Cita disfrazados

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Tres increíbles semanas para mi graduación. Los chicos han estado muy ocupados con conciertos, firmas y más cosas de famosos. Alonso siempre se da un tiempo para marcarme, ya llevamos casi dos meses de novios. Él es un chico muy atento no sé por qué se fijó en mí.

Sus mánagers ya se acostumbraron a mi. Me estoy ganando a las coders... bueno, unas siguen odiándome. Ya no he visto tantos paparazzis y han llegado varias invitaciones a eventos para la banda.

─¿Qué vas a estudiar Tori? ─me preguntó María cuando caminábamos hacia la cafetería. Faltó el profesor y aprovechamos para tomar algo caliente.

─No sé.

─Lo bueno es que te tomarás un semestre para pensarlo ─se encogió de hombros mientras entraba a la cafetería.

Pedimos dos capuchinos y una rebanada de pastel. Nos sentamos en la primera mesa que vimos.

─¿Cómo va tu banda? Has estado muy activa últimamente.

─Un descanso no estaría mal. Aunque Melanie ya está iniciando a estudiar para examen de admisión, creo que se está desesperando.

─Es cierto que se tomó un año, pero les ha ido muy bien. ¿Y si le pides apoyo a Alonso? ─tomó una gran cucharada de pastel.

─No quiero hacerlo. Que tal que las coders dicen que estoy por el para impulsarme a la fama o algo así.

Nos quedamos en silencio mientras bebíamos nuestros cafés. Muchos de los alumnos estaban apurados porque la próxima semana son exámenes finales. La biblioteca al fin tiene vida y en la cafetería abundan los libros y apuntes.

—¿Harán algo hoy? —nos preguntó Lucía cuando llegó.

—Comer —dijo María.

—Tengo un cita con mi cama y lo más probable es que haga un trío con mi almohada, todo puede pasar.

María rio y Lucía volteó los ojos—. Pensé que saldrías con tu novio.

—Sabes que tiene poco tiempo y a veces nuestros horarios no coinciden mucho —me acabé mi café—. Hoy saldré con él, bueno, haré un maratón de películas en casa.

—Casi no salen y cuando lo hacen los paparazzi están ahí o se encuentran con un montón de coders —Lucía hizo un puchero.

Me encogí de hombros— uno se acostumbra.

Las dos se miraron y sonrieron de una forma macabra. Tengo un mal presentimiento.

Cuando dieron el timbre para salir me tomaron de los brazos y me arrastraron al auto de Lucía y nos fuimos a mi casa.


Mis amigas escogían ropa mientras me daba un baño. ¿En qué me he metido?

Salí envuelta con una bata titiritando por el frío. María se encargó de alasiarme el cabello y después maquillarme. Lucía batallaba para encontrar un conjunto diferente y más "femenino" de los que me pongo.

Tocaron el timbre. Seguramente era Alonso. Lucía fue a abrir mientras yo me vestía.

—¿Qué atrocidad escogió Lucía para mi?

—Es un vestido verde obscuro de manga larga, unas medias de red negras y unos tacones negros.

—¿Puedes buscar otros zapatos? No me quiero cansar por usar un capricho de la niña.

Mientras María buscaba en mis zapatos, yo me iba poniendo la ropa interior.

—¡Tu novio ya llegó! —gritó Lucía abriendo bruscamente la puerta.

Voltee hacia la entrada de mi cuarto y vi a Alonso observándome completamente sonrojado. Tomé la colcha de mi cama y rápidamente me cubrí con ella mientras Alonso cerraba la puerta.

Corrí a las chicas de mi habitación y me vestí lo más rápido que pude. Cambié los tacones por unos botines con poco tacón negros. Tomé mis cosas y las puse en un pequeño bolso de cuero negro y cadenas.

Bajé las escaleras y fui al living donde escuché las voces de las chicas. Las saqué de mi casa casi a patadas.

—Perdón por lo que acaba de pasar.

—No te preocupes —me vio de pies a cabeza—. Te ves... diferente.

—Me veo mal ¿verdad? Las chicas me obligaron a arreglarme así —dije rápidamente.

—No es eso, te ves increíble, sólo que nunca te he visto con el cabello así o arreglada de esa forma.

—Prácticamente nunca estoy de esta manera y es que las chicas me dijeron que querían vestirme diferente para despistar a los paparazzi y así por el estilo.

—Pero a mi me reconocerán.

Es cierto ¿cómo hago para que no se vea tan Alonso Villalpando?

Recordé mis cosas de maquillaje y vestuario teatral, quizás halla algo que me pueda servir. Tomé a Alonso del brazo y lo conduje a mi estudio. Saqué unos pupilentes negros y otros grises, unos lentes sin aumento y otras prendas.

Me puse los pupilentes grises y a Alonso los negros para ocultar sus increíbles ojos azules. También le puse los lentes y le puse unos lunares. Lo peiné de otra forma. No lo reconocerías a la primera.

—Será divertido hasta que nos descubran —dije encogiendo los hombros.


Alonso me traía de aquí para allá. Me mostraba sus lugares favoritos. Era relajante tener una cita con tu novio sin que unas niñas se tomaran fotos y me miraban mal, sin paparazzi que nos seguían a cualquier lado. Aunque era extraño verlo con lentes y ojos obscuros y me incomodaba tener el cabello lacio.

—Vamos a comer —me dijo tomando mi mano—. Estás muy fría.

—Soy de piel fría, no te preocupes.

Llegamos a un restaurante casual. Había unas niñas que nos veían sospechosamente.

Que no se den cuenta, que no se den cuenta.

Nos sentamos en una mesa cerca de una ventana.

—Tengo una duda —dijo Alonso y asentí con la cabeza—. ¿Tu banda tiene alguna historia? ¿O cómo la formaron?

—Pues comenzó cuando aprendía tocar la guitarra y luego con una llamada a las dos de la mañana...

La Chica del Ukelele (A.V)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora