<<Tre>>

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Esa misma tarde conocí al resto de la familia feliz.

Anne. Madre de Ashton.  Una simpática mujer rubia que no era tan espectacular si te le quedabas viendo mucho rato y no porque fuera fea pero tampoco era bonita. Tenía el cabello de un rubio cenizo apagado y piel blanca de ese tipo que parece estar permanentemente de un color rosáceo. Las cejas eran demasiado escasas, la boca demasiado pequeña, los dientes frontales muy separados. Y luego de estarla viendo y añadiendo a la lista nuevos defectos comprendí que el criticarla no ayudaba de nada y no cambiaría el hecho de que mi padre sonriera cada que ella hablaba. Dejando a un lado todo eso; Ann era una mujer cálida e inteligente. No trató de ser la mujer hipócrita que sale ahora con tu padre y te dice que eres ahora un estorbo. No, ella era divertida, sencilla y si algo había heredado Ashton de su madre era su sonrisa marcada con hoyuelos.

Harry. El hermano menor y adulador en extremo de Ashton. Lo miraba como si fuera su héroe y eso era tierno.

Lauren. La hermana de enmedio y obsesionada con el celular. Parecía inofensiva y no tan inteligente.

Y luego me puse a pensar en que tal vez  no lo dijeran en voz alta pero casi podía jurar que ellos me estaban juzgando también. Por la sonrisa burlona de Lauren o por esa mirada de compasión de Ann. Justo queriendo evitar comentarios tontos me disculpe y ahora mirame aquí.  Recostada en mi cama viendo que aún no había deshecho las maletas y que el día parecía ir indeterminablemente lento puesto que apenas eran las 7 de la tarde y yo no había hecho muchas cosas productivas. Solo ser una fingida de sonrisa forzada con aquellas personas de abajo que parecían estar cenando sin recordar mi presencia. Podía escuchar por el pasillo el tintinear de los utensilios con los platos.

Un golpe en la puerta interrumpió mis pensamientos. Me giré y vi a Ashton en el umbral sosteniendo un plato de comida.

Comida.

Mierda

-Te traje un poco de comida para cenar.

Anunció y se acerco hasta sentarse en el borde de la cama extendiendo esa basura. Pasta con pimientos y una pechuga de pollo asada. Lo tomé y dejé en mi regazo mirandolo dubitativa.

-Hace un rato iba a venir por ti para ir a cenar pero mi mamá dijo que tal vez tu quisieras descansar y comer en un rato.

¿Ven por qué me siento culpable de odiar a estas personas? Levanté la mirada.

-Es muy considerado de tu parte Ashton. de verdad pero no tengo mucha hambre.

-Pero no has comido nada. Necesitas comer. Anda, prueba un poco y mientras hablemos.

Se inclinó sobre mí para prender la luz de la lámpara junto a la cama y se acomodó frente a mí con la mirada atenta. Supe que me arrepentiría pero de todos modos cogí el tenedor y me llevé a la boca el más mínimo bocado.

-¿Qué deseas saber? -pregunte por educación.

-¿Cómo es la vida en Londres?

Respondió a su vez con ojos curiosos. Pensé la respuesta. "Es un infierno con patas para mí desde hace casi un año" "Es el purgatorio cotidiano" Pero eso solo a mi modo de ver las cosas. Londres era aparte una ciudad tan antigua y hermosa como las construcciones que le conformaban y las calles, puentes y monumentos que te gritaban historias acontecidas hace tiempo.

Le dije todo eso menos el hecho del infierno y esas cosas.

-Londres es lluviosa e histórica -concluí luego de dos bocados más.

Ashton no respondió se limitó a verme y reflexionar sobre algo. No sé qué.

-Me gusta tu definición -dijo al fin-. Sydney es tan húmeda y calurosa a veces. Me encantaría ir a Londres alguna vez.

Le miré y sonreí o eso traté. Era agradable hablar con alguien que no estaba bombardeando preguntas sin sentido.

-Mañana  te llevaré al colegio donde Zachary te inscribió.  Sé que suena ridículo porque solo falta como dos meses de clases pero creo que dado el sistema diferente de aquí a Londres tienes que revalidar algunas materias presentando exámenes.

LO HABÍA OLVIDADO. Tendría que estudiar aquí.  Fue parte del trato. Para cambiar de aires y mejorar mi poca o más bien inexistente vida social.

Hablé con Ashton un poco más hasta que anunció que tenía que ducharse porque saldría con un amigo. Preguntó si quería ir y automaticamamente negué.

A penas salió me apresure a echar el pestillo en la puerta y salí corriendo al baño. Subí la tapa del inodoro y con una fuerza que casi me deja sin garganta clavé hasta el fondo de está el cepillo dental que usaba para esto.

Vomité todo lo que acababa de comer hace unos minutos y dejé que las lagrimas fluyeran. Era de nuevo yo contra este dragón y casi esperaba que la puerta se abriera y él me levantara en brazos y ayudara a reponerme mientras de nuevo me caía en pedacitos. Pero no pasó y me quedé derrotada y sintiendo asco por mí y lo que había hecho sentada con la cabeza contra el azulejo frío.

Era yo sin él cayendo de nuevo con destino inexacto.

Forte Oscurità [Hemmings] |Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora