Capitulo 31: El dolor del engaño.

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Capitulo 31: 

El dolor del engaño.


Eran las siete y media y aún seguía hablando con Sean. Sobre todo. Y él escuchaba, y yo lo escuchaba a él. Estaba tratando de decir todo y no quedarme callada, antes de que explotara y no pudiera si quiera continuar.

Aunque él me había dicho que nada "relevante" había ocurrido, no entendía el por qué una amiga lo visitaría a aquella hora, y mucho menos se quedaría a dormir. Pero trataba de confiar en él. Era lo último que me quedaba. Estaba siendo frágil. Pero si había una gota, solo una pequeña y diminuta gota de fe en él, tenía que tomarla, tenía que hacerla gigante y agarrarme de ella. Tenía que seguir con ella para ser fuerte, para no doblegarme a la presión por todo lo que estaba pasando. Porque no quería sentir el dolor otra vez. Era desgarrador, era inhumano.

Mis ojos estaban un poco cerrados por el cansancio. Trataba de mirar sus ojos siempre para tratar de volver a verlo como antes, tratar de pensar que él era mi protector, que lo seguía siendo.

En el camino de vuelta a casa todo iba en cámara lenta, cuando el auto se detuvo frente a mi casa, sentí una extraña sensación, unas imágenes destilaron por mis ojos pero se fueron tan rápido que ni siquiera noté que eran. Luego sentí mucha nostalgia. Me quede allí mirando el césped de la casa del frente.

Sean palmeó mis rodillas y me dijo:

—Estamos en tu casa ya.

Yo lo sabía, aun no quería levantarme.

Él se apeó del auto y abrió la puerta por mí, me ayudo a salir tendiéndome su mano. En mis dedos había una extraña corriente que me hacía sentir ansiosa. Quería sonreír pero luego no quería hacerlo.

Mi mamá me había visto con mala cara cuando me había levantado con los ojos hinchados de tanto llorar, de hecho, aun se podían notar rastros de que yo había pasado una mala noche. No me extraño su actitud seca hacia él. En realidad, quise reprocharle. Me estaba haciendo sentir incomoda.

Me abrazó por mucho tiempo, y ni siquiera me reprochó el haberme ido a caminar sin pedirle antes permiso, todo lo que le importaba era que ya yo estaba en casa, sana y salva.

Sean le dijo algo al oído a mi mama y ella asintió a medias, después, se fue a la sala y se sentó allí mirando al vacío. Sean beso mi frente y después me abrazo. Otra vez sentí esa sensación en mi pecho y esa descarga eléctrica en mis dedos. No quería que se fuera. Algo dentro de mí temía que él se fuera y entonces no vuelva más. Ahí fue que sacudí mi cabeza, porque había muchas dudas, y estaba tan insegura.

Esperé que él saliera de la casa, pero después me dijo:

—Es que voy hablar con tu mamá. —Topo mi hombro—. Yo creo que deberías ir a dormir corazón, vendré mañana en la mañana verte.

Lo miré por unos segundos mas no le dije nada. Aunque él me pidió que descansara, no podía. Quería saber qué hablaban, eso me ponía efusiva.

En mi habitación di muchas vueltas, y esperé, me di un baño para vestirme con ropas de dormir. Después me senté en el suelo, en medio de mi cuarto, y me quedé solo mirando mi anillo. Por mucho tiempo. Hasta que escuché el sonido de la puerta principal cerrarse. Traté de ver por la ventana de mi cuarto pero era muy alta.

Olvidé el hecho de tratar ver a Sean mientras se iba porque estaba segura de que mamá vendría al cuarto, me lancé en la cama y me cubrí con la colcha. Ella entró, y notó como mi pecho se movía debajo de la colcha, sabía que estaba despierta.

—¿Y tú le crees?

—¿Qué?

—¿Crees su excusa?, ¿Qué en realidad no hizo ningún "acto" con otra chica? —Me miró con sus ojos inquisitivos.

—No lo sé... —respondí en voz baja—, todo en mi quiere creerle, pero...

—Skyler, ¿por qué me desobedeciste?, ¿por qué lo llamaste? —En su voz había irritación—. Perdóname si te hice daño, por favor, pero no debías haberlo llamado. No al menos hasta que termine toda la tela del juicio y esas cosas.

No le respondí.

—Me pidió tu mano también. —dijo—. Después de que lo intente apartar.

—¿Qué le dijiste? —traté de ocultar mi entusiasmo. Mi cara dolía de sonreír.

—Que eres mayor, que estás grandecita para hacer tus decisiones. También le pregunte si todo lo que quería era llevarte a la cama porque como me había dicho que aún no te había tocado... Además, no había mucho que decir, él ya te había propuesto matrimonio, ¿Cómo podía romper eso aunque quisiese?

—¡Mama! —Protesté—, ¿en serio preguntaste eso?

El tema de la sexualidad siempre había sido bochornoso para mí, y de solo imaginarlos hablando de mí de esa forma hizo que mis orejas se calentaran.

—En fin, Sky, me perdí cuatro años de tu vida y nunca pude aconsejarte sobre jovencitos, no tuviste un novio metálico, de la cual estoy agradecida, —Sonrió tocando mi frente—, le dije que estaba muy agradecida con él, y que les daba mis bendiciones. Pero solo si el respetaba tu tiempo recuperándote de todo, y que por supuesto, no puede quitarme a mi hija en solo tres meses. Debe esperar al año que viene.

Suspiré en voz alta. No entendía porque Sean simplemente no le agradaba a mi mamá. Y a ella yo la amaba, por eso yo no quería decirle, ni hacer nada tan importante, como casarme, sin que ella estuviere de acuerdo.

Me levanté para darle un abrazo a mi mamá, después ella se fue. Cuando me eché en la cama estaba sonriendo como estúpida. Como si el celeste de sus ojos también había sido capaz de borrar el dolor del engaño. ¿Se podía ser más ilusa? No lo sabía, la verdad, que así mismo como había respondido Sean, —aunque no haya sido verdad—, yo lo perdonaría una y otra vez, y eso daba miedo.

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