Se llevan a Ingrid antes de que terminemos nuestros tés. Frederic le recuerda a William que mañana por la mañana irán junto con Rubens a la ciudad, para asistir a un juicio o algo parecido y tratar de encontrar a mi familia, aunque no mencionan la táctica que usarán para llevar eso a cabo. Después, William se levanta y anuncia que es hora de irnos a la cama. Salimos del salón y caminamos por los pasillos iluminados por una luz más tenue.
-Tricia te ayudará con tu vestimenta, te ayudará a prepararte para ir a dormir -explica William con calma y serenidad.
-Vale -digo mientras camino hacia la puerta de mi habitación
-Nos vemos mañana en el desayuno. He disfrutado mucho este día -se despide con una sonrisa agradable.
Me sorprende, yo también me he divertido.
-Buenas noches -dice, inclinando la cabeza.
-Buenas noches -digo haciendo una reverencia mientras me río por lo ridícula que debo de parecer.
Entro y Tricia se encuentra deshaciendo la cama para mí.
-Buenas noches, señorita Milwood -saluda, haciendo una pequeña reverencia.
-Buenas noches.
Comienzo a desabrocharme mis botones de la camisa pero Tricia salta delante de mí.
-Yo la ayudaré, señorita.
Sin ganas de discutir dejo que haga lo que le apetece. Me quita la camisa. Después la falda y por último el corsé, del cual tiene que tirar con todas sus fuerza. Me quita la "ropa interior" que desde mi perspectiva es un camisón y me pone un camisón blanco con sisa y encaje por los bordes. El tejido es suave y gracias a Dios no se me trasparenta nada. Tiro los zapatos por la habitación. Tricia me hace subir los brazos para echarme un perfume. Huele a flores, delicioso.
-La señorita Claire escuchó que había llegado usted sin nada y ha cedido este perfume que cree que va con su personalidad. O eso ha dicho... -explica con timidez.
-¡Oh! -murmuro-. Eso es muy amable de su parte. Se lo agradeceré mañana.
Tricia termina y se va. Soplo la vela y me tapo con las sabanas blancas y la colcha de plumas. Me paso como una hora dando vueltas en la cama, destapándome y tapándome, cambiando el cojín, tirándolo al suelo. Frustrada me levanto sin poder dormir y me asomo por la puerta. Saco un poco la cabeza por la puerta y miro si hay moros en la costa. Las velas están apagadas y solo entra la luz de la luna por la ventana. A lo lejos se oye el reloj de cuerda. Salgo lentamente por la puerta y la cierro detrás de mí con mucho cuidado. Después camino hacia la otra pared, hasta la puerta de la habitación de William. Llamo levemente a la puerta y no oigo ninguna voz. Abro la puerta lentamente y asomo la cabeza en la oscuridad. No hoy ningún ronquido lo cual es buena señal, supongo.
-William, ¿estás despierto? -digo susurrando fuerte, si eso es posible. Espero una respuesta que no llega-. William.
-¿Señorita Milwood? ¿Qué pasa? -pregunta mientras se incorpora en las sombras. Me adentro y cierro la puerta con cuidado. Me acerco al gran bulto que deduzco es la cama. Palmeo la sábana y me acerco a la cabecera. William vuelve a repetir la pregunta. Subo al lado contrario de la cama al que se encuentra él.
-No podía dormir. Siento haberte despertado.
William se gira y toma una de las los candelabros y enciende una vela. Se mueve de nuevo y nuestros ojos se encuentran. Comienzo a reírme.
-¿Qué pasa? -me pregunta sonriendo. Con cara de dormido.
-Deberías verte la cara, estás dormido.
-¿Me está insultando? -dice dejando el candelabro en la mesilla de noche.
-No, me estás entendiendo mal -digo riéndome. William se abalanza hacia mí y caigo de espaldas en la cama con William encima de mí haciéndome cosquillas y con todo su negro pelo alborotado, los ojos verdes brillan de felicidad. Comienzo a reírme y a retorcerme. La tela del camisón se arruga aquí y allá.
-Para -jadeo entre risas-. Por favor para. Voy a morir de la risa. No creo que esto esté nada bien. Va contra el protocolo, seguro.
William para y oigo nuestras respiraciones aceleradas.
-Me estaba riendo porque estás guapo con cara de dormido. Te queda bien el estilo soñoliento -se pasa una mano por el pelo.
Mira hacia abajo a mi camisón y después se mira su propia camisa blanca de dormir y sus pantalones blancos.
-Esto no es apropiado, señorita Milwood. Usted no debería estar aquí -dice incorporándose-. Se le ha asignado una habitación propia.
-¿No dijiste que podía llamarte si te necesitaba? -pregunto mirándolo a los ojos, desafiante.
-¿Me necesita? -pregunta intrigado.
-No puedo dormir. Me da miedo estar sola.
-Supongo que si se queda aquí no importa, siempre y cuando no se enteren mis padres. Puede dormir aquí si así lo deseas. Siento mucho que tenga que pasar por todo esto... -baja la mirada-. No puedo parar de darle vueltas a la idea de despertarme un día sin saber de dónde vengo... Solo en el mundo. -Se aclara la garganta-. Puede dormir en ese lado de la cama. - dice mientras las levanta y yo entro. Después el se tumba en su lado y se queda mirando al techo.
-¿En que estás pensando? -le pregunto apoyándome de lado y con la cabeza en la mano.
-Estaba pensando en que si Rubens no estuviese prometido con mi hermana estaría cortejándola desde el momento en que cruzo el umbral de la casa.
-Sí, ya. Creo que lo habría rechazado -bufo.
-Comprendo -murmura poco convencido-. Bueno, será mejor que descansemos, mañana me espera una dura mañana.
Yo asiento y le doy una sonrisa cariñosa.
-Buenas noches, William.
-Buenas noches, señorita Milwood.
-Es Eiri -le recuerdo-. Mi nombre. Puedes usarlo.
Asiente una única vez. Sopla la vela y suspiro bajando la cabeza hasta la almohada. La conversación me ha cansado porque tan pronto estoy despierta como al segundo ya estoy dormida.
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LA HIJA DEL TIEMPO (EPOCA GEORGIANA)
Teen Fiction3ª PARTE DE LA SAGA "LAS HIJAS DEL TIEMPO" Eiri Milwood sabe tres cosas con certeza: Es vegetariana, está embarazada y su exnovio es gilipollas. Claro que ninguna de estas tres cosas van a impedir que vaya al baile de disfraces de su instituto, ni v...