27. CIRCUNSTANCIAS

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Tengo a Alycia entre mis brazos y estoy feliz. Qué curioso. Una cosa es lo que te dice tu cabeza y otra muy diferente la que tu corazón te dicta ( o tu entrepierna compinchada  con el músculo blandengue ese, según sea el caso).   Desde que pasó lo de Eric, hace año y medio, mi cuerpo y mi corazón parece que habían llegado a un pacto tácito auspiciado por mi cerebro: "nunca más" rezaba en su slogan.  Y cada célula de mi cuerpo tenía aprendida la lección:  no te enamores más, así no volverás a sufrir.  Pero llegado el momento, te das cuenta de que enamorarte es inevitable, que es algo que no controlas, que tu cuerpo toma sus propias decisiones.  Alycia, al volver a mi vida agitó mi alma y como si hubiera removido un avispero, el zumbido de su presencia se extendió hasta el último rincón de mi cuerpo.  Y la Alycia que me invade nada tiene que ver con la que dejé (o mejor dicho, con la que me dejó).  Me encuentro una mujer hecha y derecha, resolutiva, con personalidad, fiable y madura.  Un regalazo envuelto con un primoroso lazo (guapísima y deseable hasta parecer hecha por escrupulosa selección genética). Traté de resistirme.  Al principio traté de resistirme.  Pero luego ya no quise esquivar más la posibilidad de sentirme viva por dentro de nuevo. Estaba harta de sufrir. Y Alycia, que debiera estar censada entre las maravillas del mundo ( que antes eran siete, ahora deben ser por lo menos quince, pero desde que Alycia Debnam-Carey vino a este mundo, estaba claro que tenían que ser todavía más)  llamaba a mi puerta. Nadie, nunca, me podría echar en cara haberla abierto.


La he sentido vibrar entre mis brazos y he saboreado la dulzura de su piel en mi boca y exploto por dentro y por fuera, de placer y de ganas. Llora mientras sigue diciendo que lo siente. Pero yo sé que la vida tiene su propio guión y sé que hace ocho años pasó lo que tenía que pasar, porque si quizás, la Alycia inexperta y primeriza de hace años hubiera entrado en mi vida, a estas alturas a lo mejor, estaría buscando otras experiencias que tener, otros labios que probar, otros puertos donde fondear su barco.  Pero ahora recibo una Alycia experimentada y bregada en estas lides y una que puede elegir con criterio y con conocimiento de causa. Y cierro los ojos y formulo mi deseo... "que me elija a mi, que me elija a mi",  porque sé que Alycia habrá recalado en otros puertos y habrá degustado otros menús,  pero yo quiero que eche definitivamente su ancla en mi bahía.  Porque sé que soy buena para ella,  porque sé que puedo quererla con cada poro de mi piel.


Y me hace el amor con dedicación, con lujuria, con delicadeza, con maestría y sé que estoy donde debo estar. Toda yo estoy encendida con su contacto y cuando el primer orgasmo recorre mi cuerpo como un reguero de pólvora, yo tampoco puedo sujetar mis lágrimas.  Y ella besa mis ojos.  ¡Vaya dos!.  ¡Vaya dos plañideras enamoradas!.


El recuerdo de ese primer fin de semana juntas estoy segura de que suscitará siempre en mi tripa esa sensación innombrable, como de descenso de montaña rusa, ese vértigo que te dejan en la tripa las sensaciones locas y los buenos amores. Si lo has sentido lo sabes, sabes que me refiero a ese vacío que sube por tu tripa y cuando parece que va a enroscarse en tu garganta y ahogarte, desciende otra vez hasta tu estómago donde ya se siente como un revolotear que te acaricia desde adentro hacia afuera.  Lo conoces, lo sé.  Es ese amor loco y sin filtro por el que te crees capaz de mover montañas y que te hacer sentir invencible. Sé que sabes de qué estoy hablando y cómo me siento.


Alycia descansa ahora su cuerpo exhausto sobre el mío después de varias horas de amarnos y yo sé que la bendita ósmosis de la vida me hará impregnarme de su presencia y de su magia y que el rumor de sexos henchidos y labios hinchados flotará en el ambiente sellando nuestro primer encuentro.  Es muy tarde cuando abandonamos el lecho obligadas por el rugir de nuestros estómagos y despachamos la lasagna entre risas y arrumacos.  Decidimos salir esa noche a tomar una copa y bailar un rato y paso una de las noches más divertidas desde hace muchísimo tiempo.  Casi  había olvidado la capacidad de Alycia para hacerme reír, para hacer de cada momento un acontecimiento.  Disfruto de su presencia tanto como antes he disfrutado de su cuerpo y tanto como ahora disfruto de su suave respirar mientras duerme entre mis brazos.  Y no estoy acostumbrada a que últimamente la vida me trate tan bien. Por eso me cuesta dormirme,  porque temo que si cierro los ojos todo esto se desvanezca.

ANTES DE AHORA(ELYCIA  AU) COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora