Capitulo 14 - Mi corazón tranquilizarás.

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Capitulo 14 - Mi corazón tranquilizarás.

Nos subimos en el auto y la velocidad con la que Sean conducía me hacía temblar, por eso yo tenía mis manos firmemente agarradas del asiento.

En menos de diez minutos habíamos salido de la ciudad en que nos encontrábamos. Sean no me había dicho a donde nos dirigíamos, ni había dicho otra palabra después de que nos fuéramos del restaurante. Su rostro estaba indescifrable.

Quería decirle que se detuviera, que fuera más despacio, que yo estaba a salvo y que no me había pasado nada, pero él estaba muy alterado, estaba temiendo por mí.

Después de saber que estábamos lo bastante alejados, disminuyó la velocidad y llamó a alguien por su celular.

—Daisy, dile a Jhon que ya estoy llegando a casa.

—¿A casa? —El volumen de su celular estaba en alta voz.

—Si, a mi casa, estoy en medio de la carretera.

—¿Pero qué paso? ¿Están bien?, ¿Cómo les fue?

Daisy, yo te contaré después, te estoy pidiendo que le digas a Jhon, ya casi es sábado y es por eso que quiero que lo hagas.

—¿Sean? Suenas alterado. ¿Has estado bebiendo? —escuché su voz vacilar con el silencio que se produjo en la llamada. Sean había bebido dos o tres copas, pero el alcohol no era la razón de porque estaba de ese modo, o de porque su voz tenía ese tono agrio—. Quiero que si estas conduciendo, te detengas. Mires a Sky, y observes si está asustada por la velocidad en que estas conduciendo. Te apuesto a que si lo está. Tranquilízate. Lo que sea que haya pasado no puede ser tan terrible.

Si lo es Daisy —respondió Sean en voz baja.

Él ya había detenido el auto cuando entró en medio de un camino sin asfaltar. Estábamos en una ciudad costera, a unos metros había arena y olía al mar.

Sal afuera, y toma aire fresco, cuando te sientas mejor vuelves a conducir. Yo voy a solucionar todo con Jhon. ¿está bien? no te preocupes por él.

—Gracias Daisy.

Y por favor, cuídala.

Sean colgó el teléfono, y quitó la llave. Estuvo un momento callado, respirando profundo varias veces. No podía creer como Daisy pudo adivinar que Sean estaba alterado solo escuchando su voz, y de alguna manera eso me molestó.

Pero se había preocupado por mí. Y dijo que yo le gustaba.

Mi corazón aún no se había tranquilizado. La velocidad en la que íbamos hicieron que mis ojos se mojaran un poco, y al ver a Sean de esa forma alterada, y saber que todo era mi culpa, hizo que mis mejillas también se mojaran con dos lágrimas. Pero no quería que él las viera, iba a pensar que lloraba por él, porque estaba asustada de él, y no era así. Era más profundo, estaba perdiendo la fe en todo.

Subí mi mano a mis ojos y los estruje para que ya no hubiera lágrimas en ellos. Al hacerlo, llamé la atención de Sean y él levanto la cabeza del guía del auto y me miró con la cara más preocupada de todas. Ahí fue que noté las ojeras que tenía, los dos últimos días habían estado llenos de estrés, el accidente, cancelar su concierto, el comunicado a la empresa, y hoy había pasado todo el día afuera, tratando de poner las cosas en orden.

Pero además de su rostro cansado y preocupado, había una pequeña sonrisa escondida en la esquina de su boca, y en ese momento fue en que realmente creí lo que me había dicho en el restaurante sobre que yo no era un obstáculo para él, aunque no fuese cierto y fuera todo lo contrario, era lo que pensaba, era lo que lo mantenía ahí, en medio de la carretera a las doce de la madrugada, conmigo en su auto, todo para perder de vista a mi captor, todo para que yo estuviera a salvo. Y yo estaba dando muy poco para todo lo que me daba él.

Él se inclinó hacia mí, como si fuera a besarme, pero no lo hizo. Y me dejo con todas las ganas cuando solo besó mi frente.

Él lo había intentado, había intentado besarme en la azotea del edificio.

Sean llevaba exactamente diez minutos afuera. El reloj del auto siguió parpadeando hasta que se convirtieron en las doce y once de la madrugada. Yo me quedé dentro del auto porque quería darle tiempo para que se tranquilizara, pero unos minutos después decidí salir y caminar hacia donde estaba él.

—¿Qué podemos hacer para que nunca más te encuentren? —Se acercó a mí—. ¿Dime que quieres tú que hagamos?

Lo miré, y sus ojos azules se veían oscuros como el mar en la noche. Parada allí me respondí a mí misma, quizás no era la solución, pero deseaba hacerlo.

—Besarnos.

En su rostro había confusión, pero sé que entendió lo que le dije. Y también sé que él estaba hablando de qué deberíamos hacer para escapar de mi captor, de a dónde deberíamos ir. Pero yo no sabía nada de eso, le había dicho antes que tenía mi futuro incierto, sin planear, lo único de que si estaba segura en ese momento era de que quería que me besara, pero él aun así no me creyó, porque se quedó quieto, mirándome a los ojos y después mirando mis labios por un segundo. Hasta que dejó de hacerlo, como si eso simplemente estuviera mal.

Me empiné y apreté mis labios con los de él, era torpe, porque yo no sabía besar. Mi primer beso fue en quinto grado, con un chico que apestaba y lo único que hizo fue llenarme de saliva la boca y las mejillas. Ni siquiera duro más de dos segundos, así que besar a alguien que quieres era algo realmente nuevo para mí.

Volví a mi sitio, no sé porque me vino a la mente una pareja de adolescentes con su primer beso, la forma en que lo hice, y como el quedó sorprendido por mi acción. Y que después cuando lo besara, solo apretando mis labios con lo de él, lo dejara de mirar y bajara mi cabeza, avergonzada, porque no sabía que era lo siguiente, o como en verdad era. En las películas no eran así, eran diferentes. Con todo y eso, mis rodillas temblaban con la simplicidad de todo.

No quería pensar en cuantas veces él había besado a una chica, ni tampoco en lo que estaba pensando ahora por mi torpe beso. ¿Por qué no me besaba él?

Quizás mis pensamientos iban muy rápido, o el tiempo había transcurrido muy lento, porque después, Sean tomo mi quijada y me besó separando mis labios con los suyos.

Un beso de verdad, no un apretón de labios definitivamente, y aunque mis movimientos eran torpes se sintió tan correcto, tan bien, tan nuevo, que sentí como si me fundiera, y no fue hasta ese momento que me di cuenta de cuanto realmente quería besarlo, y no sé por qué no lo había hecho antes.

Sean se detuvo, y estaba sonriendo, quizás mi rostro aturdido con los ojos entrecerrados cuando me dejo de besar era algo divertido de mirar. No lo sé, y no quería preguntarle, quería seguir haciéndolo. Aunque sea por dos segundos más.

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