmullos y risas a través de los pasillos. Miré hacia atrás antes de seguir caminando. Había una puerta color madera al final del pasillo y tomé el pomo para girarlo.

—¡Hey, tú! ¿Quién eres?, ¿tienes algún pase?

Me di vuelta y vi al hombre uniformado que había sacado a las otras tres chicas. Descubrí que era un guardia de seguridad porque ahora si pude leer «seguridad» en el lado izquierdo de su uniforme negro.

Como no respondí él caminó despacio hacia mí. Di unos pasos de espaldas, y después me volteé, abriendo la puerta que antes había tratado de abrir y entré por ella. Lo que había detrás de la puerta era un gran espacio, también iluminado, con varias puertas color metálicas cerradas con nombres como «sonido», «baños», «salida emergencia» «entrada lateral» arriba de ellas, y al frente de una de ellas había dos chicas y un chico hablando, ellos no voltearon a mirarme aunque había entrado corriendo y como si un monstruo me estuviera persiguiendo.

Me quedé mirándolos, sin fuerzas para gritar un «Hey, ¿me ayudan? Me está siguiendo un ogro.»

En mi momento de tratar de llamar su atención, el hombre grande de la seguridad agarró mis brazos y me empujó hacia la puerta de nuevo.

—¡Suélteme! —Pataleé.

—¡No puedes estar aquí! —Me sacudió con fuerza, y volvió a arrastrarme a la puerta. Yo trataba de defenderme pero lo que le había hecho a mis brazos parecía ser una llave de esas de la lucha libre de la WWE que veía cuando pequeña.

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