Austin me despierta tras la salida del sol. Después de lo de anoche ninguno de los dos está de buen humor. Austin porque es así de nacimiento y yo porque anoche tuve que ser lo que él espera de mí, es decir, la cosa más pasiva que jamás he visto. No me hacía ni pizca de gracia tener que acostarme con él para encubrir mi embarazo pero, al menos, pensaba sacar algo de provecho de ello. Y, sin embargo, me sentí como una muñeca hinchable.
-Anoche estuvo bien -comenta mientras se incorpora, vestido con su ridículo camisón semi-transparente.
Giro la cabeza hacia el lado contrario de la cama y hago una mueca de burla.
-Partiremos después del desayuno -anuncia mientras comienza a vestirse a mis espaldas-. Mandaré a alguien para que te ayude a vestirte.
Una vez que estoy lista para desayunar, encuentro a Paul, nuestro esclavo, esperando fuera del dormitorio para escoltarme hacia el desayuno. Por si acaso me pierdo y esas cosas, ¿sabes?
-¿Qué tal la noche? -le pregunto.
-Mejor que la de usted seguro, señora -susurra con tranquilidad.
Entrecierro mis ojos verdes hacia los suyos marrones. ¿Tan bien sabe leer a la gente?
-Siento no haber tenido tiempo de decirte que siento mucho lo que está pasando. Debes de sentir que has sido tratado como una mercancía.
-Desde el mismísimo día en el que me raptaron de mi poblado y me separaron de mi familia, señora Rutland.
Detengo mi paso bruscamente.
-Eiri -le recuerdo mientras pongo una mano sobre mi pecho-. Para ti soy Eiri, Paul. ¿Recuerdas? Te dije que seríamos mejores amigos.
Paul dirige su mirada al suelo.
-Personas de nuestras condiciones no pueden ser amigos. Unicamente señora y esclavo.
-A ver, sé que tengo una personalidad horriblemente barbárica -señalo entre risas mientras intento quitarle hierro al asunto-. Pero te prometo que también tengo mis cosas buenas.
Paul suelta una suave risa.
-Ciertamente es usted una señora sin comparación -asegura Paul mientras sonríe más abiertamente-. Ahora entiendo lo que ve el señor Sutcliffe en usted. Es un espíritu indomable al igual que el de una leona.
-¿El señor Sutcliffe? -pregunto confundida.
¿Ese vejestorio vio algo en mí?
-William -responde Paul.
-¡Querida! -exclama Austin mientras se acerca a nosotros-. ¿Es que no sabes hacer bien tu trabajo? -pregunta enfadado a Paul.
Tiro del brazo de Austin.
-He tardado más de la cuenta en arreglarme -nos excuso-. Pau... No es culpa suya.
Austin le dirige una última mirada de advertencia a Paul. Pero claro, si él mismo se acuesta con esclavas, ¿qué impide que su esposa no haga lo mismo con los esclavos?
-No nos queda tiempo para el desayuno -me reprocha Austin mientras tira de mi brazo enganchado al suyo.
-Esto es para usted, señora Rutland -me dice Alberta Collingwood mientras me entrega una caja de lata pintada a mano-. Son aperitivos para el viaje -añade.
Sus delgados labios se curvan en una sonrisa pero sus ojos grises permanecen tristes esta mañana y me pregunto si es infeliz aquí.
-Espero que volvamos a vernos -le digo con una sonrisa, y creo ver algo de felicidad acudiendo a sus ojos-. Tal vez algún día podáis venir a visitarnos para conocernos mejor.
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LA HIJA DEL TIEMPO (EPOCA GEORGIANA)
Teen Fiction3ª PARTE DE LA SAGA "LAS HIJAS DEL TIEMPO" Eiri Milwood sabe tres cosas con certeza: Es vegetariana, está embarazada y su exnovio es gilipollas. Claro que ninguna de estas tres cosas van a impedir que vaya al baile de disfraces de su instituto, ni v...