Parte 12.

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Rebeca y Jos eran amigos desde noveno grado.
Rebeca era la única amiga de Jos. Ellos dos disfrutaban la compañía del otro, y sin duda su amistad era la amistad más limpia y sincera que alguien había podido conocer.

Rebeca sabía sobre la homosexualidad de Jos, y aunque le tomó de sorpresa, aprendió a vivir con ello.

Jos y Rebeca eran la pareja perfecta.

Cuando salían juntos—Que no era muy frecuente—, las personas musitaban sobre lo bien que se veían. Y hasta los padres de Rebeca y la madre de Jos lo decían; Ellos debían estar juntos.

A Jos jamás se le pasó por la mente estar con Rebeca. Era casi su hermana. Su mejor amiga.

A Rebeca, no le pasaba por la cabeza lo mismo que a Jos.

Rebeca había empezado la universidad hace una semana, pero él sabía que Rebeca siempre tendría tiempo para él.

Jos la admiraba. Creía que era una belleza de mujer. Su forma de pensar, de expresarse, hacía que Jos quisiera presumir a todos la gran amiga que tenía.

Jos tomó su chaqueta y salió de casa. Limpió sus lagrimas con la manga de su suéter y caminó hasta llegar a casa de Rebeca.

Rebeca no vivía lejos de Jos. Quizá a unos kilómetros.

Cuando llegó a casa, tocó el timbre esperando a que su amiga saliera a recibirlo.

No tardó mucho la mamá de Rebeca en abrir. Lo invitó a pasar y se alegró mucho de verlo.

Ella le avisó que Rebeca estaba duchándose, pero que se sintiera como en su casa.

Jos intentaba regalarle una sonrisa a aquella señora tan amable, pero había algo en su corazón que no se lo permitía.

Imaginó a Alonso y a Mía. Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero hizo lo posible por no llorar.

La mamá de Rebeca y Jos hablaron por unos trece minutos, aproximadamente.

Ella le preguntaba sobre si estaba nervioso por conocer Alemania, que si no tenía miedo de viajar solo hasta allá. Jos intentaba ser explícito con sus palabras, no quería que la mamá de su mejor amiga se diera cuenta que estaba triste, decepcionado, roto.

Cuando Rebeca bajó, lo invitó a su habitación.

—Ahora dime, ¿Qué pasó?—Pregunta comprensiva sentándose en la orilla de su cama.

Jos se arrepintió de haber acudido hacia ella.

No podía contarle. ¿En qué pensaba?

Se maldijo e intentó mostrarse fuerte.

—Jos, ¿Estás bien?—Lo miraba ella preocupada. Él, con la voz ronca y con los labios hinchados y rojos, habló:

—Estoy bien, sólo que te extrañé.

—¿Qué hombre llora por su mejor amiga?

—¿Yo?

Rebeca rió. Rebeca siempre había querido convencerse de que ella y Jos nunca llegarían a nada, por mucho que ella lo quisiera.

—Anda, suéltalo.

—Sólo quería verte, estaba triste. No hay una razón para ello, pero creí que después de algún tiempo necesitábamos vernos.

A Rebeca le parecía tierno su amigo.

—¿Quieres pasar un buen rato al lado de este hombre que llorón?

—Ya sabes la respuesta, Jos.

—¿No?

—¡Sí, claro que sí! Sólo que mi mamá tiene una junta con unas amigas de su club de costura y no creo que quiera que estemos en casa. ¿Te parece salir de paseo?

Me enamoré de un maniquí||Jalonso Villalnela.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora