Capitulo 19: Punto limite.

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Capitulo 19: Punto limite.



Yo me encontraba caminando por la acera de una calle desconocida y tenia de compañía a la brisa fría y el cielo sin estrellas visibles, y sin darme cuenta del todo, yo estaba haciendo lo mismo que había hecho hace cuatro años; pensar solo en mí, pensar en cuan cansada estaba de todo y de no encontrar nada, le estaba haciendo lo mismo que le hice a mis padres a Sean.

Me paré frente a un pequeño portón de madera que me separaba de la costa, donde la arena no era lo suficiente suave para acostarse en ella pero si para caminar, y crucé al otro lado.

Después de horas de caminar, perdí el sentido de la orientación, y solo sabía que estaba ahí: con ese agudo dolor en mi pecho cuando se rompe algo en ti.

—Espero que en tu mente esté la disposición de volver, pero que te ha tomado tiempo poner tu mente en orden.

—Sean lo siento tanto —dije llorando—, por Dios, lo siento.

—Te creo, sí te creo Sky.

—¿Me crees? —Pregunté, como si no lo hubiese escuchado—. Por favor, dime que me crees.

—¿Sabes algo?, —Caminó hacia mí—, no me importa lo que él dijo, resulta que me gustas mucho más de lo que pensé —dijo, después notó que yo iba a hablar y puso su dedo índice en mi labio—. Y no estoy dudando de ti. —Su dedo bajo lentamente hasta mi cuello, y se detuvo ahí, en mis clavículas—. No todo está perdido y vamos a solucionar todo esto.

Alzó mi quijada, así que yo lo miré y sonreí a través de mis lágrimas. Después lo abracé con todas mis fuerzas, pero él se desintegraba en mis dedos y yo no podía hacer nada para retenerlo junto a mí.

Cuando volví a abrir los ojos ya no estaba allí, y yo no estaba en la playa, estaba en un deposito con paredes grises y un colchón en el medio.

Jo apareció, me estaba diciendo que Sean me había abandonado, se estaba riendo porque mi semblante cayó tan drásticamente como si la realidad me golpeara en un choque de trenes, y me desperté.

El profundo dolor en el pecho seguía allí. Y aunque no estaba otra vez devuelta en el depósito, por un momento pensé que estaba sola en un cuarto pintado de blanco, sin saber cómo había llegado.

Y con, por Dios, Sean a mi lado, en una silla de mimbre mirándome mientras se mordía la uña del meñique.

Sentí un escalofrío por toda mi espalda y cuerpo. No me había abandonado, estaba allí.

—No sé si tenías una pesadilla o solo dormías. No quise despertarte.

—Dormía...

—Sí, lo hacías. —afirmó.

—Sean yo...

—Me encuentro divertido que en mis conciertos te duermas en backstage, ¿tan mal canto yo? —dijo divertido, recostándose del espaldar de la silla.

—Bueno —dije tratando de sonreír y volteando los ojos a otro lado—. En realidad, yo, eh... —Busqué alguna excusa, la única que me salía de la boca era: "Tú y tu gente no deja que este en la arena y encerrada en backstage no puedo hacer nada sino dormir"

—Tranquila —me dijo sereno. Envidiaba esa despreocupación porque eso era todo lo que me faltaba a mí.

—¡Oh, como quisiera estarlo! —suspiré.

Yo estaba todo menos tranquila. No tenía las respuestas que realmente deseaba y necesitaba saber la verdad. Toda. Todo era un juego en el cual yo no llevaba ventaja, mis padres habían recuperado a "su hija" pero yo seguía justo allí. Lejos de ellos.

—Sky lo siento. —Se levantó de la silla y se sentó a mi lado en la cama, tan cerca de mí como yo se lo permití.

—¿Qué? quiero decir, ¿qué es lo que sientes?

—Yo sé que no mientes y tú también lo sabes. Que Jhon no lo sepa es su problema, no hay que darle explicaciones a él. —Sonrió, como si no tenía que decir qué más pensaba sobre todo esto—. Skyler, eso es lo que importa, solo eso, te quiero. —Besó mi mejilla.

—¿Me quieres? —sonreí.

Sean se quedó mirándome mientras yo estaba esperando su respuesta.

—Te quiero. —me respondió al oído.

—¿Cómo cuánto me quieres? —pregunté levantando el mentón hacia él.

El cerró sus ojos y respiró en mi cuello. —Te quiero mucho. ¿Y tú?

—Te quiero Sean —respondí despacio. Sintiendo algo raro en mí pecho.

—Entonces nos queremos, ¿vale?

—Vale —le respondí, y él me abrazo desde la cintura.

Se suponía que ya debía de dejar de pensar que el me odiaba y que me iba a dejar sola y en la calle. Y aunque había parado con esos pensamientos, con el silencio que había ahora, pensaba en cómo le iba a hacer para mostrarle a los policías que yo era Skyler Milton.

Sean dio un largo suspiro cuando me liberó de sus brazos y se recostó de la cama, yo lo miré volteando mi cabeza hacia donde él.

—Daisy nos va a ayudar.

—¿En serio?

—Aja, seremos detectives, y si no, viviremos juntos por siempre. —Buscó mi mano y la apretó.

—Jajá. —enmarqué, pensando en uno de esos cuentos que me leía mi mamá cuando era pequeña.

—¿Por qué te ríes? —Él dudo por un instante. Y luego dijo—: Skyler tú me haces sentir... bien.

—¿Te sigo gustando o solo me quieres? —pregunté de repente.

—Aja. Me gustas y te quiero —dijo, y me atrajo a acostarme junto con él tiernamente, pegándome a él más de lo que yo estaba acostumbrada. Cerré mis ojos—. ¿Qué no es obvio?

Su mano se sentía caliente y acariciaba mi espalda, con la otra mano suya jugaba con mis dedos. Entonces me miró a la cara cuando su mano que estaba en mi espalda, bajaba a mis muslos y subían de nuevo.

—Sean —tartamudeé.

En realidad, le estaba poniendo un punto límite.

—¿Qué? —su mano, tímida, se detuvo por completo.

—¿Por qué el silencio?, yo pensé que le creías a él y a la policía.

—Habían demasiadas cosas. Todas por el concierto.

—Parecías ignorarme todo el día. —me quejé.

Entrelazo sus dedos con los míos. —Te vi desde el escenario, —Hizo una pausa—, no te imaginas que tan rápido latió mi corazón Skyler porque creí que corrías peligro. Y en cuanto hubo una pausa le pedí a uno de los de seguridad que te sacara de allí. Lo que quiero decir, es que nunca te quite los ojos de encima durante todo este día.


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