Capitulo 27: Todo ha terminado.

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Capitulo 27: Todo ha terminado.


Miré mis dedos. Se veían delgados y largos. Recordé como mi mama decía que no sabía a quién había sacado mis manos, que eran extrañas. Pero ahora, había algo que las hacían lucir hermosas, era ese anillo que hacía que mis manos, —los de dos de Skyler Milton—, fueran hermosos.

Me descubrí sonriendo, aunque mis pies estaban amarrados tan fuerte que ya no los sentía, aunque me molestaba el sudor pegajoso en todo mi cuerpo. Podía sentirme alegre porque lo tenía yo.

La puerta se abrió y todo mi cuerpo tembló de miedo. Vi como él entró con algo en la mano. Era agua.

—No quiero, —le dije mirándolo a los ojos. Quería estar segura de que él notara mis ojos hinchados de tantos llorar por días—, quiero que me desates. Por favor —añadí en un susurro ahogado.

Dejó el vaso de agua a un lado y se hincó al lado de la cama, con su mano agarró mi cuello para levantar mi cabeza y después besarme. No había mucho que pudiera hacer para quitármelo de encima. Mis pies estaban amarrados y era muy fácil agarrar mis dos manos con su otra mano libre.

—¡Suéltame! —grité, y comencé a llorar de nuevo, sus labios eran amargos y ásperos.

Zafé una mano de su agarre, y enterré mis uñas en su hombro.

—¿Qué pasa? —dijo, su voz estaba asquerosamente agitada—. ¿No te gusto? —me preguntó y yo no respondí. Traté de mirar a otro lado.

El quitó mi mano de su hombro y se quedó observando el anillo, se sentó en la cama junto a mi cuerpo amordazado.

—¿Te casaste...? —empezó a reírse, alto, con una risa burlona que me hacía querer golpearlo—. La única razón por la que no te había hecho mía es porque pensé que eras muy inocente, pero ¿te has acostado con él, y solo le conoces hace más de tres meses?

Volvió a poner mis manos juntas para sujetarlas fuerte, y besó mi mejilla.

—Estoy sudada, ¿quieres soltarme y dejar que me dé un baño? —le pedí.

El sopló con molestia. Sé que estaba celoso de Sean, vi la rabia en sus ojos. Soltó mis manos, y se subió encima de mí, apretando mi cuello con sus manos.

—Responde. —dijo y ejerció más presión, mis manos trataron de quitar las suyas de ahí, pero no tenían fuerzas, mi garganta empezó a hacer sonidos mientras más necesitaba aire.

—No-o. —susurré, lo miré a los ojos, iguales como lo recordaba, marrones oscuros, su nariz fina parecía como una espada y sus labios finos me hacían recordar a una caricatura de alta sociedad. Pensé como luciría más joven, y no podía imaginar a ninguna chica saliendo con él voluntariamente.

En ese momento para mi él era el ser más despreciable que jamás podría haber conocido.

Mi cuerpo empezó a reaccionar por la falta de aire y me moví tratando de no ceder. Soltó un poco mi cuello.

—No me acosté con él —dije con la poca voz que me salía—. No-o lo hice —repetí cuando vi que sus ojos se suavizaban y empezaba a soltar mi garganta. Mi cuerpo empezó a sentir el dolor de su cuerpo encima de mí totalmente—. Él no me iba a obligar a hacer nada de lo que no estuviera preparada.

Él sonrió con victoria, y empezó a besar donde tenía sus manos antes, me retorcí debajo de él, tratando de escapar. Y lo arañé tratando de herirlo. Mis ojos se aguaron. Se llenó de lágrimas mi cara otra vez y él se enojó, levantándose y después golpeando mí estomago con su puño.

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