Capitulo 5 - No tengo la apariencia de una prostituta.

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Capitulo 5 

No tengo la apariencia de una prostituta.

No esperaba despertar sola en la cama fría del hotel, digamos que de algún modo pensé que él todavía estaría ahí, igual como hacíamos en el depósito: ninguna se levantaba del colchón hasta que todas estuviéramos despiertas, lo hacíamos porque no queríamos despertar solas en una fría cama.

Pero claro, la persona que había elegido para que fuera mi protector era famosa, y si algo sabia de ellos es que no tienen mucho tiempo libre. Me quité las sabanas de arriba, y vi encima de una mesita un pantalón jean con un fino suéter color lila con un papel encima que decía: "Sigo esperando escuchar tu historia." La letra era cursiva y puntiaguda, me quedé mirándola. Cuando cogí el suéter cayó desde adentro ropa interior para mí.

Me quede allí parada por unos minutos, imaginándolo a él comprando ropa interior femenina y un suéter casi color rosa, porque lila era igual a rosa, ¿no? Sonreí con la idea, y tomé la ropa para entrar al baño, donde me aseé, y busqué la toalla que había guardado en la noche. Al terminar, lo demás que quedo, lo guarde en la funda, y termine echando todo lo que hasta ese momento tenía en un bolsillo de una de las maletas de Sean.

Lo siguiente que hice fue mirarme en el espejo, había cambiado, y mucho. Era como mirar a una desconocida, allá en el deposito no había espejos y todo lo que alcanzaba ver de mi era mi reflejo en los ojos de Jo o Mitch.

Ya no era una niña, y me costó darme cuenta que nunca lo volvería a ser de nuevo.

La puerta se abrió..

—¡Ya llegué!, estoy listo para escuchar tu historia, ¿Sky?

—¿Cómo supiste mi talla? —observé mirándome en el espejo antes de voltearme para verlo entrar.

—Adiviné —dijo ladeando la cabeza—. Entonces, eres Sky, ¿y tú quieres...?

No respondí, en cambio lo observaba.

—Olvida, recuerdo, quieres que yo te proteja, pero dijiste que tenías una historia.

—¿No todos las tenemos?

Asintió. —Sí... —Caminó al sofá donde yo había intentado dormir la noche pasada y se sentó—. Claro que sí, tú ya "sabes" —dijo entre comillas—, que soy famoso, cantautor, ahora dime la tuya.

Sabía que lo que estaba a punto de decir era lo más loco que él jamás había escuchado.

—Solo una cosa.

—¿Ah? —Alzó una ceja.

—Promete que me vas a creer.

—¿Tú crees mucho en las promesas, eh? —Sonrió de lado—. Lo prometo, pero qué puede ser tan loco como para no creerlo de todas formas...

—Cuando tenía quince años un hombre me secuestró. Me mantuvo a mí y a dos muchachas más en un depósito, anoche, una de las muchachas llamada Jo, consiguió una forma para que nos escapásemos.

Su cara estaba seria, mientras me miraba.

—No alejamos lo más que pudimos, pero Mitch y yo nos separamos antes de llegar al edificio, donde te encontré.

—¿Edificio? Es un estadio, él más grande de esta ciudad.

—Estoy por mi propia cuenta y debo encontrar a un protector. Necesito que tú me ayudes a encontrar a mis padres otra vez.

Espere que él respondiera, pero solo se quedó mirándome perplejo.

—Sé que habrás pensado que realmente yo sabía quién eras, y que dije lo de protegerme en el backstage solo porque quería conocerte y pasarla contigo, pero en realidad solo fue una casualidad. No tenía idea de que fueses famoso, yo solo te elegí por cómo me defendiste del guardia de seguridad.

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