Capítulo 5

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Tic, tac, tic, tac.

Las agujas sonaban. Sentía que en cualquier momento me iba a desmayar. Mi espalda estaba caliente debido a la sangre, mi sostén y mi pelo estaban llenos de ella. 

"Nadie vendrá".

En esos momentos me sentía tan sola... Era verdad lo que decía Zack. Rita no se daría cuenta, ella se tragaría la historia de que  me fui a casa. 

Estaba en una posición muy incomoda. Me habían colocado de una manera para que no se me vieran los pies por debajo de la puerta. Estaba hincada encima de la tapa del inodoro, prácticamente estaba haciendo equilibrio para no caerme. No quería hacerlo, porque si caía, lo haría con la espalda, y eso iba a doler. 

Sentí que habían pasado horas desde la clase de física. 

"No le pude preguntar a Nicolas..."

Pensé con tristeza.

"No me tiene que importar tanto, solo se sentó a mi lado, es todo. Wow, Erin. Te estas desangrando y tú, estas pensando en un chico. Si que tienes algo mal en la cabeza".

Oía los pasos de los alumnos por los pasillos al dirigirse a sus clases. Deseaba que a alguna chica se le ocurriera ir al baño a última hora, así tal vez tendría una oportunidad. 

Pero nadie llegó. 

De un momento a otro todo se quedó en silencio. Las clases habían empezado. 

¿Cuanto tendría que esperar? ¿Una hora? ¿Dos? ¿Hasta el final del día?

"¿Qué haré después de que me encuentren?"

Definitivamente les diría a los profesores lo ocurrido. Es obvio que yo no me iba a escribir "rara" en la espalda. Taylor lo había pensado mal. 

"Que estúpida"

Habían pasado como diez minutos desde que sonó la campana. Conforme cada segundo que pasaba, más mareada me sentía. Faltaba poco para que me desmayara. 

A lo lejos empecé a oír gritos:

-Señor Johnson ¡vuelva aquí! Le estoy diciendo que se fue a casa. 

-¡Déjeme, es mentira! No soy tan estúpido como para creerme ese cuento viejo. 

En ese momento la puerta se abrió con estrépito. 

-Tiene que estar en el baño, es lo típico- dijo la voz. 

"¡Mi oportunidad!"  

El trapo me impedía gritar, así que empecé a gemir, pero la verdad es que mis gemidos eran muy débiles como para ser escuchados. 

Se comenzaron a oír las puertas de los baños contiguos abrirse. 

-Aquí no, siguiente.

Oía y se abría otra puerta. 

Al llegar a mi puerta, no la pudo abrir. Tocó tres veces. 

-¿Hola?

Empecé a gemir de nuevo. Esta vez si me escuchó. 

-Aquí estas.

Vi que alguien se metió debajo de la puerta. Cuando le vi la cara era... Nicolas.

-Por Dios- dijo al ver como me encontraba. 

Me quitó el trapo de la boca y mis ataduras. Tuvo que sostenerme rápidamente porque si no me iba a caer al suelo. 

-¿Taylor, Zack y Annie?- me preguntó. 

Amor entre Libros (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora