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Me desplazo entra la multitud de estudiantes mientras trato de cuidar el que ninguno de estos descerebraos, que se hacen llamar mis compañeros de clase, me pisen el caro y bonito vestido. Continúo con la búsqueda de mi ex, porque hay unas cuantas cosillas que quiero decirle a la cara, y no por un mensaje de móvil. Más que nada porque si le tengo que gritar, prefiero que se enteré él y no mi abuela, que la pobrecita no ha hecho nada. 

Siempre he sabido que en parte he sido una carga para mi abuela. No es que ella no me quiera con todo su ser. Sino que es una mujer mayor, muy mayor, y sé que ella preferiría estar viajando de un lado para otro en lugar de tener que usar su dinero para pagar mi universidad, mi ropa, mi comida... En parte, le he fastidiado la vida. Y, en parte, el bebé que está ahora dentro de mí (lo que es un poco espeluznante), va a fastidiarme la vida. 

Puedo decirlo con otras palabras, pero estas son las más claras. Los bebés son geniales si tienes el dinero que cuesta cuidarlos en el banco. Pero yo no tengo nada, literalmente. Y por mucho que lo intente no puedo alimentar a un bebé con amor y cariño. 

Encuentro a mi ex en el exterior del instituto, junto al lago. Solíamos tener patos, pero... algunos gamberros los mataron hace años. 

Mi ex, porque ni siquiera necesitas saber su nombre, está mirando hacia el lago, como si se hiciese el profundo poeta que no es. ¡Patético! 

-Ey, pensaba que nunca llegarías -dice con voz seductora mientras me acerco a él por detrás. 

Cuando se da la vuelta, sus ojos casi se salen de sus cuencas. 

-¡Oh, Jesús, eres tú! -exclama mientras se lleva una mano al lado del pecho en el que no está el corazón. 

Pobre, no se le puede pedir más. 

-Sí, ya -bufo mientras termino de recorrer los últimos metros-. Tenemos que hablar. 

-Mandamen un mensaje al móvil y ya está, Eiri. Hemos cortado, no tienes que venir a joderme la noche porque te sientas sola -dice cortante. 

-¿Sola? -pregunto alterada e ironicamente-. No he venido a joderte la noche, idiota. Te vengo a joder la vida entera. ¡Vas a tener un bebé! Quiero que pages la manutención que te corresponde cuando nazca. 

-¿Estás de coña, Eiri? ¿Me ves pinta de padre? -se señala el traje de chaqueta, con la camisa por fuera y el nudo de la corbata hecho de cualquier forma. 

No, más bien tiene pinta de vagabundo chic. 

-Ya te he dejado claro por mensajes que no pienso pagar la manutención. 

-Entonces, no quieres ser padre -agito la carta del tarot en el aire y lo señalo con ella como si fuese un arma-. ¡Genial! -exclamo con una risa seca-. No te incluiré en el registro. A partir de ahora no tendrás ningún derecho sobre el bebé. ¡Di adiós a las visitas! ¡Di adiós a verlo crecer! ¡Di adiós a tan siquiera decir que alguna vez has tenido un bebé, porque no será verdad! ¡Qué te jodan, gilipollas!

-¿Qué pasa aquí? -pregunta una chica que se asoma entre los matorrales del lago-. Te estaba buscando -le dice a mi ex. 

-Y yo te estaba esperando, nena -dice mi ex, volviendo a su tono de seductor-. Alguien ha aparecido para amargarnos la fiesta. Al parecer lo que dicen sobre las hormonas y el embarazo es verdad. 

Estoy que echo humo por las orejas. ¿Cómo se atreve el gilipollas a decir eso? 

-Gilipollas -gruño mientras los veo alejarse-. ¡Acabas de perder todos los derechos sobre el bebé! 

Tengo mucha calor y siento que me arde la cara. Decido esperar unos minutos en el silencio y el fresco de la noche antes de volver al interior del gimnasio y llenarme a tope de refrescos de todos los tipos. Tal vez, incluso unas cuantas chuches de los platos de plástico. 

LA HIJA DEL TIEMPO (EPOCA GEORGIANA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora