Parte 6.

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Alonso dio un largo suspiro y se sentó de golpe en la orilla de la cama. Tronaba sus dedos de las manos nervioso y Jos sólo lo miraba atento esperando a que continuara.

Alonso abrió la boca y dijo:—Lamento haber llegado a tu vida, Jos. No sabes lo difícil que es para mí poder hablar con alguien o al menos estar estable. Yo no quería que esto sucediera, pero no todo sale como lo planeamos.

—No sé qué decir, Alonso. Estoy seguro que esto es sólo un sueño, que es sólo una pesadilla o que es mi imaginación, pero te sientes tan real. Estoy confundido.—Decía Jos sin poder creer su estabilidad al estar con un sujeto que varias veces había visto convertiste en un ser de plástico o algún material parecido a ello.

—Lo lamento, prometo irme. No es fácil para mí estar aquí, pero prometo irme pronto.—Su mirada estaba llena de tristeza.

Jos sentía que su cara ardía en llamas y sentía pasar por sus manos un pequeño hormigueo. Seguía teniendo miedo, porque lo que le estaba sucediendo era digno de una historia de terror como las que le gustaba leer.

Jos suspiraba nervioso y Alonso sólo lo veía con sus ojos azul verdoso.

—Está bien, Alonso. Voy a ayudarte a conseguir un hogar o en dónde estar, pero promete que desaparecerás de mi vida y que todo volverá a la normalidad.—Dice el mayor. Alonso sonríe feliz. Se para de la cama y le da un fuerte abrazo a Jos.
Jos tarda en responder el abrazo, porque no se sentía capaz de abrazarlo de vuelta sin que notara que temblaba.
El mayor correspondió lentamente su abrazo y duró unos segundos en aquella posición, pero se separó rápidamente y retrocedió unos pasos.

—Entonces, ¿Qué eres?—Pregunta por segunda vez el mayor. Alonso suspira y hace una mueca.

—Ni siquiera yo lo sé, Jos. No sé qué soy, y me gustaría ser como tú, como las personas que veíamos hoy mientras recorríamos la ciudad; Pero simplemente yo no soy como ustedes. Yo no puedo tener una familia, un hogar, un empleo.

Jos lo no entendía lo que decía. Todo le parecía tan confuso e irreal.

—Está bien. No continúes.—Lo detuvo el mayor y continuó—: Sólo te ayudaré y terminaremos con esto.—Decía serio. A Alonso le incomodaba la forma en que lo decía, pero prefirió quedarse callado.

—Te lo agradezco.

—Ahora sólo tenemos que averiguar qué hacer contigo. Tenemos que encontrarte un botón o algo que haga que no te conviertas en... Un maniquí—Pronunció despacio.

—Mi anatomía es igual a la tuya. No tengo botones. No soy robot.

—No eres robot, pero eres un maniquí, y eso da más miedo.

—Como sea, Jos. Dime tu plan.

—Tendré que faltar a trabajar hasta que me deshaga de ti.—Alonso tragó saliva. Le había dolido la forma en que lo dijo.

—¿Y entonces?

—Tendrás que quedarte aquí en mi habitación hasta que te consigamos un paradero seguro. Desde ahora eres mi problema, así que harás lo que te pida. ¿Correcto?—Pregunta.

Alonso asiente con una media sonrisa.

—Bien.—Dice Jos.

—¿Y qué haré aquí?—Pregunta Alonso.

—¿Qué hacías antes de entrar a la tienda?

—Estar en una caja con hielo seco.

—Bueno, supongo que puedo conseguirte una caja grande y hielo seco.—Alonso lo mira con temor—. Broma.—Ríe Jos y el rostro de Alonso se relaja.

—Quizá podrías jugar conmigo lotería.—Propone Alonso.

—No haré eso.

—¿Por qué no?

—Porque sólo somos dos.

La puerta de la habitación se abre de golpe y aparece delante de ella la hermana de Jos.

Fernanda...

—O quizá ya somos tres.—Sonríe Alonso nervioso.

Me enamoré de un maniquí||Jalonso Villalnela.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora