Mi nuevo mejor amigo, Paul, retuerce las manos mientras yo camino prácticamente colgada de su brazo. Nadie dijo que caminar por el jardín con estos zapatos fuese tarea fácil. El pobre chico está tan nervioso que me da pena, pero no quiero comer césped hoy. A demás, la espalda me está sudando tanto debido al corsé que noto como las gotas bajan por mi espalda. Es horrible.
Su piel junto contra la mía tiene un contraste tan espectacular. Es como el chocolate y la vainilla. Y ahora se me hace la boca agua solo de pensarlo.
-El señor Clarkson no me envía -confieso con cautela. Los ojos de Paul giran hasta centrarse en mí rápidamente. Sus ojos oscuros como su piel y tan intensos que dan miedo-. En realidad, vengo por mi cuenta.
-¿Se ha colado en la propiedad? -pregunta, deteniéndose de repente y casi haciéndome tropezar.
Hago un brusco movimiento de cabeza.
-Yo no lo llamaría... colarme. Ha sido más bien como si pasará por aquí por casualidad y he decidido hacer una visita sorpresa -respondo de la forma más inocente que sé. Mi cabeza duele muchísimo tras pensar esa gran respuesta.
-Por supuesto -suelta con sarcasmo-. Tenemos visitas de mujeres como usted por aquí todos los días.
Suelto un pequeño gruñido.
-¿Mujeres como yo? ¿Eso es un insulto? -pregunto enfadada.
-Si cree que ser tremendamente adinerada, blanca y de las altas esferas es un insulto... Entonces sí. Siento mucho que se sienta insultada.
-Mi vida no es de color de rosa -objeto, separándome de él y cruzando los brazos sobre mis pechos, lo que únicamente consigue hacer que se vean más grandes.
-La mía tampoco -señala con rudeza.
Suspiro lentamente. No sé cuál de las dos vidas la más asco. La suya por ser un esclavo o la mía por estar atrapada en un lugar al que no pertenezco.
-¿Por qué desea ver a Mirabelle? -pregunta mientras echa a andar de nuevo.
-Necesito hablar con ella de algo importante -le explico, tratando de seguir su paso. Lo siento, ¿vale?, no tengo unas piernas kilométricas como este chico.
-Si lo que desea es comprar su bebé y usarlo como su nueva mascota... Es con el señor Clarkson con quien debería hablar. -El odio atraviesa sus palabras como si fueran puñeteras balas de plata.
-¡Yo no quiero comprar a su bebé! -exclamo con rabia-. ¡Yo no compro personas!
Paul no parece muy convencido de ello.
-Oh, sí, lo olvidaba. La política de los Sutcliffe le prohibe hacerlo, ¿cierto? Cuando después acuden a fiestas donde son atendidos por esclavos de color -suelta con dramatismo.
-Te has tomado lo de ser mejores amigos al pie de la letra -susurro mientras miro al suelo.
-Lo siento -se arrepiente y me posa una mano en el hombro, antes de retirarla como si le quemara-. Es la primera vez que puedo expresarme delante de los tuyos libremente.
Asiento en entendimiento.
-Sé lo que quieres decir -confieso.
-Ya hemos llegado -indica mientras señala un pequeño edificio.
Más que un pequeño edificio parece una cabaña en el campo. Esta vez más alargada que la anterior. No tiene ni siquiera ladrillos en el exterior. Está completamente hecha de cemento. Tiene una pequeña escalera de entrada y una puerta algo mejor que la anterior. Sigo a Paul hasta el interior y la cabaña se divide en dos por la mitad.
-Un lado para los hombres y otro para las mujeres -explica cuando me ve muy interesada en el lado contrario.
-¿Puedo hablar a solas con ella? -le pido a Paul mientras lo retengo agarrándolo del brazo.
Frunce el ceño y fija sus oscuros ojos en los míos.
-¿Por qué quiere hablar a solas con ella?
-Por favor -pido casi con tono de súplica.
-De acuerdo. Pero esperaré en la puerta por si Mirabelle me necesita -advierte con una intensa mirada que me pone los pelos de punta.
Asiento rápidamente antes de apartar la tela que funciona como puerta. El otro lado está oscuro. Hay camas individuales pegadas a las paredes. Como las que esperas encontrar en un cuartel para soldados. Encuentro a Mirabelle semiacostada en la última cama, con el bebé en brazos y una lampara de aceite encendida en la pequeña mesilla.
-¿Qué hace aquí, señorita Milwood? -pregunta la mujer de repente cuando levanta la mirada y me encuentra observándola embelesada.
-¿Se acuerda de mi nombre? -Es la primera mierda que sale por mi boca.
La mujer me dedica una cansada sonrisa.
-Es uno de mis deberes, señorita. He de recordar el nombre de cada uno de los invitados -explica con paciencia y dulzura.
Suspiro mientras sonrío levemente. Camino hasta ella y me siento en el borde la cama que está al lado de la suya.
-Mirabelle -comienzo a decir-. ¿Quién es el padre de su bebé?
Incluso el bebé de la esclava se agita entre sus brazos cuando pregunto. No sé si es niña o niño pero bajo tanta oscuridad tampoco puedo apreciar el color de su piel.
-¿El padre es uno de sus compañeros? -trato de preguntar para hacer que su respuesta no tenga que ser muy elaborada.
Mirabelle niega con la cabeza y los rizos recogidos con un pañuelo en la parte alta de su cabeza se agitan al compás del gesto.
-¿Entonces? -pregunto apenada mientras adelanto una mano para poder llegar a posarla sobre su brazo para reconfortarla. La miro a los ojos y la luz de la lámpara me ilumina el rostro -. Puede confiar en mí -aseguro.
Mirabelle traga saliva.
NUEVO CAPITULO!!! (Ya era hora) Gracias por vuestra paciencia ;) xx
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LA HIJA DEL TIEMPO (EPOCA GEORGIANA)
Teen Fiction3ª PARTE DE LA SAGA "LAS HIJAS DEL TIEMPO" Eiri Milwood sabe tres cosas con certeza: Es vegetariana, está embarazada y su exnovio es gilipollas. Claro que ninguna de estas tres cosas van a impedir que vaya al baile de disfraces de su instituto, ni v...