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El vestido de boda se comienza a confeccionar justo al día siguiente al cierre del "trato". La correcta Claire, pide a su madre que vayamos al mismo lugar en el que se lo diseñarán y coserán a ella. Por un lado pienso: «Vaya chica más maja» y mi otro lado del cerebro me dice: «Que se cree que se lo voy a copiar y todo la muy envidiosa». Sí, digamos que mis dos lados del cerebro que creo que tengo dentro de la cabeza están en conflicto. 

Victoria ha sido invitada como parte de mi "grupo de amigas", junto con Claire e Ingrid. La señora Sutcliffe se ha quedado en la casa, alegando estar indispuesta o algo por el estilo. Para sustituirla a ella, nos acompaña William como "escolta", no vaya a ser que nos perdamos o decidamos desnudarnos en medio de la calle o alguna cosa de esas que piensan que hacen las mujeres si no las vigilan. 

Me siento como un perro con una correa muy corta. 

-Si te soy del todo franca, Eiri, no estoy muy segura de cómo el señor Rutland ha decidido que eres una buena candidata a ser su esposa -suelta Victoria con toda la caradura del mundo. 

Me aclaro la garganta mientras me llevo una mano al pecho. ¿Eso ha sido un insulto? 

William se inclina hacia adelante para lanzarle una dura mirada a Victoria por delante del cuerpo de su hermana, quien se sienta junto a él y frente a mí y a Ingrid. 

-¿A qué te refieres? -pregunto ofendida. 

-Bueno... no es un secreto que un matrimonio debe respetar la homonogamia social. Es decir, las... personas como nosotros contraemos matrimonio entre nosotros. 

-Eiri es fantástica, Victoria -suelta Ingrid a mi lado mientras acaricia el pelo de hilo de su muñeca de trapo. 

Paso mi brazo por encima de los hombros de Ingrid y le doy un medio abrazo super fuerte de agradecimiento. 

-Tú también eres... fantástica, Ingrid -aseguro con una sonrisa. 

-De todas formas... -apunta William con calma-. Nadie ha descubierto nada sobre Eiri, por todo lo que sabemos puede, incluso, que pertenezca a una clase social por encima de la nuestra. 

Los falsos rizos sueltos de Victoria rebotan junto a su cara mientras el carruaje continua en dirección a la ciudad. La chica pone los ojos en blanco.

-No quiero que malinterpretes mis palabras, Eiri -asegura mientras posa una pálida mano sobre la falda de mi pomposo vestido-. Incluso si fueses mi criada, me gustaría que fueses mi amiga. 

Ni siquiera trato de aguantarme la risa, la dejo salir en una fuerte carcajada mientras todos me miran como si estuviese loca. 

-Y yo querría que fueses mi amiga incluso si fueses un caballo -bromeo. 

Ingrid oculta su infantil risa tras la muñeca de trapo y parece haber olvidado por completo que no hace mucho rompí su precioso caballito. 

-¿Podemos relajarnos, por favor? -pregunta Claire con incomodidad-. El chófer va a pensar que pasa algo aquí dentro. 

-Solo estamos conversando, Claire -se excusa Victoria-. Si no... el viaje sería agotador. 

Y bajo petición de la tranquila Claire, jugamos a las cartas en silencio durante el resto del camino. Acompañados únicamente por el traqueteo del carruaje y el tarareo de Ingrid. 

Le doy total libertad al sastre para que me confeccione el traje bajo el presupuesto dispuesto por los Sutcliffe. No he venido hasta aquí para diseñar el vestido con el que siempre soñé, que ni de lejos se consideraría apropiado en este momento y me siento tan gorda que no tengo ganas ni de jugar a los disfraces. 

LA HIJA DEL TIEMPO (EPOCA GEORGIANA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora