Capítulo 24.

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Jos tomó un largo respiro y miró el reloj.
Las horas pasaban, la vida pasaba.

—No tienes que hacer esto si no quieres.—Se decía a él mismo.

No quería ir a India. Realmente no quería recuperar a Alonso, pero cada vez que lo escuchaba hablar, no podía evitar querer tomar el primer vuelo con destino a él.

La universidad era importante para él. No faltaba ni siquiera porque se le hiciera tarde. Era un chico muy cumplido y responsable. Uno de los mejores.

Todo era una locura, una verdadera locura.

Era cierto que Jos había desperdiciado oportunidades de salir con personas atractivas o de tener sexo cada vez que quisiera sólo por esperar a Alonso.

Abstinencia.

Abstenerse hasta estar junto a Alonso y comérselo vivo.

No quería perder. Sabía que si apostaba todo, podía perder. No iba a perder a Alonso, pero simplemente no quería esperarlo más.

Y los meses pasaron.

Jos colgaba cuando oía timbrar el teléfono, independientemente de si se trataba del chico que tanto ansiaba ver o no.

Jos creía que todo era un sueño, que Alonso era parte de su imaginación. Sentía miedo. Miedo del pelirrojo, de él mismo, de todo lo que perdía por esperarlo.

Jos no lograba entender cómo era que una simple pieza tomara vida, cómo era capaz de sentir, de hablar... De transmitir.

Él mismo vio las veces que Alonso se convertía, y también llegó a ver la vez en la que lo partieron en pedazos.

Era imposible que fuera él. Las personas del aeropuerto se habían encargado de desecharlo.

¿Cómo estaba en India? ¿Sería una broma?

No sabía cómo detener a su cabeza, a sus dudas, a sus inquietudes.

Meses buscando una salida. Meses escuchando la voz de Alonso al otro lado de la línea y colgándole. Meses confundido.

La última vez que Alonso llamó a su hogar, Jos le pidió que no volviera a buscarlo. Alonso obedeció.

Ahí acabó para Jos, y después de años, volvió a empezar.

No hubo más India, ni más llamadas. No hubo más Alonso.

No hubo más.

Dejó la abstinencia. Se olvidó de la primera vez que alguien lo tocó, y ahora sus labios habían estado en los labios de cientos de personas, como si Alonso nunca hubiera estado ahí también.

Recuperó a sus amigos, fue feliz. Recuperó a Rebeca.

Todo marchaba bien.

Se acabó.




O por lo menos eso pensaba él.

Me enamoré de un maniquí||Jalonso Villalnela.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora