Capitulo 2 - ¿Te vas a devolver?

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Capitulo 2 

 ¿Te vas a devolver?

Yo estaba mirando a la pared con pintura en mal estado cuando uno de sus hombres, parado detrás de la puerta de metal, nos avisó a las tres que él cenaría con nosotras esa noche.

Así que a la hora de la cena él mismo nos había traído una bandeja con papas y carne asada. Y nos hizo la boca agua porque no habíamos comido desde la mañana, en una forma rara de protesta que Jo nos dijo que serviría para conseguir una cena decente y no una simple galleta con jugo como era lo usual.

Cuando terminamos de cenar, él se levantó del suelo. —¡Como me encanta cenar en familia! —dijo optimista sonriéndonos a todas.

Nosotras nos quedamos en silencio y serias, probablemente yo le hubiese respondido, pero ahora le temía más recordando todo lo que me había dicho Jo.

El respiró profundo y salió del depósito cerrando la puerta de metal, segundos después escuchamos el sonido sordo cuando el candado se cerró detrás de la puerta.

¿Cómo se suponía que íbamos a escapar si estábamos encerradas ahí?

Jo se acercó a mí en medio de la oscuridad que nos cubría. —¿Estás lista? Ven aquí. —Me levante del colchón. Mitch estaba parada allí en el medio de la habitación.

—Hace frio, pero no importa. —Sonrió Mitch—. Saldremos de aquí, por fin.

—Mitch, Sky, lo que están a punto de hacer no tiene retroceso. —Nos miró seriamente, su mirada había viajado a ambos rostros—. Vengan.

Jo camino hasta el baño y Mitch y yo la seguimos. Entramos todas aunque no cabíamos bien.

—Entraran por acá —dijo señalando el techo—. Si mis cálculos no han fallado caerán en un callejón en medio de dos grandes edificios. Para abrir la rejilla que separa el conducto del callejón necesitaran esto. —Nos pasó un pedazo de metal plano, pero resistente.

No tenía idea de cómo había conseguido ese metal.

—¿Dijo caer? —le pregunté a Mitch, pero ella siguió prestando atención a Jo, como si yo no hubiese interrumpido la conversación.

—Les tomara unos largos minutos destornillar los seis tornillos, esto lo hará Mitch. La caída no será muy fuerte. Cuando caigan deben correr hasta no poder más, y si ven a uno de los hombres que trabajan para él, corran, corran sin parar. Encuentren un lugar a salvo.

Asentimos.

—Sky, Mitch te dejara en un lugar, y de ahí te desenvolverás como puedas, recuerda alejarte mucho de aquí —dijo mirándome. Yo tragué en seco.

—¿Cómo qué me dejará sola? —pregunté sorprendida, no podría estar sola en la calle de nuevo si la última vez había terminado en ese depósito.

—Las dos juntas son más fáciles de atrapar —dijo Jo, y se volteó para quitar el techo, que resultó ser un cartón más o menos grueso que ocultaba una clase de conducto—. He entrado aquí antes y Mitch sabe por dónde ir. Él no lo verá venir, este depósito no cuenta con mucha seguridad como los otros y él está muy confiado. —Sonrió Jo mientras se bajaba y nos daba el espacio.

¿De dónde había salido eso?

Mitch se subió, y luego puso su cabeza en el hueco. —Gracias Jo, espero verte afuera a ti también.

—¿Ustedes se reunirán allá afuera? —pregunté, negándome todavía a subir por el mohoso conducto.

—Quien sabe, la familia siempre se vuelve a unir. Que Dios o quién sea las ayude. —Nos deseó. La abracé apretándola lo más que pude, sin dejarla ir por lo que pareció una eternidad—. Pero ya, ya que se les hará tarde.

Mitch cayó primero. Me sorprendí al ver su habilidad para caer casi de pie sin lastimarse de esa altura, la cual era más alta de lo que imagine sería.

—¿Qué esperas Sky? —me voceó desde abajo.

—No sé, no me parece seguro, es todo —le dije aferrándome al borde del conducto.

—¡Bueno, pero tienes que bajar de allí! ¿O que harás?, ¿te vas a devolver? —Miró hacia arriba con las manos en la cintura—. ¡No puedes! —Me gritó cuando noto que yo estaba arrepentida.

—¡Está bien, está bien! Voy a tirarme de aquí aunque pueda morir de una caída así. —le respondí.

—¡Estas exagerando, yo no estoy muerta!

Traté de sentarme pero era casi imposible, el conducto era lo bastante ancho para que yo pudiera darme vuelta y devolverme, pero no lo bastante alto para que pudiera sentarme. Me puse de espaldas como si fuera a regresar, y antes de que Mitch gritara de nuevo, bajé los pies y con ellos traté de buscar una tubería con la cual apoyarme y poder tomar impulso para lanzarme después hacia abajo. Mis pies estaban como los de un gato que no quiere caerse y trata de trepar un muro, y mi torso con mis manos estaban aferrándose al conducto.

Encontré una, y en cuanto me apoye para estar de frente al callejón y no al conducto, esta se cayó, haciendo un enorme ruido que resonó por todo el lugar. La tubería cayó casi encima de mí y a todo lo largo del callejón.

—Oh mi Dios, ¡Sky! ¿Estás bien?

—No tanto —dije levantando mi trasero del frio suelo del mugroso callejón.

—Vamos, corre. —Ella agarró mi mano, y no dejó que ni siquiera me recuperara de la caída.

Después de que corrimos sin rumbo fijo como dos jóvenes con falta de cordura, decidimos caminar hacia las luces, a la parte de la ciudad que si estaba viva. Pero en el camino Mitch se detuvo en seco.

—Espera —dijo deteniéndome a mí también—. Trabajan para él. —Señaló a dos hombres fuertes al lado de una camioneta.

—¿Cómo sabes? —Ella sonaba como una maniática para mí. Habíamos corrido mucho, y conseguimos alejarnos más de diez cuadras del lugar. Era imposible.

—Porque lo sé —me dijo—. Camina normal, como si solo estas paseando, tu iras primero, yo iré después.

—No, no, no, no. De ninguna manera. Tu iras primero.

Ella me miró, pero no me dijo nada antes de caminar en frente de ellos, como si nada, es más, ellos ni siquiera la miraron.

Era mi turno y me decidí a cruzarles por el frente aparentando estar tranquila, pero uno de ellos hizo un ademan hacia mí, así que me asusté, y empecé a caminar más rápido, ignorándolo.

—Hey, espera —me llamó su voz fuerte.

No me detuve, estaba a punto de correr, pero antes de poder hacerlo, sentí una mano que agarró mi brazo. Sin darme cuenta tenia lágrimas en mis ojos.

—¿Estás perdida? —Me pregunto, su frente estaba arrugada en preocupación—. Luces pérdida... —añadió.

—Solo déjeme, por favor —le dije tratando de mantener mis lágrimas adentro.

—¿Puedo ayudarla? —Haló mi codo para que le diera el frente. Lo pise, y me soltó con una maldición saliendo de su boca. 


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