Capitulo 9 - Admítelo

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Una vez leí que a lo largo de la vida tenemos dos grandes amores: "uno con el que te casas o vives para siempre, puede ser el padre o la madre de tus hijos. Esa persona con la que consigues la compenetración máxima para estar el resto de tu vida. Y dicen que hay siempre, un segundo amor una persona que perderás siempre, alguien con quién naciste conectado, tan conectado que las fuerzas de la química escapan de la razón y te impedirán alcanzar un final feliz."

El tiempo pasaba tan rápido, y no puedo negar que las cosas han cambiado durante este medio año que ha transcurrido. Nada era igual, no era lo mismo estar en la universidad, no era lo mismo estar en Pacific, no era lo mismo estar sola, no era la misma, nada era igual después de él.

Por alguna estúpida razón pensaba que ÉL era el indicado, porque sinceramente nunca había sentido algo parecido por alguien más. Sentía que él era el amor de mi vida, que lo había perdido y todo era mi culpa. Estaba obsesionada, tanto que había llenado un diario de casi 200 páginas solo sobre él y como me sentía al respecto, todo el dolor y la confusión que sentía estaba ahí escrito a puño y letra.

Todas las canciones tristes que tanto amaba y escuchaba con alegría ahora me sonaban patéticamente tristes y me recordaban que no lo tenía a mi lado y que lo más seguro es que nunca iba a pasar, eso que alguna vez "tuvimos" estaba lejos de volver a ser.

-Aaaaagh – me quejé. Tenía que escribir varios ensayos para mi clase de historia y no tenía nada, parecía como que mi imaginación y mi cerebro se había ido de paseo junto con mi corazón. Apoye mi cabeza en mi libreta con algo de desespero.

-¿Por qué tantos suspiros? – puso sus manos sobre mis hombros cuando se sentó.

-Porque... no tengo nada, odio mi vida.

-Necesitas relajarte un poco – empezó a masajear mis hombros – deberías dejar esto un momento y acompañarme a mi clase de Yoga.

-No quiero torcerme la cadera hoy, solo quiero clavarme la pluma en el corazón y morirme – miré a mi amiga con una media sonrisa – luego se lo mandas a la maestra y le dices que es su culpa – le sonreí al ver su cara de horror.

-Estás loca – volví a mi posición inicial, cerré los ojos y suspiré.

-Sí, estoy jodidamente loca – gruñí y levanté mi cabeza para mirarla– estoy loca porque no puedo dejar de pensar en Ha... - mi mejor amiga abrió los ojos como platos mientras yo me tragaba mis palabras rápidamente, podía sentir mis mejillas caliente - ... en Hawaii – apreté los labios y luego hablé rápidamente – creo que necesito unas vacaciones, tal vez... ir al Yoga ¿no cree? – sonreí ampliamente y así fue como terminé en sentada con mis piernas cruzadas en una clase de Yoga con mi mejor amiga.

-Olivia – susurró mi mejor amiga – pssss.

-Estamos meditando – dije de la misma manera aun con mis ojos cerrados – idiotaammmm – no pudimos evitar reir por lo anterior.

-Idiotaammmmm – repitió y no podíamos parar de reír.

-Señoritas – abrí los ojos y pude ver al instructor delante de nosotras algo molesto – este no es el espacio...

-Lo sentimos – dije con una enorme sonrisa – no va a pasar de nuevo – él asintió y se fue de nuevo a su lugar enfrente a todos.

-Olvia... - susurró de nuevo mi mejor amiga.

-¿Qué?

-Ya sé... por qué... no puedes... pensar bien – dijo con cuidado para que el instructor no la viera.

OblivionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora