18.ESTOY AQUÍ

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Casi estaba segura de que lo que Eliza tenía era un auténtico ataque de ansiedad (o de pánico). Y yo de eso sé lo que todo el mundo, lo que sabes tú, lo que he visto en las películas osea que tiene que respirar en una bolsa de papel... Chorradas   ¿Quién lleva una bolsa de papel en su bolso?


Mi cabeza funcionaba a mil por hora. Si dicen que lo correcto es inhalar el aire que una misma ha exhalado en una bolsa de papel, será porque hay que impedir el exceso de oxígeno, así que ese respirar corto, rápido y agitado, no podía ser bueno.


-Eliza, mírame    -le dije lo más calmada que pude.  Era importante que el pánico no se apoderara de mí también-. Eliza, mírame    -volví a repetir, pero ella tenía su mirada perdida.


La tomé de las manos. Estaban frías y le temblaban ligeramente.  Puse las mías suave pero firmemente sobre sus brazos e intenté girarla poco a poco para que su cuerpo y el mío quedaran mínimamente enfrentados hasta conseguir que fijara su mirada en mi. Las lágrimas surcaban su rostro, tragaba aire con la boca abierta y una expresión de pánico teñía su mirada.


-Eliza, estoy aquí.  Estoy aquí contigo. Mírame, Eliza. Mírame,  por favor. Tenemos que intentar normalizar tu respiración. Tienes que ayudarme y respirar conmigo, despacio, más despacio. Inspiramos, expiramos.  Suave, cielo. Tranquila.  Estoy contigo.


Su mirada se posó en mis labios y vi que hacía un esfuerzo titático por seguirme en la respiración,  por vencer la sensación de ahogo que le mandaba su cerebro y que la impelía a respirar frenéticamente.  Seguí hablándola e intentando calmadamente tomar aire y expulsarlo con ella, hasta que noté que la tensión en su cuerpo se iba relajando y su ritmo respiratorio se iba normalizando.


-Tranquila Eli.  Estoy aquí.  Lo estás haciendo muy bien. Así, poco a poco.  Respira. Despacio. Respira tranquila.  Nada malo te va a pasar    -seguía repitiéndole yo como una letanía.


Ya no hiperventilaba. Eliza había recobrado un mínimo control sobre su cuerpo.  Noté cómo  iba cabeceando hasta quedar con su rostro alojado en mi cuello. Oí cómo se acompasaba su respiración, pero enseguida escuché cómo estallaba en sollozos. Nunca me he sentido más inútil, más impotente.   Lo único que se me ocurrió fue abrazarla y seguir susurrándole al oído que estaba con ella, que no me iba a ir a ningún lado, que se tranquilizara.  Sentí que retiraba su rostro de mi cuello y se incorporaba en el asiento.


-Lo siento   -balbuceó-. Lo siento  mucho.

-¿Estás mejor?  ¿Quieres que te lleve a un centro médico, Eliza?    -pregunté intentando disimular mi angustia.

-No.  Estoy bien.   ¿Puedes llevarme a casa, por favor?   -preguntó con cierto deje de angustia en su voz.

-Claro   -respondí fingiendo una calma que estaba lejos de sentir.


Conduje en silencio hasta su apartamento mientras observaba de reojo a Eliza. Su respiración se había normalizado,  su cuerpo había perdido la extraña rigidez que tenía minutos antes y su rostro había recuperado el color, aunque se veía desmadejado y exhausto aún.   Aparqué enfrente de su apartamento y antes de que pudiera decir nada, me bajé para ayudarla a salir del coche. Ni siquiera protestó.

ANTES DE AHORA(ELYCIA  AU) COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora