Capitulo 4 - "No, es mi primera vez"

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Capitulo 4 

"No, es mi primera vez"

El chofer del auto me miró raro por el retrovisor, traté de ignorar eso y de relajarme mientras las luces de la ciudad se reflejaban a través de mi ventana.

Al llegar al hotel, el cual era un gran edificio que iluminado con las luces incandescentes parecía de oro, caminamos por el lobby. Llegamos a un ascensor, y Sean abrió la puerta, entré junto a él y junto a otras personas que también iban a sus habitaciones.

En la planta siete era que estaba su habitación. Él sacó una llave plateada de su billetera y me la pasó.

—¿Puedes esperarme aquí? Vengo enseguida. —Su mano se posó en mi cintura mientras lo decía, mis ojos se dirigieron a su mano pero él no pareció notarlo, se dio vuelta y desapareció por el pasillo.

La cerradura era parecida a una de esas máquinas que leen las tarjetas de crédito, o algo así, de los supermercados. La introduje y esperé, luego sonó una melodía robótica y la puerta se abrió.

Era todo tan... lujoso. Como en las revistas, esas de lugares de ensueño. Me pregunté si él siempre pasaba la noche así, rodeado de lujo y comodidad. Olfateé, había ese olor a desodorante masculino por toda la habitación y una maleta abierta en un rincón cerca del closet abierto que me dijo que Sean había estado ahí antes y que no se acaba de registrar en el hotel.

Toqué la colcha y después me senté. En ese mismo instante Sean entró con la cara enojada a la habitación. Había estrellado la puerta y empezó a quitarse la correa de su pantalón.

—Me he metido en problemas por traer una chica a mi habitación de hotel, ¿Qué tan irónico es eso? —refunfuñó dejándose caer en la cama, al lado de mí, mientras estaba solo en ropa en interior.

No le iba a poner reglas, era su cuarto de hotel. Aparté la mirada.

—¿El hotel lo prohíbe? —pregunté, pensando que me sacaría entonces de allí.

—No. —Puso el rostro incrédulo—. Jhon dice que tomaron fotos de ti subiendo al auto. ¿Nunca habías hecho esto antes? Debes ser cuidadosa. No querrás a la prensa atrás de ti cuando esto acabe.

¿Qué si había hecho antes qué?, ¿pedir a un desconocido que me proteja o que me lleve a un lugar donde dormir? Si es así. No. Nunca lo había hecho.

—No, es mi primera vez.

—Ya veo, ¿y entonces? —preguntó.

—Quiero tomar un baño, pero no tengo más ropa.

El levantó la cabeza y me miró de arriba abajo, yo ahora estaba de pie. —Puedes usar algo mío.

No me pareció correcto. Pero yo ya no podía soportar el olor a moho y no sabía cómo podía él tampoco. Mi ropa estaba más que estropeada.

—Gracias. —Tomé una toalla que estaba tirada en un mueble pequeño de la habitación y camine hacia el baño.

Lo escuche reírse, y volteé para verlo mover su cabeza a los lados.

—¿De qué te ríes?

—No puedo creerlo. —Buscó en una de sus maletas una camiseta gris y un bóxer.

—¿Qué? —le dije deteniéndome a mirarlo.

—Tú... es que eres rara.

Miré a los lados. —¿Por?

—No has enloquecido, ¿no eres mi fan?

—No, ¿Por qué debería de...? —Me lanzó la camiseta y pude ver una firma que se leía al frente, atrás había una silueta que se parecía a la de él, y la firma decía "Notas Libres"

Todo comenzó a encajar, desde el sonido que escuche detrás de la puerta, el guardia de seguridad, hasta el hecho de que él tenía un representante, él era famoso. Claro.

—Lo siento —le dije—. No tenía idea de que fueras famoso, nunca había oído hablar de ti antes.

—¿Vivías debajo de una piedra? Quiero decir, ¡Quien a estas alturas no me conoce! —dijo engreído, y a la vez sonando ofendido.

Solía vivir en un depósito. —No, no se puede vivir debajo de una piedra...

Él sonrió de nuevo y murmuró. —Está bien...

Entré en el baño y cerré la puerta con seguro. Era un baño hermoso, con losetas color crema adornadas con detalles dorados, una bañera y una ducha lo bastante amplias para albergar a más tres personas sin tener que estar apechugados, un lavamanos en el que había un gran espejo colgando encima, y un estante con varios productos del cuidado personal.

Era el cielo de los baños comparado con el que tenía en el depósito, la pintura de este último se empezaba a quitar, y solo contábamos con una poca ración de agua antes de que cerraran las tuberías.

Pensé en Mitch, y me pregunté cómo le estaba yendo, aunque ella no me había dicho adiós, moría por saber si había encontrado un lugar a salvo para esta noche.

Me desvestí y entre a la ducha. Habían dos llaves que abrían la regadera, una de ellas tenía un azul alrededor, y la otra un rojo, por inercia abrí la roja y al hacerlo, sentí como el agua caliente quemó mi piel y no pude evitar gritar de dolor.

—¿Estas bien? —Sean golpeó la puerta del baño después de tratar de abrir la puerta frenéticamente.

Agradecí haber trancado con seguro.

—El agua me quemó, nada grave. —me quejé. Estaba al borde de las lágrimas.

—Deberías abrir las dos, para regular el agua, abre un poco la azul. —me gritó detrás.

Lo sabía. No tenía que decírmelo. Aun así hice como me dijo y pude disfrutar mi baño.

Cuando había terminado con mi baño, tomé una de las toallas del hotel y envolví en ella el cepillo de dientes nuevo que había usado y encontrado con el nombre del hotel y una pequeña pasta de dientes, después lo guardé a un lado para que no se me olvidara.

Hoteles de lujo. Ellos parecían tener todo lo que necesitarías en casa.

—Pensaba que habías muerto allí dentro —me dijo cuando salí del baño. Ya estaba vestida con su ropa, la cual me quedaba incómodamente grande. Me crucé de brazos.

—Digamos que tenía cuatro años que no duraba tanto tiempo. —Tendí la toalla encima de la puerta.

—Puedes tirarla en aquel cesto, hay más toallas limpias, esto es un hotel.

Me dejé caer en el sillón crema de la habitacion.

—¿Qué haces? —preguntó.

—Trataré de dormir —le dije levantando mi cabeza—. Creo que tengo una historia que contarte mañana.

—Pero ahí es incómodo. ¿Por qué no dormirás conmigo? —Cuando vio que me quede callada, aclaró—: digo, solo vamos a dormir, si eso es lo que quieres claro está.

—Quizás porque no te conozco —respondí con toda la lógica posible. Toda mi vida había dormido sola, y los otros cuatro años con Mitch y Jo.

Él se rio. —¿En serio tienes el coraje suficiente para decir eso, después de que me pidieras que te trajera aquí yo sin conocerte? No es como si te secuestré o algo.

Al oír esas palabras, los vellos de mi espalda se engrifaron.

—Sí, no compartiré cama con alguien que no conozco.

Él se rio de mi desconfianza, recordé que él me estaba ayudando a mí, no yo a él.

Me puse de pie y me tiré en la cama, que por suerte mía, era tamaño King size. —Espero que ahora estés feliz.

—Claro, claro. —Lo vi poner sus dos manos detrás de la cabeza—. Chica desconocida, no sé tu nombre.

—Soy Sky—le dije quedándome dormida casi al instante.  

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